Maki Asakawa, la dama de negro que cantaba blues
La Juliette Gréco japonesa, así la llamban. El poder de atracción de una portada es importante: revolviendo entre discos en una tienda me tropiezo con la mirada entre desafiante y afligida de una mujer que fuma. Una foto desenfocada en una nebulosa de grises, y que se revela como un misterio por resolver. Me llevo el disco a casa para seguir rastreando el enigma.
En el interior del libreto que acompaña al álbum -fabulosa introducción de Alan Cummings– vemos a una mujer que sostiene unos discos, y entre ellos sobresale “I Put A Spell On You” de Nina Simone; a otra que fuma de nuevo mirando al suelo y en su cara queda el grabado de la pena; otra mujer vestida con traje largo parece representar una obra de teatro, o bien podría ser un fotograma de una película de Philippe Garrel o Masaki Kobayashi. Una mujer siempre de negro, la voz que canta el final de la noche.
Maki Asakawa fue todo un personaje: icono contracultural que dejó un legado de cerca de 29 álbumes, y todos ellos excavando en las raices del jazz, del blues, y el gospel. Ella era la reina de las “melancholy songs” como ella gustaba de definir su estilo.
Nacida en 1941 en Mikawamachi, un pequeño puerto al norte de Japón, sus padres emigran a la capital cuando ella era una adolescente -tiempos de recuperación económica después de la devastación producida por la guerra-, y sus primeros titubeos con el jazz llegan en el momento en el que empieza a cantar en cafés y cabarets en Yokohama -una de estos tugurios en los que actuaría tendría un nombre premonitorio: Triste Café-, así como también en bases militares estadounidenses de la ocupación. Su devoción por el gospel americano negro -el “Lady Sings The Blues” como sanctasantórum-, y un golpe de suerte hizo que conociera y cantara junto a Mahalia Jackson en un concierto en 1971. Antes de cumplir ese sueño de cantar con las divas del soul, Maki conoce a Shuji Terayama -figura trascendental de la vanguardia nipona: poeta, escritor, y director de teatro- y su vida da un giro importante. Nuestra mujer de negro colabora con Terayama en obras de teatro, le escribe canciones, y los conciertos se saldan con triunfos absolutos. Maki es ya una estrella. Su luz se apaga en un hotel de Nagoya un 17 de enero de 2010.
El excelente sello inglés Honest Jons editó hace más de tres años un doble disco algunos temas de su extensa carrera (tiene muchos recopilatorio en el mercado nipín). Un recorrido maravilloso, con destellos únicos como la versión a guitarra y voz del “Blue Spirit Blues” de la inigualable Bessie Smith, o el aterciopelado jazz con caligrafía muy Chet Baker de“Cabaret”, y el tacto fúnebre de “Onna”. Aquí repaso tres disco esenciales (podrían ser muchos más) de esta gran dama de la canción nipona.
“Blue Spirit Blues” (Express, 1972)
Hasta el año 1983 estuvo grabando para el sello Express, una subsidiaria de Toshiba. En esta maravillosa gema con portada que parece fundirse en negro, en la que que encontramos a Maki en pose melancólica, podemos deleitarnos con el folk confesional de “Blue Spirit Blues” con un sutil rasgueo de guitarra, el sonido a lo marching bands de “Shuffle Blues”, o su querencia por los ambientes humeantes en “Strange fruits” acompañada por el piano. Una obra extraordinaria.
“Maki VI” (Express, 1974)
Disco grabado en directo en Tokyo, el enveleso toma forma de jazz sinuoso en “Port town, jazz con toques progresivos en “Volo and old iron”, y en “Cabaret” retoma su primorosa visión de los standards americanos a través de su una voz que parece que llore.
“Spilled golden sand~ What It Be Like” (Eastworld, 1987)
En los 80 hizo una buena tanda de álbumes destacables siempre por su perspicaz manera de entender la mixtura de estilos, aunque el paso del tiempo haya dictaminado sentencia. La larga “??” su voz se balancea sobre los punteos de una guitarra en una suite que recuerda a Annette Peacock, y en “???????? -Dreamtime-“ esculpe una tonada con pespuntes funky y efluvios heavy un tanto trasnochados, mientras que “Music Love” la operación resulta más sustanciosa a través de una sinuoso pieza entre el soul, bajos fibrosos, y hasta música clásica.