Lori Meyers – Hostal Pimodan (Houston Party)
Ni lo pretendían ni seguramente lo esperaban, pero tras debutar a principios del año pasado con Viaje de Estudios, los granadinos Lori Meyers se convirtieron por aclamación directa de crítica y público en «the next big thing» del pop español, o la esperanza de regenerar una escena cada vez más envejecida.
Ajenos a la burbuja que crecía a su alrededor (Premio Ojo Crítico de Música Moderna 2004, el mismo que este año se ha llevado Cycle), Noni y los suyos se refugiaron junto al productor Tom Monahan (Pernice Brothers, Beachwood Sparks o Devendra Banhart), en los estudios de Paco Loco en el Puerto de Santa María.
El resultado en cuanto a lo musical, ha confirmado los mejores augurios. Hostal Pimodan es un segundo trabajo meticuloso, denso y complejo en el que el cuarteto de Loja demuestra la manera exquisita y brillante que tiene de entender el pop de guitarras y la madurez patente de unas letras cada vez más adultas aunque algo distantes.
Inspirado en el París bohemio de mediados de mediados del XIX por el que deambulaban Baudelaire o Delacroix, el álbum se compone de una colección de canciones que se alejan de la tendencia noise que apuntaba su debut, y sin renunciar a momentos de contenida distorsión, incorpora elementos del pop más clásico de los sesenta como: cuidadas armonías vocales a lo Brincos («El aprendiz»), arrolladoras melodías («El viajero del tiempo» o «Sus nuevos zapatos»), momentos psicodélicos propios de los Doors («El gallo ventrílocuo»), puro rhythm & blues («Caravana»), o incluso algo de naïve («Desayuno con diamantes»).
Sin embargo, no todo pueden ser parabienes en el Hostal Pimodan. Quizás demasiado sólido o falto de inmediatez en ocasiones, Lori Meyers no pueden evitar caer en cierto tono frío comparados con el descaro del que hacían gala en su primer Viaje de Estudios.
No es cuestión de exigirles todavía la perfección. En conjunto, indudablemente una magnífica continuación de una prometedora carrera que a buen seguro no decepcionará a casi nadie.