Damien Jurado + MobyDick – Teatro Victoria Eugenia (San Sebastián)
“President Nixon” rezaba la pegatina que lucía la trasera de la guitarra acústica de Damien Jurado, una foto, supuestamente de su productor Richard Swift, junto con otra pegatina con el lema “Home” completaban la decoración de su instrumento por la parte delantera y unos calcetines blancos le ponían en contacto con el escenario del teatro donostiarra escoltado por una banda de cuatro músicos más (guitarra, bajo, batería y teclista).
Formato inusual para un Damien Jurado inusual o por lo menos bastante distinto del que hemos conocido hasta ahora. Su último disco Maraqopa ya es un cambio en su discografía abriéndose a otros terrenos que no había tocado en su carrera. Lo comentó el propio Damien en el concierto, “he hecho el disco que me apetecía hacer” y, aun cambiando, ha conseguido otra gema más, a añadir a esa colección de piedras preciosas con formato de canción que nos viene regalando desde hace ya 15 años.
Pero los cambios, si son cambios y no reconstrucciones, deben guardar la esencia y en el caso que nos ocupa, la esencia del cantautor americano la vimos en pocos temas, principalmente en los que ejecutó en solitario. La primera parte del concierto nos dejó la reproducción matemática de su último disco, matemática por la plana interpretación de la banda, no hicieron suyas las canciones, y por mantener el orden cronológico, no dejando que la voz de Damien tuviera la presencia necesaria, como sí la tiene en el disco.
Más tarde sí vimos al Damien Jurado en “Ohio” “Arkansas” ó “Cloudy Shoes” recordando anteriores conciertos, pero lejos de la emoción que le solía abrir en canal en escena como en el Tanned Tin de hace unos años y que vuelve a poner sobre la mesa el viejo debate de si las mejores obras nacen de estados, no precisamente tan felices como el que parece vivir ahora, con vueltas corriendo por el escenario y el patio de butacas, chocando las manos del público ante la atenta mirada de su banda entre bambalinas. El desamor y la ruptura que han sido grandes catalizadores en su obra y, responsables de sus trabajos más excelsos, parece que lo han abandonado desde hace un par de discos.
Abrió la velada el Getxotarra MobyDick enraizado con su guitarra en los sonidos Folk norteamericanos como demostró en su versión de B. Prince Billy “I See a Darkness” y su voz con ecos de Eddie Veder.