Foster the People – Sacred Hearts Club (Sony)
Cuando las altas y bajas esferas del grunge crucificaron a Chris Cornell, que en paz descanse, por probar en su tercer disco en solitario algo similar a lo que juega Foster the People en su nuevo LP, el líder de Soundgarden reaccionó con incredulidad ante tanto rechazo hacia una producción acompañada de vocoder, dance, hip hop y trap a pesar de que las melodías de las composiciones escondían lo mejor del artista. Al igual que hiciera el de Seattle, Mark Foster y los suyos han confeccionado un disco que canta con esperanza sobre el drama social, los corazones rotos y las tragedias internacionales.
Foster es un investigador musical. Lo demostró utilizando influencias africanas en Supermodel, el anterior discazo de este cuarteto californiano, y vuelve a ejercer de chef de los sonidos en este Sacred Hearts Club utilizando lo más ‘trendy’ que suena en la radio pero manteniendo su identidad en todo momento. De hecho, “SHC” es posiblemente una de las menos interesantes del CD por parecerse demasiado a su anterior trabajo, ya que el verdadero atractivo de este disco reside en fusiones de escándalo como las que escuchamos en las rimas de “Pay The Man” y “Doing It For The Money”, temas que sonrojarían a genios autoproclamados como Kanye West a través de letras como “The deaf man heard what the mute man said, then they all followed where the blind man led” (el sordo escuchó lo que dijo el mudo y luego todos siguieron al ciego).
Es el mejor disco de lo que llevamos de verano y posiblemente el lanzamiento más destacado del año. Los millennials más jóvenes encontrarán un buen chiruinguito en “Sit Next To Me” con un menú en el que podrán encontrar platos tan variopintos como los Jackson Five, Phil Collins, Bee Gees y Justin Bieber. El buen rollito continúa en “I Love My Friends” y en la navideña “Static Space Lover” con la actriz Jena Malone, lolita hippie-romántica del cine noventero, a dueto con el líder de Foster the People. Más divertido aún es el el surf rock de “Lotus Eater”, tema que nos pone en contexto ante uno de los bombazos del disco: “Loyal Like Sid & Nancy”.
El tema que referencia al bajista de Sex Pistols y a su gran amor impone. Mucho. Enlazada con cordón umbilical al primer tercio de este Sacred Hearts Club, esta canción tiene tantas zonas de golpe cardiaco que podría ser un EP en sí. Como un profeta loco en su momento más álgido, Mark Foster canta a la represión política, a los refugiados, a Sylvia Plath, al amor, al Gran Gatsby y hasta te abre las puertas del club de los corazones sagrados cantándote en español “mi casa es tuya”. Droga dura para los oídos que deja efectos adversos como la electrificación del vello corporal.
Seguimos con la premisa de que menos es más dentro de burbujas de placer como “Harden The Paint”, que va poniendo cómodo al oyente en las últimas torsiones de la columna vertebral antes de tumbarnos en “III” y desaparecer en el humo de una electrónica sensorial que recuerda a la de los daneses Mew. Una despedida entre pianos y sintetizadores que firma una obra que trasciende con unas composiciones que sacan punta al presente para asegurar buenas escuchas para el mañana.