Discos

Gang Gang Dance – Saint Dymphna (Social Registry/Warp)

Nueva York siempre ha sido cuna de vanguardia e innovación, pero aun así resulta difícil de creer que éste Saint Dymphna haya sido criado allí. ¿Por qué? Porque la variedad musical que presenta el disco junto con la falta de estructura en cada una de sus canciones lo hacen un disco inverosímil de principio a fin, donde se pueden encontrar desde la electrónica más bailable junto con el tribalismo; la música hindú, el shoegaze o ese descarado hip-hop inglés, el grime. Ultramodernidad traída desde Brooklyn.

La propuesta además de valiente, no es tan espesa o inaudible como pueda parecer a primera vista. Pese a hacer uso de infinitas texturas electrónicas, a veces arrítmicas, a veces ambientales, saben contrarrestarlo muy bien con esos ritmos tribales minimalistas (parecen sacados de la música étnica), que parecen ser una de las pocas señas de identidad del grupo a lo largo de todo el disco y que le quitan complejidad a una propuesta que pueda parecer excesiva con tantos géneros mezclados.

Para empezar nos damos de frente con “Bebey”, un tema realmente complejo en cuanto a su composición, con una introducción totalmente arrítmica, se va perfilando poco a poco un ritmo escaso con esa electrónica ambient a lo Brian Eno sin pausar por ello el ritmo; esto no es ambient, es Gang Gang Dance. De ahí damos paso a una de las canciones más movidas del álbum, “First Communion”, que suena como si MIA se juntase con los !!!, apostando esta vez por la batería en vez del tribalismo. El siguiente paso, “Blue Nile”, narcotiza el tempo y aporta una melodía un tanto étnica, con mayor procedencia asiática que americana bajo un ritmo house, lo cual no etiqueta al tema como bailable. “Vacuum” trae a colación a los mejores My Bloody Valentine, esos que maravillaron a todos con Loveless; y con “Princesa” dan una vuelta de tuerca más apostando por el grime, con la colaboración de MC Tinchy Stryder al micro.

El single, “House Jam”, demuestra el lado menos rebuscado y más bailable de los de Brooklyn; el hit por excelencia se construye con voz, sintetizador y batería. A esto le añaden ciertos sonidos electrónicos congelados, parecidos a los utilizados por The Knife en su Silent Shout (2006) (como en “The Captain”), dándole un toque bastante particular, siempre un paso más allá.

El carácter vanguardista del grupo es patente en todo el álbum, y los directos prometen ser por lo menos sorprendentes ante tal mina sonora. Quizá éste sea uno de esos discos (¿o grupos?) que realmente tengan algo que decir desde el cambio de siglo.

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