Beach Fossils – Bunny (Bayonet Records / Popstock!)
En las fotos promocionales que siguieron al lanzamiento de Bunny (Bayonet Records, 2023), el líder de Beach Fossils, Dustin Payseur, aparecía eufórico junto a varios luminosos que lo anunciaban en la Gran Manzana. Lucía camiseta de The Byrds. ¿Casualidad que fuera el primer nombre que se me vino a la cabeza al escucharlo al completo? Seguro que no.
Y es que a la consabida habilidad que atesoraban los neoyorquinos para facturar píldoras sabiamente concentradas llenas de vitamina pop movidas por plácidas guitarras de querencia jangle-pop, hay que sumarle un plus de pericia para dotarlas de la atemporalidad que lucían los clásicos de Gene Clark, David Crosby y compañía. Solo hay que hincarle el diente a ese inmejorable arranque que es “Sleeping On My Own” o a la deliciosa “Run To The Moon”, para volver a los sesenta de “Mr. Tambourine Man” o “Turn! Turn! Turn!” y sentir esa caricia de una puesta de sol perfecta. Añadamos a la ecuación su predisposición a recoger el testigo de los Real Estate más directos, los que matarían por singles redondos como “Don’t Fade Away” o “Though Love”. Concreción y talento sobrenatural para dar con el estribillo perfecto.
Los fans más puristas, no teman: “Dare Me” y “Seconds” podrían ser material carne de Clash The Truth (2013, Bayonet Records), aplicada puesta al día del sonido emo-pop que caracterizó sus primeras grabaciones, sobradas de inmediatez y pegada, pero lo que ya empezaba a percibirse en el estupendo y más ambicioso Somersault (Bayonet Records, 2017), queda aquí sublimado redondeando su mejor disco, el que ha de ponerles en una merecida primera dimensión del pop de siempre, ese que apuesta por el poder de una melodía pluscuamperfecta para hacer huella en la memoria, para buscar acomodo en nuestros corazones haciendo parecer fácil lo difícil.
El plus que añade matices a tan inspirada receta guarda todavía espacio para las atmósferas vaporosas de “(Just Like The) Setting Sun”, “Anything Is Anything”, “Numb” o “Feel So High”, que se toman su tiempo pero acaban también calando, con sus desarrollos lisérgicos pellizcando el shoegaze o el dream-pop. Las luces se atenúan, los recuerdos se atemperan haciendo de la nostalgia un sano ejercicio de supervivencia, y las guitarras cristalinas de “Waterfall” dibujan una sonrisa cómplice cerrando el círculo perfecto de un trabajo llamado a dejar huella en la trayectoria inmaculada de uno de los mejores grupos salido de la incansable factoría Captured Tracks.