Especial The Clash. London Calling cumple 30 años
London Calling cumple 30 años y para celebrarlo, se ha editado una nueva reedición conmemorativa de uno de los discos más importantes de la historia de la música.
Muzikalia quiere rendir un pequeño homenaje a este gran álbum y a sus autores, The Clash. Por ello, dedicamos un reportaje para analizar la época en la que fue concebido, ver lo que significó en su día y recordar el imprescindible legado que nos dejó la banda deJoe Strummer.
1975-1980: contextualizando una época
Por Pere Francesch Rom
Una de las traducciones de punk es vándalo y gamberro. Dos palabras que quieren denominar un movimiento que se basaba en un inconformismo total del sistema. Un movimiento musical y de estilo de vida que aparecieron a mediados de los años setenta y se plasmó entre crestas, ritmos distorsionados y anarquía. Pensar en la música punk es hacerlo obligatoriamente en los Sex Pistols y The Clash. Los primeros por ser unos de los pioneros en el Reino Unido, junto a The Dammed, y los segundos por su calidad y apertura. Uno de los mayores exponentes de The Clash fue London Calling que cumple ahora 30 años. Sin embargo, este disco no se entendería sino se tiene en cuenta un contexto: el auge y declive del punk de la segunda mitad de los 70 y la influencia de Sex Pistols.
Tres años antes de que viera la luz London Calling, al otro lado del Atlántico The Ramones lanzaron su disco de debut, en el que reivindicaron las raíces del rock más sencillas, independientes y salvajes. «Blitzkrieg Bop» se convirtió en un hito punk de nueva generación. Corría el año 1976. Ese mismo año, el 26 de noviembre en el Reino Unido, los llamados a revolucionar el movimiento punk, Sex Pistols, dieron vida a su primer sencillo, «Anarchy in the U.K». Un EP, paradojas de la historia, que fue publicado con el sello de la discográfica multinacional EMI.
La llamada a la anarquía, a la lucha contra el sistema establecido y el lema punk «hazlo tu mismo» quedaron representados en esos jóvenes que se hicieron famosos tras participar en el programa televisivo Today de Thames Television a finales de 1976, en el que insultaron en directo al presentador. «What a fucking rotter», le dijo Steve Jones. En ese momento, Sex Pistols tenían como teloneros a una nueva banda británica, The Clash. La promoción de actuar al lado de Sex Pistols fue trascendental para el futuro del grupo y poco después, en 1977, aparecería su primer disco, The Clash, con la discográfica CBS. Posteriormente emprenderían una gira conBuzzcocks y The Jam, banda liderada por Paul Weller. The Clash hablaba del desafecto juvenil, de las penurias sociales, los salarios bajos y las críticas a la clase política.
1976 volvió a ser un año para Sex Pistols. El estilo punk tuvo como máximo exponente su Never Mind The Bollocks, que pasó a la historia por sus canciones irreverentes y punzantes, y por el clásico «God Save the Queen».
Según Juan Manuel Corral, en el libro «New wave y Post-punk», «en el último concierto de la gira de Sex Pistols, San Francisco, el 14 de enero de 1978, Johnny Rotten, manifestó sin tapujos que para él el punk era una pantomima, un circo que debía ser clausurado por los mismos que lo habían alentado (…) Cuando el guitarrista Steve Jones punteaba las últimas notas de «No Fun», y mientras Syd Vicius deambulaba por el escenario como un zombi y sin pulsar ninguna de las cuerdas de su bajo, el cantante se agachó y exclamó sin borrar su sonrisa cínica en la cara: ´¿Os habéis sentido engañados?´. El punk había muerto. En ese mismo año nació Public Image Ltd., liderada por el ahora Johnny Lydon y se convirtió en unos de los grupos emblemas del Post-punk y el New wave.
A pesar de lo que algunos llaman la defunción del punk, The Clash surgió un año después, en 1979, con uno de sus mayores éxitos:London Calling. Un disco que musicalmente iba más allá de las guitarras distorsionadas y ritmos veloces y miraba hacia otros estilos como el rock, el reggae, el ska y también el rockabilly. Este hecho fue criticado por los punks más puristas.
