MONO + Helen Money – La [2] De Apolo (Barcelona)
Todo empezó como tenía que empezar. Y terminó mucho mejor de lo que todos esperábamos. Helen Money inició su particular ritual con un repertorio que sorprendió gratamente al público presente y al que se iba congregando ante el escenario. Pedaleras que distorsionaban el sonido, un chelo acústico que sonaba de perlas, el arco con el que fregaba las cuerdas se deshilaba y, como no, todo eso bajo la innata humildad que rodea a Alison Chesley, el nombre real de Helen Money.
Esta artista californiana nos ofreció un intenso y sentimental directo que hizo estallar al público en aplausos y a todos aquellos que la conocían muy poco, sacudir sus cabezas a ritmo de puro doom metal mezclado con riffs electrónicos nacidos de su chelo y transformados a través de sus pedaleras. Había momentos en los que parecía una guitarra más propia de un grupo de avant-garde metal con la que generaba melodías tenebrosas y delicadas para reproducidas sobre ritmos muy acelerados y pregrabados de batería y bajo.
Ya nos gustaría a todos presenciar teloneros que fueran así de sencillos y sin rebasar el tiempo de los demás, dedicando unas palabras de agradecimiento puro al público y entregándose al doscientos por cien ante un público muy ansioso por volver a verse las caras con la formación japonesa MONO. Helen Money nos embaucó con temas como «Riff», «Every continent» o «Beautiful Friends», entre otros, en un directo de escasamente tres cuartos de hora, tiempo más que suficiente para dejarnos claro que su simplicidad instrumental y su originalidad musical son más que personales y que no se desmoronan para nada en directo, percibiendo esa precisión milimétrica en el sonido trabajado por el mismísimo Steve Albini.
El público aguarda cada uno en su pequeña porción de espacio para esperar a MONO. Salen de repente tras una intensa humareda teñida de luces rojizas y amarillas y todos aplauden con mucho vigor. MONO regresan a tierras españolas tras dos años sin poder verles su palidez y sus cabezas melenudas medio gachas. Lo hacen pisando fuerte y presentando su doble disco The last dawn y Rays of darkness (Pelagic Records, 2014), lanzado el otoño de este año pasado. La canción con la que abren el setlist es «Recoil, ignite» y las primeras reacciones del público son silencio y piel de gallina. Esta pieza de apertura pertenece a Rays of darkness (Pelagic Records, 2014) y se trata de un tema melódico y de sonido muy brillante durante sus primeros minutos pero que se vuelve enérgico y enrevesado gracias a los ritmos del math rock y a un shoegaze muy pronunciado.
MONO deslumbra con un repertorio perfectamente cuajado, interpretando temas de sus anteriores álbumes pero sin hacer especial hincapié en su último trabajo, porque es evidente que su estilo ha cambiado ligeramente, abandonando ese toque musical propio de los instrumentos de cuerda característicos de la música clásica y volviéndose más oscuro y cercano al drone y doom metal, centrando su peso instrumental en la distorsión y en el ritmo.
Pero para los que les maravilló Hymm to the inmortal wind (Temporary Residence Limited, 2009), ayer, en la La [2]de Apolo pudieron disfrutar de «Pure as snow», «Ashes in the snow» y del cierre «Everlasting light» unidas, las dos últimas, en un final pletórico y repleto de admiración que dibujaron sonrisas tímidas entre un público muy receptivo y entregado. Tal vez los que se quedaron en el tintero y fue una lástima que no los interpretasen, fueron canciones de su último álbum como «Surrender», «Elysium castles» o «The hands that holds the truth» con el screamo de Tetsuya Fukugawa (vocalista de Envy).
Pero es indudable que los directos de MONO son especialmente resplandecientes, ostentando ese sonido y sensibilidad tan bien trabajados que los hace únicos y originales verlos subidos sobre el escenario. Una distorsión que es muy brillante, a veces, pero en otras se torna ennegrecida y muy sofocante. Todo esto forma parte de su esqueleto musical gracias, también, a las melodías tan características del post-rock, repletas de minimalismo e inyectadas de forma constante por esos séquitos de crescendos irrefrenables en los que sobran, clarísimamente, las palabras. Y como no, la banda japonesa volvió a hacer gala de que su nuevo trabajo tiene una merecida cabida en su repertorio habitual. Ante todo, hay que destacar que dan un paso más allá, muy positivo para su carrera, pero también muy necesario para cualquier artista que quiera evolucionar de verdad.