A Place To Bury Strangers – Synthesizer (Dedstrange)
Tras una serie de irregulares entregas, A Place To Bury Strangers dan un paso giro de timón en su ya séptima referencia. Y es que ell proyecto de Oliver Ackermann parece revitalizado con la incorporación de John y Sandra Fedowitz al bajo y la batería, una base rítmica que aporta una nueva cohesión a sus canciones, que parecen liberadas del estancamiento de los últimos tiempos.
Synthesizer no es un álbum de fácil digestión. Requiere una escucha atenta y una disposición a dejarse llevar por sus capas de sonido. No se trata de un simple viraje hacia la electrónica ni de una reinvención, sino de una evolución natural que integra los sintetizadores de manera orgánica. Las guitarras, si bien no son tan omnipresentes como en trabajos anteriores, siguen aportando la distorsión y la energía esperada para ofrecernos una versión 2.0 del grupo, en la que parece que todo se fusiona de una manera mucho más equilibrada.
Una amalgama sónica, plagada de ritmos pulsantes y una atmósfera que oscila entre lo caótico y lo controlado, que arranca con la emoción cruda de una «Disgust» inspirada en «Got That Feeling» de la antigua banda de Ackermann, Skywave. Brillan por encima de lo esperado en la redonda travesía de «You Got Me» comandada por un denso bajo, en la ochentera y siniestra «Fear of Transformation» y con la evidente influencia de los omnipresentes The Jesus and Mary Chain en temas como «Bad Idea».
Muestran su versatilidad en «Join the Crowd», fusionando influencias del post-punk y la música industrial, seducen con la ágil «Plastic Future», remiten a los Beach Boys en “Have You Ever Been in Love” y se terminan de coronar con el épico surf noise de «Comfort Never Comes», con la que cierran el disco más inspirado que han lanzado en una década.