Daily Worker – Field Holler (No Aloha Records)
Dirán ustedes lo que quieran, pero a veces como las cosas hechas de forma modesta, casera, con mimo y sabiduría, nada. Lo sabe el sello tarraconense No Aloha Records, que no para de sacar referencias magníficas con esa filosofía. Y también lo sabe el protagonista de esta historia: Harold Whit Williams.
Procedente de Texas, Williams es un laureado poeta, compositor de canciones, productor y músico de sesión, antaño parte de los muy añorados Cotton Mather, que ha decidido seguir su camino al margen de todo dictado industrial a base de ser un obstinado artesano encerrado en un cuartito sin parar de trabajar, como si de una monjita de convento haciendo yemas se tratara. De ahí su adecuado apelativo: Daily Worker.
Al principio siguiendo la estela Lo-fi de músicos como Martin Newell (Cleaners From Venus) o Robert Pollard (Guided By Voices) su producción bajo el nombre de Daily Worker ha ido transitando hacia un sonido más cuajado, mejor producido, que es ahora, con este Field Holler, su primera referencia en el citado sello No Aloha, cuando alcanza realmente su culminación a través de diez canciones que rondan con absoluta maestría y a partes iguales la música de raíz americana y el pop de guitarras de querencia beatle, de una forma parecida a cómo lo hacen otras luminarias como Joe Pernice, por ejemplo.
Field Holler se titula así en honor a los cánticos de trabajo de los esclavos negros que trabajaban los campos de algodón en el sur de Estados Unidos. Pero no esperen aquí ningún blues. Como digo, el contenido de este disco es una mezcla muy fresca y personal de música de raíz norteamericana (lo cual incluye, por tanto, el blues, aunque muy, muy de fondo) y el pop más tradicional en el que uno pueda pensar, es decir, Kinks, Beatles, Hollies, etc.
Esa mezcla tan genuina golpea ya desde el inicio del trabajo, una canción que aúna guitarras potentes y melodía y que podría estar en cualquier disco noventero de Tom Petty y sus Heartbreakers, al igual que las poderosas guitarras jangle, puro Byrds, que adornan ese pequeño himno que es “Ghost note”. Un espíritu que sobrevuela, nunca mejor dicho, también en “Gone again”. Todas ellas despiden ese espíritu resplandeciente y pletórico que recapitula tanto el pop de los sesenta como el correspondiente revival ochentero o noventero.
Igualmente, la psicodelia hace su aparición a través de piezas como la circular “Sky beyond the sky” o “Gloryland”, que saca a pasear el sitar. Y así, transita una coherente mezcla de géneros que se completa con la rockera “Delmar overload”, los aires vaqueros de “Long slow fade” o la preciosa ambrosía psych folk que propina la final “Waterloo sutra” y que viene a resumir de un plumazo todos los encantos, que son muchos, de este trabajo hecho a fuerza de empeño y amor, día a día. Y que, gracias sean dadas, ha encontrado su sitio en un pequeño, pero no por ello menos necesario, sello español que nos lo acerca con cariño. Así que corran a su bandcamp y apoyen la música que aún se hace a mano, después se quejarán de que desaparezca.
Escucha Daily Worker – Field Holler