Alis (Morocco) Madrid 25/02/22
Tal vez el único día invernal hasta la fecha en Madrid tuvo su mejor réplica de calor al abrigo de Fracciones, el nuevo disco de Alis que logró caldear, y de qué manera, la sala Morocco el pasado viernes.
Tras la breve e interesante propuesta de Mendoza, teloneros para la ocasión, llegó la prueba de fuego para “No te vi Venir”, “El Muro de los Estúpidos”, “La Hiedra”, “Estoicamente Vivo”, “Canción de Mierda” y “Te Observo a Través de la Luz”, primer bloque del concierto dedicado íntegramente a ‘Fracciones’, álbum publicado en noviembre, realmente hace nada, lo cual no impidió a su importante y leal base de seguidores corear y disfrutar cada pieza.
Y es que a pesar de la fría geometría planteada en la portada de Fracciones, Alis esconde un volcán de emociones que sabe desbordar como pocos sobre el escenario. En formato trío, tan solo con la base de su bajista y su batería, el músico baezano desplegó una alta expresividad desde sintetizadores, eléctricas y una voz que dispara notablemente el valor de su repertorio.
Después, llegaron los momentos de máxima complicidad para Alis y su público, también para quien escribe: “Lo Peor”, “Material de Disección”, “Los que no se Arrepienten”, “Sigo Aquí” o la imprescindible “No me Sueltes”, una de esas canciones caídas del cielo, acabaron por encender la noche.
Asombra que discos como Cantos de Ocasión (2013), Titulares Indiscutibles o el propio Material de Disección (2011) no hayan logrado más en su momento, si bien es cierto que el tiempo está jugando a su favor. Alis hace bueno el término independiente, reivindica el pop de sentido amplio, sabe que abrazar una sola etiqueta o hacer excluyente un estilo resulta una completa insensatez, y también logra colocar su voz y su lírica al lado de esa fabulosa línea de cantautores eléctricos donde caben desde Josele Santiago hasta Lapido, pasando por el siempre eterno Antonio Vega o Iván Ferreiro, entre otros.
Y claro, en este punto nadie quería dar por cerrado el concierto… “Bailando con el Viento” y la brillantísima “Cuando el Sol nos de Calambre” sirvieron como bises y epílogo de una velada perfecta, recordándonos que el tiempo es finito, sí, justo al contrario que el de las buenas canciones.