Festival Do Norte. Asistimos al festival celebrado en Villagarcía de Arousa
Intro
Décima edición del Festival Do Norte, un evento que se consolida entre lo mejor la clase media del panorama festivalero nacional gracias a cuidado y coherente cartel, y a que cuenta con uno de los ambientes más divertidos que se pueden disfrutar en este tipo de eventos.
Organizado en torno a dos escenarios cubiertos con carpas ante lo imprevisible del tiempo (todo un acierto) y un pabellón destinado a los puestos de comida y el mercadillo, el Do Norte 2011 presumía de espacio, por lo que en cuanto a servicios (barras, baños…), ha resultado comodísimo. La bebida era barata y se consumía con facilidad, así que el tono general de las dos jornadas ha sido animado, distendido y cercano, más parecido a un festival familiar como el Ebrovisión, que a un frío y urbanita Primavera Sound. Baste como ejemplo, que la carpa destinada a los djs ha congregado ambos días casi tanta gente como la Pop del FIB.
La jornada del sábado del Festival Do Norte se caracterizó por unos ensayos para el Diluvio Universal que a alguien se le ocurrió organizar sobre Vilagarcía de Arousa desde las siete de la tarde hasta casi las tres de la madrugada. A pesar de que cayó agua como para inundar Madrid, la infraestructura del festival y la paciencia de los asistentes resistieron el envite. Salvando una piscina de tamaño mediano que se instaló en mitad de la carpa del escenario Estrella Galicia, no hubo que lamentar mayores inconvenientes.
Viernes 6
Comenzamos el Festival do Norte con McEnroe, sin Pablo Isusi al bajo y con la novedad (al menos para mí) de un teclado. Con una carpa medio llena, hicieron una actuación cortita pero intensa y plena de drama, guitarras y épica. Nos perdimos “Los Valientes”, que sonó la tercera, pero, como siempre, me entusiasmaron “El alce” y “Tormentas”.
Tras los getxotarras, siguió predominando la mezcla de épica y guitarras porque tocaron Nadadora, que presentaban su tercer y reciente disco Luz, oscuridad, luz. Muy arropados por decenas de fans que llenaron las primeras filas, los gallegos afincados en Madrid hicieron una actuación redonda con el único pero de la voz de Sara, que en ocasiones no se oyó como hubiera debido. Lo mejor, “20.000 veces”.
Finalizada la tormenta de guitarras de McEnroe y Nadadora, Joe Crepúsculo fue el encargado de comenzar a caldear el ambiente y hacer que el público pudiera comenzar a bailar. Crepus, acompañado como ya es norma por Sergio Pérez de Thelemáticos, repasó lo mejor de su discografía, primero a ritmo de orquesta de pueblo, y luego a base de cumbia, “un ritmo gallego”. Con esto y par de chistes (“¿Lo estáis pasando bien?, No importa, tampoco tenéis otro escenario al que ir”), se metió en el bolsillo a un público que lo pasó en grande. Te puede gustar o no, pero cuando suena bien y tiene el día inspirado, nadie puede negar que resulta divertidísimo.
Concluida la programación de la carpa Novacaixagalicia, nos pasamos al escenario Estrella Galicia para recibir a Delafé y las Flores Azules (lamentablemente nos perdimos a Ellos y Chapel Club por cuestiones de logística alimentaria), que venían acompañados deLas Trompetas de la muerte. Animadísimos desde la primera canción, los catalanes se hartaron de saltar, brincar y correr por el escenario en una actuación que por momentos pareció una clase de gimnasia. El público recibió encantado la mezcla de aerobic y hip hop, y no paró de bailar.
May 68 fue una agradable sorpresa, ya que era la primera vez que oía hablar de ellos. Oriundos de Manchester y encabezados por una pizpireta Judas Wainwright (si no recuerdo mal llegó a mencionar a Chimo Bayo), el quinteto protagonizó una resultona actuación que mezcló gracia punk, pop y electrónica.
Y como colofón perfecto para una noche llena de hedonismo y baile, los reyes de estas materias, Chk Chk Chk. Con un Nick Offer en formato huracán (llegó a bajar 3 veces al público), y toda la banda tocando a todo trapo su mezcla de punk y funk, !!! dieron un concierto, espídico, contagioso y por momentos memorable.
Después de tal demostración de energía, ¿quién se iba a ir a casa? Pues casi nadie, así que la carpa pequeña se volvió a llenar para bailar lo que pincharon el Dj de la Sala Karma en primer lugar, y Florent y un apagadillo J después.
Sábado 7
Llegamos al recinto del festival cuando Franc3s terminaban su última canción, así que sobre los gallegos solo podemos contar que nos dijeron que habían cumplido con creces.
Lo primero que pudimos ver fue a Pony Bravo ofrecer la actuación más sorprendente del fin de semana. Para mezclar rock y psicodelia flamenca y no acabar vendiendo discos en gasolineras, hay que tener mucha calidad, algo que a Pony Bravo le sobra. Los sevillanos llegaban al Do Norte con su segundo disco, Un Gramo de Fe, bajo el brazo (aunque se olvidaron de la maleta con los discos físicos), y dedicaron su actuación a repasarlo, recuperando también temas de su primer trabajo ya que contaron con tiempo extra para tocar. La tormenta que caía sobre Galicia no solo ocasionaba problemas a los técnicos del festival, sino que impidió que el avión que traía a Sexy Sadie pudiera aterrizar como estaba previsto, así que la actuación de los mallorquines se fue retrasando. Afortunadamente todo quedó en un susto y mientras tanto, pudimos disfrutar de más minutos de Pony Bravo. A destacar, los continuos cambios de instrumentos entre los miembros del grupo sin que el nivel técnico se resintiera un ápice, los cinco minutazos largos de groove disparatado de “La rave de Dios” y la energía hipnótica de “Noche de setas”.
