Hellsingland Underground (Sala Clamores) Madrid 14/04/23
Huérfanos de escenas de verdadero calado en el mundo del rock desde aquellos irrepetibles 90’s, inmersos en una sucesión de indistinguibles décadas sin nombre, no es descabellado pensar que el mayor epicentro de creatividad en los dos o tres últimos lustros de la cada vez más ninguneada música de guitarras se sitúe en un nunca suficientemente reivindicado país escandinavo, siempre prolífico en cuestiones musicales, particularmente imprescindible últimamente: Suecia. Desde una firme candidata a banda popular más en forma del momento como Ghost hasta maravillosas propuestas marginales como Casablanca (es bastante probable que nunca un grupo haya resplandecido tanto durante un efímero periodo de la historia del rock con semejante falta de autoconsciencia) el abanico de artistas de diferente relieve y registros que ofrece últimamente la tierra que vio nacer a Roxette tira de espaldas. Y mucho más cercanos a los márgenes de Casablanca que a los focos de Ghost, por desgracia, o quizá no, se encuentran nuestros tan infravalorados como imprescindibles protagonistas, Hellsingland Underground.
Asimilando influencias reconocibles y, a la vez, conjugándolas con absoluta personalidad y talento, la discografía de esta banda formada en 2006 puede aspirar perfectamente a erigirse como una de las más sólidas y atinadas de un grupo de rock sureño surgido este siglo. Claro que aquí hay matices que explicar y trazos gruesos que suavizar. Porque la finura y la elegancia de las que hacen gala, rasgos muy suecos en cuestiones musicales dicho sea de paso, no son muy habituales en este género, tendente en ocasiones a la tosquedad y la planicie. Imprimiendo una vocación muy pop y psicodélica por momentos, unida a la sutil manera de cantar de Charlie Granberg, Hellsingland Undergound podrían ubicarse como un híbrido tan imposible como fascinante entre el atemporal clasicismo de Black Crowes y la exuberancia melódica y atmosférica de The Soundtrack Of Our Lives, también suecos por cierto, e igualmente arrebatadores.
Tras varias visitas a nuestro país, inolvidable su paso por el Azkena Rock de 2017, y una reciente cancelación por los motivos de sobra conocidos, existían muchas ganas de calibrar su estado actual en la presentación de Endless Optimism (22), obra que parecía devolver a unos Hellsingland Underground más reconocibles tras A Hundred Years Is Nothing (19), seguramente su disco más pulido, experimental y arriesgado. Sin teloneros y ante una audiencia tan modesta como entregada a la causa, los seis componentes ocuparon sus posiciones y encendieron la mecha con “Young & Dumb”. Y de ahí al final no hubo tregua. Granberg y compañía afrontaron el reto con esa actitud tan elogiable de quienes les da igual estar reinando en Wembley que fajándose en un humilde pub. Un vaciado para el recuerdo.
La adictiva “Evil Will Prevail” fue el primer momento álgido de la velada, el primer lance donde la banda sueca marcó diferencias. Otro instante inspirado en este tramo inicial fue el rescate de la exquisita “Church Bells Through The Valley” del disco homónimo de 2008, una delicia de canción y que, entre otras, ratificó la fluidez escénica de la banda, la soltura con la que Granberg atacaba el repertorio y los hipnóticos juegos de guitarras de Peter Henrikson y Jerry Ask, superlativos durante toda la función. Cierto que por las inevitables dimensiones reducidas del escenario se sentía por momentos constreñida a la banda, y se echaba en falta un sonido más expansivo y menos enjaulado. “Strangelands”, esa canción tan en las coordenadas sónicas de bandas como The War On Drugs, acusó un poco esta limitación.
Pero en este sentido conviene no desdeñar la inmensa fuerza reparadora de una buena canción para cualquier escollo en la vida en general, y en un concierto en particular, y Hellsingland Underground supieron desgranarlas con infinito sentido equitativo: todos y cada uno de sus seis discos estuvieron representativos, y con regocijante sentido progresivo y climático. Así, el segundo tramo de la actuación potenció todas las virtudes exhibidas en los primeros lances, con unos músicos cada vez más eufóricos y un repertorio que aglutinó gemas compositivas al alcance de muy pocos. Y es que si hay canciones que, por su irrepetible estado de gracia, a un creador le salen una vez en la vida, esta banda tiene tres así: “Golden Haze”, “The Lost River Band” y “Dizzy Jonsson & The Rovers”. Sonaron casi del tirón, hacia el final, y la intensidad y la emoción llegaron a sus máximos. Mención especial a la mágica coda guitarrera del segundo tema de los citados, ya no sólo por certera, sino por existir; apenas se estila ya esta suerte de virguerías a contrapelo cerrando una canción, y se echan de menos.
Por lo demás, muy destacable también la intercalación entre esta deslumbrante tripleta de la flamante “It Started With A Teardrop”, seguramente la composición reciente con mayor aroma de clásico, y las trepidantes “Earth’s Gonna Shake” y “No Regrets”, del excelso Understanding Gravity (16). El entusiasmo mutuo entre el público y la banda era tal, que incluso se añadió al bis “Northern Country Boy”, y que no figuraba en el setlist. Un setlist, por cierto, que acabó literalmente moteado de gotas de sangre, así fue sobre el escenario el despliegue de pasión de la banda. Así son, de reales e inspiradores, Hellsingland Underground.