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Cat Power – Sings Dylan: The 1966 Royal Albert Hall Concert (Domino)

Empezaré diciendo que tengo sensaciones encontradas con esos discos que recrean otros discos, o conciertos concretos. Una cosa es un álbum de versiones, donde un grupo/artista puede exponer su propia visión de las canciones, escoger aquellas que más le interesen, llevarlas a su terreno… Tampoco es que me entusiasmen, en general, pero hay algunos que me encantan. Pero calcar un disco o un concierto es otra cosa muy distinta, sobre todo un concierto. Se supone que un concierto es fruto de un momento concreto de una trayectoria, de un estado de forma, de una banda de acompañamiento en su caso, de un entorno. Si ya es complicado plasmar en un disco ese concierto en el que viste anochecer mientras sonaba una de tus canciones favoritas, o aquel otro en el que hubo una especial comunión con el público, alguna sorpresa destacada, o cualquier otra circunstancia que pierde su impacto fuera de contexto, no puedo imaginar cómo hacer lo mismo con un concierto que ni siquiera es tuyo. Hay un riesgo importante de caer en el ridículo.

No es, en mi opinión, lo que le ha ocurrido a Cat Power. Y eso que la empresa era complicada y arriesgadísima: nada menos que recrear uno de los conciertos más especiales de la historia. Cualquiera, aunque no sea seguidor de Bob Dylan, ha oído hablar de ese mítico concierto en el Royal Albert Hall que en realidad no fue en el Royal Albert Hall, sino en el Manchester Free Trade Hall. Sí, el del famoso grito de “Judas!”, el de las dos mitades, una en acústico y otra en eléctrico. ¿Cómo replicar algo así? Cat Power lo hace repitiendo al dedillo todo, incluso el “Judas!”. Incluso ahora, sigo sin poderme formar una opinión definitiva sobre el asunto. Han pasado casi 60 años de lo que entonces fue considerado casi como una afrenta para los seguidores del Dylan folk y ahora adoramos como uno de los grandes momentos del rock. ¿Tiene sentido repetirlo así, despojado de su entorno histórico y cultural? No lo sé, pero el resultado es bastante apetecible.

Cat Power, ya lo sabemos quienes la hemos visto en directo, es como la Curro Romero de los conciertos. Nunca sabes si será inolvidable, trágico, cómico o insoportable. Pero que cuando está bien es imbatible sobre un escenario, también lo sabemos. Aquí se echa al hombro la pesada tarea de revivir aquel concierto irrepetible y sale airosa del asunto. La mitad acústica la borda, es ella misma al tiempo que es también Dylan, sus fraseos son muy similares así que no tiene que forzar su forma de cantar. Además, diría que toca la armónica mejor que el de Duluth. Sus interpretaciones de clásicos como “Desolation row”, “It’s all over now, Baby Blue”, “Visions of Johanna” o “Just like a woman” son espléndidas y verídicas.

El pequeño problema, tampoco demasiado grave, viene con la mitad eléctrica. Lógicamente, la banda que acompaña a Chan Marshall no es The Band, pero es que ninguna banda actual lo es. Aquí encontramos uno de esos inconvenientes del que hablaba al principio a la hora de recrear un concierto. El otro es que la dureza de la interpretación de Dylan en aquel concierto es irrepetible porque es fruto de la rabia de un momento, de un contexto en el que la música estaba cambiando ante los ojos de quienes estaban allí, en vivo. Cat Power lo intenta, pero en esta segunda mitad se nota que está luchando entre ser ella o Dylan, midiendo donde está el límite entre el homenaje y la caricatura. Mejor en los medios tiempos (excelsa “I don’t believe you (She acts like we never have met) y también “Ballad of a thin man”), se aprecia algo más forzada cuando toca recrear aquella explosión eléctrica que era Dylan con The Band (entonces aún The Hawks). “Like a rolling stone” suena algo descafeinada, pero es imposible que suene de otra manera si uno ha escuchado un millón de veces el original, y algunas menos la interpretación original de 1966. Como comentaba, tú puedes copiar un sonido, una nota, unos acordes o un fraseo, pero no puedes copiar un alma, un acontecimiento, un estado de ánimo. Incluso así, o quizás por eso mismo, por saber hasta dónde llegar y dónde parar, notable para nuestra querida Chan.

Escucha Cat Power – Sings Dylan: The 1966 Royal Albert Hall Concert

 

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