Tras ellos Mirrors, un salto estilístico radical protagonizado por una banda de Brighton (donde se empieza a concentrar buena parte de la escena musical británica actual), que tocaba en sustitución de The Wave Pictures. Sin conocerles anteriormente, nos habíamos cruzado con ellos por el recinto del festival y por sus impecables trajes nos habían parecido mods. Menuda apuesta hubiéramos hecho porque Mirrors hacen synthpop cercano a Hurts. Animadísimos y bien dirigidos por un cantante que recuerda en maneras a Ian Curtis(James “Noo” New), Mirrors tocaron su único y nuevo disco (Lights and Offerings), ante un público encandilado ante la solvencia y energía de su propuesta.
Finalizadas las actuaciones en el escenario pequeño, nos fuimos al Estrella Galicia a esperar a Sexy Sadie que terminaron apareciendo tras haber viajado desde Santiago “a 180 km/h”. No hacía falta correr tal riesgo porque el público, demostrando una actitud a prueba de temporales, esperó paciente a los mallorquines sin decir ni mu.
La gira de reunión de Sexy Sadie está siendo uno de lo acontecimientos musicales de la primavera, así que era un concierto que para cualquier fan norteño de la banda, podía justificar por sí solo el festival. Lamentablemente y debido al retraso, Jaime García (¡que rizos!), y los suyos tuvieron que recortar el potente setlist con el que habían reventado dos días consecutivos la Sala Caracol de Madrid. A pesar de las prisas y los imprevistos, Sexy Sadie sonaron impecables, y poder escuchar de nuevo “Way I like it”, “Stay behind me” o “Someone like you”, fue muy emocionante.
Triángulo de Amor Bizarro recogieron el testigo de Sexy Sadie y prometieron “dar crema de cacahuete” para caldear el húmedo ambiente. Comenzaron cumpliendo con energía porque en la primera canción se cargaron la batería, pero a pesar de la actitud, en mi opinión estuvieron un tanto fríos, quizás perdidos en un escenario de un tamaño que no terminan de dominar. Tocaron con un teclista nuevo al que yo por lo menos era la primera vez veía, y que cumplió con solvencia. Les obligaron a acortar en un par de canciones el repertorio, algo que no le hizo gracia a Isa, y aún así la parte final del concierto recuperó el nivel que les ha permitido ser considerados como el mejor grupo español en la actualidad.
The Vaselines son otro de esos grupos que explican que Escocia sea siempre la patria chica de cualquier amante del power pop. El grupo formado en torno a Eugene Kelly y Frances McKee (cuya primera banda por cierto fue The Pretty Flowers con Douglas T. Stewart de BMX Bandits y Norman Blake de Teenage Fanclub), tuvieron sus momentos de gloria a finales de los 80 (Son of a Gun era uno de los discos favoritos por ejemplo de Kurt Cobain que les versionó muy a menudo), se separaron en 1992 y hace dos años volvieron a reunirse para incluso firmar dos discos para Sub Pop. Los de Glasgow derrocharon melodías, belleza y simplicidad, y acertaron al elegir un setlist lleno de canciones de sus primeros tiempos.
Peter Hook y el Unknow Pleasures era a priori el gran atractivo del Festival do Norte, pero lamentablemente el ex Joy Division no estuvo a la altura. Se puede opinar mucho sobre la oportunidad o incluso el derecho de Hook para recuperar el legado de la banda de Manchester, pero lo que creo que es indiscutible es que si lo hace, respete al máximo la esencia y el sonido de su propio ex grupo. En los primeros conciertos de la gira (el FIB por ejemplo), Peter Hook mantuvo cierta proporción, pero ayer nos sorprendió con una reinterpretación del Unknow Pleasures acelerada, desbocada en cuanto a volumen y rayana con el hard rock. Peter Hook había participado por la tarde en un pequeño coloquio sobre Joy Division en el que por ejemplo dijo “si tuviese un euro por cada persona que llora cuando toco algún tema de este disco ahora estaría en un yate”. Creo que la frase resume perfectamente lo que fue el concierto, canciones que mantienen intacta su capacidad para emocionar, interpretadas con un evidente tufillo mercantil. Sin embargo, no importa. El escenario estaba lleno de fans de Joy Division que disfrutaron sin dudar y eso es lo que realmente es destacable. Peter Hook cerró con “Love will tear us apart again” y cuando la canción terminó y él se fue, buena parte del público se quedó emocionado coreando la melodía de una canción favorita para miles de personas. Solo por vivir momentos como ese, merece la pena verle las veces que haga falta.
Para cerrar el festival, zapatilla primero con London Guns y luego con Guille Milkyway. London Guns son Gary Powell de The Libertines y Adam Ficek de Babyshambles, que tocan una batería mientras pinchan Franz Ferdinand, “La Lambada”, Blur o la música de la Tribu de los Brady. Mucho mejor la sesión final que protagonizó en el escenario Guille de La Casa Azul.