Claudio Simonetti’s Goblin – Festival Sombra (Teatro San Pol) Madrid
No era la primera vez que Claudio Simonetti, cofundador de los ya extintos Goblin como les conocimos en sus inicios, pululaba por los escenarios de nuestro país para poner sonido original a las creaciones de Dario Argento, el maestro del giallo que tuvo a una de las referencias de la música progresiva italiana como músicos de cabecera para algunos de sus títulos más célebres. Ya había pasado por Murcia para la programación de Suspiria en la undécima edición del Festival Sombra, y ahora, en uno de esos impulsos de expansión, aterrizaba en Madrid con su denominación Claudio Simonetti’s Goblin para dar un espaldarazo enorme a la edición madrileña, la primera en la capital de este grandísimo festival de cine fantástico y de suspense, poniéndose al frente de la interpretación de Rojo oscuro.
Partamos de la base perogrulla de que musicalizar una película muda en directo es un arte total y radicalmente distinto al de interpretar una banda sonora original que has creado. Por ello, la intención era que Claudio Simonetti’s Goblin reprodujera, como así avisaría el propio Simonetti al inicio, los mismos arreglos que la original para que pudiera ceñirse a las secuencias de la película. Y eso dejaba poco margen de maniobra para sorprender. Aunque, seamos sinceros, cualquier otra cosa hubiera sido, cuanto menos, temeraria.
El paso de los italianos por el madrileño San Pol dejaría varios puntos críticos durante la noche. El más obvio, la parte de la ejecución técnica, impecable en su propuesta y que alcanzó durante varios momentos su punto más álgido, correspondiéndose casi matemáticamente con los acordes de su “Profondo Rosso”. Si desde el inicio el público ya estaba más que ganado, el retumbar del tema homónimo metería de lleno al respetable en una historia visual que resulta complicado creer que fuera la primera visualización para ninguno de los allí presentes.
Sin embargo, hay que incidir en que, si bien la propuesta musical está ceñida al devenir de la propia película, la banda pasó por alto, y varias veces, la oportunidad de ejecutar cualquier episodio musical que se presentase. Cabe preguntarse si, más allá de temas como el veloz “Death Dies” y su portentosa fortaleza o esa vuelta de tuerca a la tubulariana “Mad Puppet” —ambas ensalzadas por el bajo de Cecilia Nappo y los punteos de Daniele Amador— la presencia de Simonetti y los suyos podría haber sido aprovechada en toda su extensión.
Eso sí, a los vacíos musicales, algunos de hasta cuarto de hora, se les contraponía ese oficio que atesora el italiano, el de elevar la tensión, coincidiendo sus clímax sonoros con las escenas más violentas, llegando uno a pensar si, al igual que la música había saltado de la película al escenario, la macabra tarea asignada a la antiheroína podía también ser ejecutada sobre aquellos que comentaban en voz alta o cegaban móvil en mano para grabar a media altura. Claro que, si no lo hacían en ese momento, ¿cuándo lo iban a hacer? Como si fuera necesario.
Así, la noche pasó entre los sobresaltos habituales resaltados por una buena técnica interpretativa, aunque quizá podría haber habido más sobresaltos si hubiera existido la bendita forma de conjugar el directo con la propia banda sonora de la película, silenciada por momentos a mayor gloria de Goblin o aumentada para que las imágenes transitasen ante los ojos del espectador al igual que lo hacía ante las miradas de unos músicos que, con discreción, tornaban en ocasiones sus ojos a Simonetti para ver si debían arrancarse o no.
Al final, inunda la sensación de que tampoco es tan grave, porque, quitando esos tremendos impactos englobados a la perfección en los ya citados temas o en la ya arquetípica argentesca “Death Shadows”, nadie, absolutamente nadie va a poner en duda que lo que ha presenciado era a lo que iba: una oportunidad de presenciar en directo algo de esa historia musical y visual que, sin ocasiones como esta, habrían quedado más circunscritas a una estética más propia del monstruo de Florencia que a una referencia inmortal y sonora del cine europeo.
Fotos Claudio Simonetti’s Goblin: Fernando del Río