Petit Mal – Como Que Nada Ocurrió (Discos Sféricos)
Ya son casi veinte años los que nos contemplan desde que Finlandia (2005), el primer disco de Petit Mal, vio la luz. Aquél fue uno de esos álbumes que en un principio no gozan de prácticamente repercusión, pero con el tiempo y el boca a boca se terminan convirtiendo en leyenda. De hecho, hasta se le llegó a armar un disco tributo, Versiones Finlandesas (2015), en el que varias formaciones de su tierra, Valencia, daban rienda suelta a su pasión por las canciones que el gran factótum de todo esto, un tipo tímido, con un parecido insólito con Elvis Costello, que responde al nombre de Suso Jiménez, compone como si le fuera la vida en ello.
Y es que algo tienen. Algo tienen estas canciones que le enamora a uno el alma, que diría Isabel Pantoja. Una mezcla de sinceridad y pureza musical, así tal cual, sin etiquetas, sin nombre y apellidos, que inmediatamente comunica. Canciones que nacen sin duda de una necesidad de expresar emociones a flor de piel, circunstancia que quizá fue la causa de que aquél disco, Finlandia, no tuviera continuación hasta nada menos que diez años después. Así llegaron Andar Sobre Hierro Frágil (2019), Páramo (2021) y ahora, también, este Como Que Nada Ocurrió.
Al igual que en sus predecesores, permanece aquí intacta esa capacidad que Suso tuvo desde sus primeros pasos para comunicarse con su público, como si sólo una mesa y una taza de café mediara entre ellos. Una charla entre buenos amigos, los mejores. De esas en que te cuentas la vida, las ilusiones, los temores, los desencuentros. La única diferencia radica en que tras aquél período de hiato que medió entre Finlandia y su continuación, Petit Mal ha sido un proyecto prácticamente nuevo. Por tanto, los dos primeros esfuerzos de ese renacimiento han supuesto un aprendizaje que es ahora, en el tercero de sus pasos, cuando da todos sus frutos.
Y es que Como Que Nada Ocurrió es sin duda el mejor elemento de esta pequeña trilogía. De hecho, es tan bueno que se atreve a mirar de frente a la leyenda que alberga a su debut, regrabando una de sus canciones, “Water or snow”, una de las pocas en inglés de su repertorio, en compañía de la siempre impresionante voz de Carolina Otero y sus Someone Elses. De hecho fue una de las canciones que sirvieron de adelanto al disco cuyo resto de canciones, eso sí, es totalmente nuevo.
Y en el conjunto se nota más brío, un sonido reforzado que bebe de la sinergia de esta banda, que al fin ha encontrado su formación fija. Junto a Suso y al también miembro original de Petit Mal Juan Luís Salmerón, están Anna Sanz de Galdeano, Juanma García, Xavo Giménez y Marc Miralles. Un sexteto que ha logrado ese efecto tan anhelado por todos los músicos de sonar tan bien en directo como en el estudio, cosa que demuestran mejor que nunca aquí. El sonido de Como Que Nada Ocurrió -cuya grabación permanece fiel al estudio en que se facturaron los dos anteriores, El Árbol (Alaquàs, Valencia), bajo la batuta de Paco Morillas– es compacto, poderoso, fenomenalmente ensamblado, para que todas las canciones suenen como una sin dejar de poderse paladear por separado.
En cada una de ellas se nota el esmero en la composición, la calidad lírica, de una cualidad confesional pero sin llegar a ser afectada. Todo en equilibrio, perfectamente arreglado por toda la formación, que aquí brilla especialmente bajo una producción perfecta. Destacan todas, pero pellizcan especialmente el corazón joyas de la talla de “Como si fuera normal”, una delicadísima pieza de orfebre que parece mezclar a Dylan con Lloyd Cole, o “Partimos de un error”, con su brío eléctrico al servicio de una melodía infalible. Tampoco son desechables como single la muy country “Mala elección”, la inmediata “Para no despertar”, o el segundo tema en la lengua de Shakespeare, que finaliza el álbum, la algo psicodélica “Plain steel”. Pero lo cierto es que es difícil destacar algo sobre un conjunto que es sólido, variado y sin duda, el álbum que certifica a Petit Mal como uno de los proyectos más reivindicables, en formato de canción pop tradicional, de tierras levantinas. Música hecha con el corazón en la mano para oídos gourmet.