Cuéntame una Canción: ‘Louie, Louie’
A veces me pregunto qué le pasa a la gente, porque esta insistencia en buscar (¡y encontrar!) mensajes ocultos en canciones pop-rock no es normal. Alguien debería hacérselo mirar, en serio. En algunas ocasiones, además, el tema se salió tanto de madre que acabó involucrando incluso a las propias agencias de seguridad nacional de los States. Fue el caso de “Louie Louie”, compuesta por Richard Berry en 1955, un éxito popular que, algunos años más tarde, motivaría una investigación del FBI, en la época antes de que Mulder y Scully ingresaran en el cuerpo.
Pero hagamos un flashback, porque aquí hay mucho que contar. A principios de la década de los cincuenta del siglo pasado, el cubano Rosendo Ruiz Jr. escribió un bolero llamado “Amarren al loco”, que fue versioneado poco después por otro cubano, René Touzet, bajo el nombre “El Loco Cha-Cha”. Touzet tenía un bonito club en La Habana donde tocaba el piano, hasta que, a mediados de los cuarenta, un huracán se lo echó abajo y se fue a vivir a Los Ángeles, California, que estaba llena de pandilleros, pero donde el clima era mucho más estable. Allí, en uno de los night clubs de La Ciudad de las Estrellas, fue donde Richard Berry, que en esos momentos estaba en una banda mexicana llamada Ricky Rivera and the Rhythm Rockets (¡no me digan que no es un nombre genial!), lo escuchó y se inspiró para componer “Louie Louie”.
Berry empezó a tocarla con su propio grupo, The Pharaohs, en 1955 y la grabó dos años más tarde. La música seguía la línea melódica de las composiciones rhythm and blues y la letra hablaba de un nostálgico marino que navega de regreso a Jamaica, donde le espera su chica. Un único riff repetido a lo largo de todo el tema y una historia sencilla donde las haya, porque para pasarlo bien, no hace falta más. Pero bueno, tampoco era nada del otro mundo, y la metieron en la cara B de otro tema, “You Are My Sunshine”, que esta sí era una canción popular que llevaba sonando en la radio desde 1939. El caso es que después de algún tiempo, el atractivo de “Louie Louie” empezó a declinar y Berry vendió los derechos a la discográfica Flip Records por 750 dólares, que para la época no estaba mal, aunque tampoco era como para echar cohetes.
Sin embargo, la canción se resistía a morir y siguió dando vueltas de aquí para allá durante algún tiempo. Diversos cantantes comenzaron a versionearla, como los Rockin’ Robin Roberts and the Fabulous Wailers, y, sobre todo, The Kingsmen, el grupo de rocanroleros de Portland, Oregón, que ya habían pegado fuerte con su primer disco, Peter Gunn Rock.
The Kingsmen la grabaron en 1963, en una sesión que fue un pequeño desastre, pero un desastre de esos que hacen bueno el dicho de “no hay mal que por bien no venga”. Según contarían más tarde, Jack Ely, el vocalista y líder de los Kingsmen, había escuchado la versión de The Wailers en una máquina de aquellas en las que los jóvenes metían monedas para poner un disco. Ely se dio cuenta de que “Louie Louie” no paraba de sonar una y otra vez y que, en cada ocasión, todo el mundo se levantaba para bailar. Era precisamente el tipo de canción que ellos buscaban para su playlist, así que decidió añadirla a su repertorio. Está el detalle de que Ely había pillado mal el ritmo (es comprensible; al fin y al cabo, lo había escuchado en una jukebox), pero eso no influyó en el resultado; al público le encantaba y fue un éxito inmediato. Una noche hicieron todo un bolo tocando solo esa canción, durante noventa minutos, con la peña bailando y saltando sin parar. Aquello fue como una revelación para su mánager, Ken Chase, quien al día siguiente alquiló por una hora una sala de grabación en los estudios Northwestern, Inc. a cambio de 50 pavos, que pusieron a escote. Había que sacar un disco cuanto antes.
Para ahorrar gastos, el propio Ken se hizo cargo de la producción y decidió que, para recrear el ambiente de los directos, iban a poner los micrófonos colgados del techo, a una altura considerable (el tío estaba lleno de ideas), lo que obligaba al cantante a ponerse de puntillas e inclinarse hacia atrás. Más tarde, Jack Ely recordaría: “Aquello era una locura. Tenía que vocear para que se me oyese por encima de los instrumentos”. ¡Ah, sí! Y no olvidemos que por aquel entonces llevaba brackets, esos hierros que te ponen para corregir la dentadura, con lo cual, más que cantar, farfulla. Total, que empiezan a tocar y, hacia el minuto 2:00, Ely se equivoca y entra con la tercera estrofa demasiado pronto. Se para y espera al resto de la banda, que no se da cuenta de nada y siguen como si tal cosa. Lynn Easton, el batería, en cambio, sí que nota algo raro y rellena el vacío con un redoble lo mejor que puede. Terminan, se miran unos a otros y dicen: “No pasa nada, es la primera toma. Vamos a repetirlo”, pero Chase, el mánager-productor, sale de la cabina y les echa un jarro de agua fría: “Lo siento chicos, se acabó el tiempo. La toma vale. ¡Venga, no pongáis esas caras, que ha quedado muy bien! ¡Suena real, auténtico, como en los directos!”. El resto es historia.
