Iggy Pop – Post Pop Depression (Loma Vista Recordings)
“Estoy harto de eso/ y sueño con irme/ con una nueva vida/ donde no haya tanta información”. Post Pop Depression, en cada uno de sus recovecos, es un disco lleno de insinuaciones, rabia, despedidas y liberaciones. Lo firma un Iggy Pop harto de todo que, con temas oscuros, áridos, sombríos y con un delicioso e innegable toque de su etapa berlinesa junto a Bowie, da voz a sus lamentos y desahogos. Peca de tentador hacer un ejercicio de reflexión y deducir que el último trabajo de la Iguana podría ser el último en todos los sentidos, si uno presta una mínima atención a sus letras desencantadas. Sobre todo después de que, hace unos meses, el mensaje del Blackstar del Duque Blanco pasara de largo delante de nuestras narices. Sea o no su retirada el agorero significado de sus composiciones, Pop, en compañía de Josh Homme y Dean Fertita (Queens of the Stone Age) y Matt Helders (Arctic Monkeys), ha concebido un disco redondo que supera con creces sus últimos trabajos en solitario.
Iggy Pop le ha sacado todo el jugo a sus ideas y a su voz, aglutinando diferentes matices y temas que suenan a conocido y a nuevo al mismo tiempo. Suena a rock pesado, stoner, a The Stooges, a QOTSE, a Arctic Monkeys, y a mucho Bowie. Abre con “Break into your heart”, oscura y saturada. Iggy canta casi amenazante, como una sombra que se aproxima sinuosa. Sin embargo, en el acertadísimo single “Gardenia”, coge el pasaporte y viaja hasta el Berlín de los 70, a la época en la que compartía piso con Bowie y que le sirvió para cocinar sus éxitos Lust For Life y The Idiot. La esencia del que diera vida a Ziggy Stardust revolotea no solo sobre esta, sino sobre varias partes del álbum. Sigue, asimismo, en “American Valhalla” y unos tintes iniciales que huelen a “China girl”. Termina con Pop recitando con voz áspera “no soy más que mi nombre”, como mostrando la inseguridad de lo que le traerá el futuro después de ser “Iggy Pop”. Post Pop Depression es un conjunto de canciones tremendamente adictivas que se suceden una detrás de otra antes de tener tiempo para decidir cuál es la mejor de todas, y que llega a su ecuador con la magnífica “Sunday” (hola, Bowie). Después de la atmósfera oscurecida de “German days”, destaca también “Chocolate drops”, la canción con la melodía más suave, casi con resquicios soul. Iggy, sin embargo, pega fuerte en la letra, donde vuelve a sacar los trapos sucios: “cuando estás cerca de la cima, la mierda puede transformarse en gotas de chocolate”.
“Paraguay” cierra lo que bien puede parecer un adiós. La postdata aclaratoria de una carta de despedida. Su letra es casi como la revelación que venía intrínseca en el álbum hasta que finalmente ha explotado. “Voy donde los perdedores van/para esconder mi cara y gastarme la pasta/aunque es un sueño, no es mentira/no me pararé para decir adiós”. Y sigue, como una declaración de intenciones de un Iggy que grita su necesidad de escapar después de echar pestes del resto del mundo. “Estoy enfermo/y es vuestra culpa/voy a curarme ahora”. Es una pieza enorme, llena de cambios de ritmo, guitarras a golpes, coros en carne viva, salvajismo, calma, declaraciones recitadas y aullidos, como una terapia contra la humanidad. Si Post pop depression es, desgraciadamente (y ojalá, equivocarse), su avinagrada despedida y “Paraguay”, el candado con el que echa el cierre, desde luego, no podría haber elegido una mejor.