Dianogah – Millions of Brazilians (Southern Records)
No hay actividad humana conocida que pueda compararse a la de mirar alrededor y tener la capacidad de seleccionar lo mejor de cada uno de los lugares contemplados. En este difícil y arriesgado ejercicio de perspicacia, Dianogah se presenta como un maestro aventajado que ha sabido encontrar la belleza desde la sencillez más absoluta.
Este trío norteamericano de indie-rock instrumental podría ser igual que cualquier otro grupo de indie-rock instrumental (como sucede, por desgracia, con el ochenta por ciento de este tipo de grupos), sin embargo, Dianogah se diferencian del resto en algo tan esencial como la selección de los elementos que combinan en sus canciones.
Mientras la mayoría de los grupos instrumentales intentan colmar el silencio con un sinfín de ruidos tecnológicos más o menos avezados, o con largas y minuciosas distorsiones de distinto orden; Dianogah se sitúa justo en el lado opuesto: intenta mantener el silencio lo más nítido y limpio posible. De esta manera consiguen crear canciones de una belleza excepcional con la eficiente combinación de los tres elementos primigenios de la música rock: batería, bajo y guitarra (aunque en algunas ocasiones nos encontremos con teclados, pianos y algún instrumento de percusión).
No obstante deberíamos decir que son el bajo y la batería los principales protagonistas de las canciones y que la guitarra se convierte en ese actor secundario que se sabe a la perfección sus réplicas y que consigue hacerse grande dentro de su invisibilidad. Así sucede en canciones como “The smallest chilean”, donde una base rítmica incansable deja que la guitarra aparezca y desaparezca con una excitante exactitud, como si fuera un ánima perdida en la confusión del más allá.
Porque lo mejor de las canciones de “A million of brazilians” es la capacidad que poseen para provocar un estado cercano a la ensoñación en los oyentes. Dianogah se convierte en una gran pantalla de cine en la que se proyectan nuestras mejores fantasías, y estas fantasías tienen títulos tan irreverentes e irónicos como “Wrapping the lamb, sir”, “Take care, Olaf”, “Pitufina”, “Piñata oblongata”, o la citada “The smallest chilean”.
Aunque la gran canción del lp, (rodada en lujoso formato panorámico), es la titulada “Flat panda”. Una dinámica muestra de lo que este trío puede llegar a ofrecer: un ritmo de batería apasionante, con contratiempos, paradas y avances cadenciosos; una línea de bajo sutil, con matices sorprendentes en las partes más aceleradas y con la precisión necesaria para detenerse en la frialdad que el silencio requiere; y, por último, una guitarra que juega con las cuerdas con una suavidad sobrehumana, confeccionando unos arpegios dotados de vida propia, que son capaces de traspasar la barrera conocida de la percepción sensorial.
En definitiva, “A million of brazilians” es una prueba concluyente para nuestros sentidos: si tenemos vida, podremos apreciar la profundidad de su propuesta; si no entendemos nada, a lo mejor es que dejamos de existir hace tiempo