Gordan – Gordan (Glitterbeat Records)
Crear música a partir de dar forma a un ecosistema en donde convivan tradición y vanguardia es, en muchas ocasiones, un caramelo envenenado. Se abren, a priori, un abanico amplio de posibilidades sonoras, aunque en ocasiones éstas se pierdan entre la anécdota de postal folclórica, o en otros casos se desvirtúe todo por querer abarcar mucho y acabando por ser ejercicios inanes o directamente vacíos de contenido.
No es el caso de este trío multicultural llamados Gordan. La suma de talentos de los tres integrantes de la banda confiere a su música un sugerente mosaico en donde la abstracción y la estética del “menos es más” terminar por ser subyugante. La banda lo forman la cantante serbia Svetlana Spajic, el baterista austriaco Andi Stecher, y el alemán Guido Möbius al bajo y a las progresiones electrónicas.
En declaraciones aparecidas en las últimas semanas Svetlana Spajic comenta que desde pequeña le gustaba leer las Bugarštica que tenían sus padres impresos en libros. Eran narraciones de tradición oral en donde se narraban, de forma épica, gestas heroicas, así como leyendas del folklore autóctono. Ese ritual de lectura que recuerda con cariño la cantante y compositora, dan forma a las canciones de este segundo disco del trío. La forma de cantar de Spajic (entre Nico, Peter Hammill, y la técnica vocal del deep throat) tiene un fuerte componente ancestral, telúrico incluso: es como si estuviéramos escuchando una voz conservada de algún archivo sonoro perdido en el tiempo, en una suerte de simulacro de grabación de campo, así es la profunda inmersión en esta lengua que hace la formación, y que rescatan su oralidad a través del paso del tiempo.
La tradición oral puesta en palabras y respetando al máximo la métrica y la pronunciación era una de las premisas de Gordan. A partir de ahí había que dar cobertura musical a todo esto. La voz de queda imbricada en una precisa banda sonora en donde la percusión tiene un papel fundamental. Andi Stecher toca la batería de forma descarnada, alejándose de cualquier atisbo de virtuosismo; el conjunto de la trama sonora es lo importante, lo que permite a los tres dejarse llevar por cenagosos espacios de improvisación que incitan al trance o a una escucha atenta. Una muestra es “Selo Moje” en la que, de forma estática, se van creando círculos concéntricos alrededor de la batería acompañados por un manto de electrónica y feedback. Por otro lado, “Šara” recuerda la visceralidad y crudeza del Scott Walker de sus trabajos más vanguardistas y atrevidos, mientras que “O Nikola” (dedicada a Nikola Tesla), podemos oír la solemne voz de Svetlana Spajic que va enredándose entre drones, y el sonido metálico del címbalo.
Un disco que necesita ser reposado para que vaya dejando poso en el oyente que, al final, encuentra su paciencia recompensada.