Ese mismo año The Jam, quienes nunca gozaron de reconocimiento como The Clash o Sex Pistols, lanzaron Setting Sons. Según el periodista musical Sean Egan, The Jam «demostraron de modo triunfal otro concepto básico del punk: que el éxito comercial no está reñido con la denuncia social y con seguir sintiéndose orgulloso de la cultura en la que uno ha nacido». Esta máxima podría aplicarse también para London Calling, pero en este caso porque The Clash experimenta con otros ritmos más cercanos al rock.
La eclosión de todo ello tiene un nombre: Joy Division. El mismo año en que se publicara London Calling y Setting sons, una banda de Manchester, liderada por Ian Curtis e influenciada por Public Image Ltd, dio vida a su primer disco: Unknow Pleasures. El especialista en música rock Tierney Smith escribió que, con Closer, Joy Division «funde la intensidad emocional del punk con un estilo crudo y desolado».
Si, a grandes rasgos, los años 60 estuvieron marcados por la dicotomía entre The Beatles y Rolling Stones, el movimiento hippy y la psicodelia experimental de The Velvet Underground. Si la primera etapa de los 70 surgieron grupos de rock duro como Led Zeppelin oDeep Purple, así como el glam rock con un mutante David Bowie. Después de todo ello, las nuevas generaciones buscaron en la segunda mitad de los 70 un nuevo modo de expresarse y de romper con todo, que dejara a un lado la producción y se basara en algo que creían puro y auténtico. Una época y un movimiento que ha dejado grandes obras musicales convertidas en clásicos como London Calling.
London Calling, un disco que marcó tendencia
Por Pere Francesch Rom
La batería y el bajo al estilo militar van marcando el potente ritmo durante 30 segundos hasta la entrada de la eléctrica voz de Joe Strummer. “London calling to the faraway towns / Now that war is declared-and battle come down” (…). 30 años después que The Clash dieran vida a su obra maestra, las 19 canciones de London Calling vuelven a sonar una vez más para recordar que aún siguen en pie de guerra, siguen siendo actuales y más influyentes y necesarios que nunca. Un disco que marcó tendencia; revolucionario lo han llamado algunos; otros, sobre todo los más punks, lo tildaron de traicionero.
London Calling mostró una cara bien distinta del punk más ´sucio´. Canciones más «comerciales» y pegadizas como «Train in vain», «Revolution rock» o «Lost in the supermarket» no tienen nada que ver con «London´s Burning» ni menos aún con «I´m So Bored With the USA» de su primera etapa. En London Calling, The Clash abrió la puerta al rock, al reggae, al ska y también al rockabilly, algo que se convirtió imperdonable para los más puristas. Ya no sólo eran guitarras ´guarras´ y ritmos duros, sino que los británicos dieron cabida incluso a instrumentos de viento, algo impensable en un estilo musical en que la producción era mínima.
El disco arranca con «London Calling», convertida ya en himno. «London calling, now don´t look at us / All that phoney Beatlemania has bitten the dust». Una auténtica declaración de intenciones contra una cultura mayoritaria en una canción convertida en clásico. Imposible no seguir el ritmo, imposible no percatarse de que ésta es una obra maestra. ¿Qué pensarían en 1979? Le siguen la rockera «Brand new cadillac», la extraña Jimmy Jazz y la cañera «Hateful».
London Calling es un disco brutalmente alegre y lo muestran los ritmos reagge y más ska de las canciones «Rudie Can´t Fail», «Wrong ´em boyo» y «Revolution rock», y la popera «Lost in the supermarket», a pesar de lo triste que llega a ser su letra. Entre estas se encuentra «Spanish bomb», un guiño de la banda punk británica a los «revolucionarios» y «luchadores de la libertad» que combatieron con el Frente Popular en la Guerra Civil española. A pesar de la pluralidad de sus canciones, el disco cobra sentido de inicio a fin.
Al impacto del disco hay que sumarle la fotografía de su portada. En ella se ve al bajista Paul Simonon rompiendo su bajo en The Palladium de Nueva York en 1979, al más puro estilo The Who.
La tipografía de la portada se basó en la utilizada para el álbum debut de Elvis Presley. Poco después de esa foto comenzaron a finales de agosto las grabaciones de London Calling en Wessex Studios y el disco estuvo listo para ser mezclado un mes después. Al disco le echó mano el productor Guy Stevens.
