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Libro: Fucked Feminist Fans: Los Orígenes del #MeToo Desde La Cultura Pop Musical

La música pop y el feminismo han ido constituyendo una correlación de ideas disruptivas que ha permitido que, hoy en día, esté presente en el ideario de muchas artistas en la era de la globalización y la proliferación de mensajes por las RR.SS. Los diálogos que han establecido la música pop y el feminismo en los últimos treinta años, es lo analiza someramente Leyre Marinas en este notable ensayo Fucked Feminist Fans: Los Orígenes del #MeToo Desde La Cultura Pop Musical editado por la editorial Dos Bigotes.

Este escrito parte de la tesis doctoral de la autora que tuvo como tema central a David Bowie y la performatividad femenina dentro del ecosistema del fenómeno glam, y de ahí Marinas detecta los cambios que han operado en la industria del pop desde los noventa hasta la actualidad. Como dice la propia autora, ella es hija de una madre de la generación X a la que le gustaba el punk y leía el Vogue, aspectos que, de forma importante, crearon en nuestra autora una necesidad de decodificar las sinergias entre el pop y las distintas olas feministas.

Es un libro dividido en capítulos y que a su vez se articulan en subapartados con ejemplos muy elocuentes y didácticos. En primer lugar, se hace una genealogía de lo que entendemos como “grupi”, que es un término que siempre ha sido utilizado de forma paternalista hacia las jóvenes (sí, siempre se sexo femenino, claro) que son fans de algún músico, y que lo acompaña a todos los conciertos. Esto ha motivado no pocos comentarios machistas sobre si estas “grupis” lo único que quieren es aprovecharse de dicho artista a nivel monetario o de popularidad. Leyre Marinas apunta a Frank Zappa o a Jimmy Hendrix, entre otros, como ejemplos de artistas de la esfera rock que ha mantenido relaciones con las grupis y que, al final, son marcadas como feminidades tóxicas o modelos negativos en la narrativa rock. Esta mirada patriarcal hacia este tipo de fans sigue existiendo en la industria de la música, y como apunta la autora “han sido una de las actitudes discriminatorias que muchas mujeres padeciendo en la industria”

La década de los noventa se caracteriza por el retroceso en los derechos de las mujeres. Sin ir más lejos, el derecho al aborto en EE. UU va perdiendo peso tras el mandato republicano de Bush, y es Anita Hill con su denuncia al juez Clarence Thomas por abuso sexual, lo que permite que se articule la tercera ola feminista en la que se incluyen preceptos que antes no estaban en la agenda como son la raza, las diferentes disidencias de género, y el apropiacionismo cultural en aras de construir identidades.

El movimiento Riot Girl, grupos como Sonic Youth, la herencia de otros (Slits, The Raincoats), o pensadoras como Judith Butler son la puerta de entrada para que muchas mujeres adopten posturas más beligerantes en torno a sus derechos. En escena estas artistas juegan con lemas políticos, son dueñas de su cuerpo con agencia política, y en general, son portadoras de mensajes de emancipación.

La autora también hace un sucinto repaso a las girl power que formaban parte de la industria musical como las Spice Girls, Destiny’s Child, que a su manera intentaban confrontar el mensaje bastante misógino de las boy bands de aquel momento tipo Take That. Por otro lado, en los 2000’s la MTV entra en acción para ser una de las plataformas de difusión de imágenes (y símbolos) mas potente. Es ahí, en una de las galas, donde se pudo ver el famoso beso entre Britney Spears, Madonna y Christina Aguilera que tanto revuelo mediático tuvo.

El movimiento #MeToo arranca con una cuarta ola feminista que detecta un retroceso constante de los derechos de las mujeres y los cuerpos disidentes, lo que lleva a muchas artistas a reivindicar de forma transversal, y dentro de los márgenes del mainstream, la acuciante falta de protección hacía estos colectivos. La importancia de las RR. SS posibilita que se denuncien actitudes machistas, y se crean comunidades virtuales en donde compartir vivencias. Casos como los de Harvey Weinstein o el de la manada en España son algunos ejemplos del porqué el feminismo cada vez es más importante para parar estas conductas, y la música es, y será, la banda sonora a la que aferrarnos a que este sea un mundo más habitable y seguro.

Puedes comprar el libro Fucked Feminist Fans: Los Orígenes del #MeToo Desde La Cultura Pop Musical de Leyre Marinas (Dos Bigotes) en la web de su editorial.

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