Beach Baby – No Mind, No Money (Island)
Menos de un año después del chispeante y prometedor EP Limousine, el cuarteto londinense Beach Baby vuelve a la carga con No Mind, No Money, álbum de debut con el que se confirman como banda a seguir, aunque con inquietantes matices. Para quien no les haya escuchado con anterioridad, el primer contacto con No Mind, No Money, no resulta muy prometedor. Su anodina portada no figurará en futuras antologías del diseño musical, el nombre de la banda tampoco es el colmo de la originalidad -¿cuántos grupos con las palabras “beach” o “baby” hay en iTunes?- y su sonido no resulta, a priori, especialmente novedoso.
Sin embargo, tras varias escuchas, el invento funciona y lo hace gracias a lo que de verdad importa, las canciones, algo de lo que No Mind, No Money no anda escaso. Sin renunciar a su ADN británico, la escucha del álbum nos transporta a una soleada playa californiana donde no cuesta imaginar a nuestros protagonistas tomando un mojito mientras esperan la siguiente ola. Melodías enérgicas ejecutadas con una vitalidad contagiosa que se quedan dando vueltas en la cabeza del oyente al mínimo descuido.
A destacar “Ladybird” o el single que Editors lleva una década buscando, “No mind, no money”, irresistible gema pop que arranca a lo “Come as you are” y coge vuelo hasta su soberbio estribillo o “Sleeperhead”, no muy distante a los Super Furry Animals de “Rings around the world”. A partir de “UR”, temazo que pasaría por un cover de los The Cure más bailongos, el álbum se desinfla sin llegar a caer en la debacle, y eso que en “How lucky you are” coquetean con los Coldplay más pesados.
El principal debe de Beach Baby reside en que gran parte de sus aciertos ya los conocimos en el mencionado Limousine EP (las cuatro canciones allí publicadas aparecen de nuevo en el álbum, aunque regrabadas), lo que nos hace pensar en su verdadera capacidad para facturar nuevos singles. El tiempo dirá si la continuación de este resultón aunque irregular No Mind No Money les asienta como banda destacable en el siempre saturado mercado británico o les convierte en la penúltima referencia de usar y tirar que llega desde las islas.