London Calling no dejaría indiferente a nadie. Según el crítico Sean Egan, ´London Calling puede ser reconocido ahora no sólo como el álbum en que The Clash escupieron al punk sino como aquel con el que lo reinventaron y demostraron que se trataba de conciencia social y artística, no de tres acordes y un estudiado aire sombrío. (…) The Clash se convirtieron en lo que se habrían convertido los Stones si hubieran aparecido después del punk en lugar de ser lo que lo provocó´.
El legado que dejan The Clash
Por Jorge Salas
La sombra de London Calling es muy alargada, quizá hasta para una banda con la historia de The Clash. La grandeza del London Calling, treinta años después, sigue acaparando el protagonismo de toda la discografía del grupo londinense; una discografía que, como la historia de la banda, tuvo grandes dosis de carácter, intensidad y convulsión.
Antes de que revolucionaran el rock a finales de 1979, Strummer, Jones, Simonon y Headon ya habían presentado su punk poli-influenciado con un disco que se coló en el 12 de la lista británica de albums en 1977. Las canciones de aquel debut homónimo, la mayoría de las cuáles se fraguaron en un piso alquilado por la abuela de Mick Jones, ya mostraban las peculiares bazas de The Clash, tanto en la forma como en el fondo; con un sonido punk diferente (“Remote control”) y abierto a otros géneros (“Police & Thieves”), y unas letras de marcado corte obrero, con personalidad política y social propia (“I´m so bored with the USA”, “White riot”, “Career oportunities”,…), aquel debut era un puñetazo en la línea de flotación de un Londres que ardía de aburrimiento.
Sólo un año y medio más tarde aparecería su segunda referencia, Give ´Em Enough Rope (1978), que los llevaría hasta el número dos de las listas británicas. “Safe european home”, “Guns on the roof”, “All the young punks”, “Tommy gun” o “English civil war” (actualización antibélica de una canción popular) mantendrían a la crítica británica a sus pies y allanarían el camino en Estados Unidos, que lo tomaba como un jugoso aperitivo en vísperas de lo que les esperaría un año después: la reedición americana del debut y el glorioso London Calling del 14 de diciembre de 1979.
Cabía pensar que, después de la ristra de hits que ofrecieron en el ´79, su próximo disco sería poco más que la resaca de una de una gran borrachera. En efecto aquella fue su cúspide, a partir de ese momento no lograrían una referencia que ensamblara tan bien su punk-rock polifacético y sus convicciones políticas, sociales y filosóficas. Sin embargo, una vez apostados en lo más alto y ajenos a todo, Strummer y compañía, lejos de aprovechar el momento para llenarse las arcas con más de lo mismo, se sacaron de la manga un ambicioso proyecto llamado Sandinista! (1980). Un LP triple de 36 canciones en el que, además del obvio contenido activista, daban rienda a todas sus influencias (del jazz al reggae, pasando por el dub o el rap). Una propuesta brillante en la que, según confesó el propio Joe Strummer en alguna ocasión, renunciaron a royalties para poder ofrecerla a un precio razonable.
Combat Rock (1982), el último disco con los cuatro miembros fundadores de The Clash, marcaría el inicio de su decadencia. A pesar de todo, el LP funcionó bien a nivel de crítica y ventas (en USA fue, sucesivamente, disco de oro, platino y multi-platino), y dejó posiblemente los últimos cuatro grandes temas en la carrera de los londinenses: “Should I stay or should I go” y “Rock the Casbah” para las pistas de baile, y “Know your rights” y “Straight to hell” para las calles.
Ya en 1985, y con Topper Headon y Mick Jones fuera de la banda (el primero expulsado por su adicción a la heroína, y el segundo por sus desavenencias con Strummer y Simonon), llegaría Cut the Crap. A pesar de contener una explícita “We are The Clash”, resulta obvio que aquello ya no era The Clash; lleno de electrónica ochentera debido a la producción de Bernie Rhodes, Strummer siempre renegó de este disco. Y con razón, jamás merecieron una despedida así.
Un año después llegaría la desaparición definitiva de The Clash, dejando como legado una década de punk combativo y una forma de entender la música que, a día de hoy, sigue viva gracias a discos como London Calling.