Como suele suceder con lo que sube muy alto, el arranque fue lento. Durante los primeros meses, los Kingsmen vendieron solo un puñado de copias, hasta que un DJ de Boston, Arnie Ginsburg, la metió en su programa “Las peores grabaciones de la semana”. Ese fue el pistoletazo de salida, a partir de ahí fue trepando por las listas de éxitos de todo el país y se mantuvo entre los puestos más altos durante varios años. Y a la hora de dar las gracias a los responsables de su popularidad, no hay que olvidarse del Gobernador de Indiana, Matthew E. Welsh, que prohibió su retransmisión por su “contenido obsceno” y a la Agencia Federal de Investigación (FBI) por su exhaustiva investigación al respecto.
Según parece, se había difundido entre las Asociaciones de Padres Preocupados la idea de que la letra era de contenido indecente, a pesar de que nadie, absolutamente nadie, era capaz de entender con claridad qué decía el cantante, por los motivos antes indicados. Pero así funcionan estas cosas; el rumor se extendió por todas partes (y recordémoslo: era la época pre-redes sociales) y los chicos se pasaban horas escuchándola, hasta que se convencían a sí mismos de que, efectivamente, la letra incluía “fuck” y sus derivados. Los padres ni se molestaban en oírla, no fuese a ser que cogiesen alguna enfermedad venérea. En realidad, ni hijos, ni padres podían escuchar lo que no existía, pero una vez que la imaginación se desata, nada puede detenerla. En los laboratorios del FBI, los técnicos pusieron manos a la obra en su tarea de desentrañar lo que “realmente decía” Jack Ely en la canción, mientras agentes de campo (ya saben; traje negro, corbata negra, gafas de sol negras) interrogaban al propio cantante y a todo el que hubiese tenido algo que ver con la grabación. Finalmente, y tras más de dos años y medio de concienzuda investigación, no les quedó más remedio que admitir que no había forma humana de entender con claridad qué era lo que el cantante decía. Y solo para que sirva como referencia: la investigación del FBI del asesinato del presidente John F. Kennedy, ocurrida el año anterior, había durado 17 días, mientras que la llevada a cabo por la famosa Comisión Warren se extendió tan solo 10 meses. Yo ahí lo dejo.
En la otra cara de la moneda, se encuentra la enorme (habría que ponerlo en mayúsculas: ENORME) influencia que “Louie Louie” ha tenido en la cultura popular. Sólo el número de versiones grabadas ya supera las 4.000 y, por supuesto, muchas de esas versiones sí que incluyen letras que, digamos, se alejan bastante de la original. En 1985 hubo incluso una iniciativa legislativa (la Resolución 85-12) para convertirla en la canción oficial del estado de Washington, que no prosperó, pero en cambio el Senado aprobó otra resolución (la 1985-37) según la cual se declaraba el 11 de abril, día en que nació su compositor, Richard Berry, el Día Louie Louie, en el que se llevan a cabo eventos de todo tipo relacionados con la canción. La ciudad de Tacoma (WA) celebró durante años el LouieFest en el mes de julio, con actuaciones musicales de todo tipo, y donde las bandas interpretaban la canción una y otra vez (terminaron suspendiéndolo porque la gente se desmadraba mucho). En Peoria, Illinois, cada año se lleva a cabo un desfile “Louie Louie”, durante el que recaudan fondos destinados a un hospital infantil. La crítica musical por su parte se inclina ante ella; Dave Marsh, el que fuera en su día editor de Cream, la situaba en el puesto once entre los mejores 1.001 singles de la historia. Está incluida en el Rock & Roll Hall of Fame y en el Grammy Hall of Fame. También está entre las 40 Canciones de Cambiaron el Mundo (puesto número 4), de la revista Rolling Stone y en el puesto 11 de las 100 Mejores Canciones seleccionadas por VH1… Podríamos seguir, pero ¿para qué?
El tema se incluyó con mucho acierto en la banda sonora de la película National Lampoon’s Animal House (1978), dirigida por John Landis y protagonizada por el flipante John Belushi, película que en España recibió el nombre de Desmadre a la americana. La cinta inauguró un subgénero cinematográfico, que a partir de entonces estimuló a generaciones sucesivas de jóvenes norteamericanos a matricularse en los colleges, algo que hasta entonces les había resultado poco atractivo por creer que las universidades eran lugares a los que se iba a estudiar. ¡Qué equivocados estaban!
Visto todo en conjunto, no deja de ser asombroso el tamaño que puede llegar a adquirir algo que en origen parecía poco trascendente. Y en un guiño del Destino, de esos que nos hacen mover la cabeza con incredulidad, el hijo de Jack Ely contaba que su padre decía que “en principio, el tema iba a ser instrumental y que fue en el último minuto cuando decidió cantarla”. Solo puedo decir que ojalá hubiese estado allí para verlo.
“Louie Louie”. Ficha Técnica
Intérpretes: Richard Berry and the Pharaohs
Compositor: Richard Berry
Fecha grabación: 1957
Fecha publicación: abril de 1957
Sello discográfico: Flip Records, Inc.
“Louie Louie”. Letra
Louie Louie, oh no, you take me where ya gotta go, yeah, yeah, yeah, yeah, yeah, baby,
Louie, Louie, oh baby, take me where ya gotta go.
A fine little girl, she waits for me
Me catch the ship across the sea
Me sailed the ship all alone
Me never think I’ll make it home
Louie Louie, oh no no no, me gotta go, oh no,
Louie Louie, oh baby, me gotta go.
Three nights and days I sailed the sea,
Me think of girl constantly
On the ship, I dream she there
I smell the rose in her hair.
Louie Louie, oh no, me gotta go, yeah, yeah, yeah, yeah, yeah, baby,
Louie Louie, oh baby, me gotta go.
Okay, let’s give it to ‘em right now
Me see
Me see Jamaica…