Metz – METZ (Sub Pop)
La propuesta de Metz no es apta para tímpanos sensibles. Y esto no es una frase hecha. Hay determinado tipo de música que no exige determinado nivel de decibelios para desencadenar el efecto deseado. Sin embargo, escuchar METZ por debajo de los decibelios necesarios (esto es, muchos) puede suponer la pérdida total y absoluta del interés que estos canadienses puedan despertar a niveles auditivos estratosféricos.
El debut de este trío es puro post-rock. Bastaría con tomar la referencia de los primeros instantes del disco («Headache») para reconocer en Metz todos los tics del género: batería monumental, como surgida del pecho de un gigante, bajo más pesado que una digestión de Falete y guitarras distorsionadas y afiladas a golpe de frío en los bosques de Islandia. Todo adornado con unas trazas de punk y distorsión que acerca a los canadienses a los tótems de Hüsker Dü o The Jesus Lizard.
Producido por Alexandre Bonenfant y Graham Walsh (Holy Fuck), METZ despacha su primer disco en la escasa media hora que abarcan sus diez temas. Y no hace falta más para una planteamiento que tiene en la intensidad y lo vertiginoso sus principales valores. No tendría sentido alargarlo más. «Headache», «Get off», «Knife in the water», «Wet blanket» o «Negative space» (con un final oculto y turbador) lanzan un debut que, si bien destaca por su coherencia y consistencia, peca en cierta medida de no salirse de los renglones.
Habrá que esperar la continuación para saber por dónde respira la bestia.