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Pumuky – No Sueltes lo Efímero (Keroxen)

A diferencia de muchas otras bandas de su generación, Pumuky ha sido un proyecto que nunca ha dejado de existir para posteriormente reunirse. Son unos auténticos supervivientes desde la trinchera. No cabe duda que cada uno de sus pasos artísticos ha sido realizado con diferentes metamorfosis en el seno de los canarios. Si echamos la vista a los últimos diez años, dos han sido las referencias aportadas. En primer lugar, el EP Castillo Interior (20), en el que Pumuky volvía a reducirse a la mínima y sustancial expresión, la que forman los hermanos Ramírez, Jaír, y Noé.

Las circunstancias de sobra conocidas a nivel mundial en las que se pergeñó, dio lugar a un trabajo eminentemente electrónico y sintético, siendo crucial como paso firme para afianzar la cohesión y esperanza de vida en su carrera. Ahora, cinco años después, muchos fans, entre los que me encuentro, y muy probablemente ellos mismos, pese a la dificultad de encontrar músicos afines al espíritu Pumuky en el archipiélago para juntarse, hacer que fluyera la química, ensayar y grabar después, llega una proeza en forma de disco largo, No sueltes lo efímero (25).

El resultado no puede ser más satisfactorio para quienes añorábamos la edad, digamos, de oro de la banda. La batería de Albert Morales y el bajo de Mariano Gracia han aportado los mimbres necesarios para construir una obra cohesionada, ágil y que representa un “no regreso” más que digno para sumar a las victorias pretéritas de los canarios.

La producción de Raúl Pérez no juega un papel invasivo y destaca sobre todo por aportar homogeneidad al conjunto de canciones; unas canciones en las que, de nuevo, resulta muy reduccionista hablar de géneros como slowcore, shoegaze o post-rock, ya que sí es cierto que Pumuky tiene un poco de todos ellos, pero sobre todo se caracteriza por ser un vehículo de expresión artística en el  que las etiquetas, sencillamente, son puntos de anclaje para desarrollar unas composiciones tremendamente personales e intransferibles.

Y qué composiciones. Resultaba imposible no esperar con excitación el resultado conjunto de las diez que componen No sueltes lo efímero (25) habida cuenta de la tremenda calidad y transmisión que desprendían los tres adelantos ya conocidos. Unos adelantos que la banda elige, en una maniobra repleta de seguridad y riesgo a la par, situar seguidos nada más empezar el viaje.

De esta forma, la monumental letanía vivificante que es “El salitre de tus labios” da paso al ágil nexo de unión que es la redonda “Lo recuerdo todo” y estalla en la inconcebiblemente hermosa “La singularidad”, una de sus mejores canciones a todas luces y que, para quien les escribe, supone una de esas que no querría escuchar mucho para no gastarla jamás (me resulta imposible hacerlo sin llorar una vez tras otra cuando lo hago).

A partir de ahí, lógicamente, el desarrollo atenúa la imponencia casi celestial, pero sigue rayando a gran altura, con un conjunto de temas que reiteran estructuras en busca de crescendos o desarrollos desbordados de emoción. Especialmente acertados me resultan los conseguidos con “Si no sabemos dónde ir” y con “Estudio sobre mi rabia”. Destacan en ellos los reconocibles destellos electrónicos marca de la casa, perfilados con el preciso perfil de la base rítmica aportada.

Tras una introspectiva “El desencanto”, llegamos a las dos canciones que cierran el disco por todo lo alto. La primera, “Hablando con los animales”, poseedora de una extraña alegría mágica en la que destaca una manera de cantar por parte de Jaír en la que se aprecia mejor que en ninguna el hecho de que la timidez de antaño ha dado paso a la serenidad y, por otro lado, que la tristeza ha dado paso a la paz del buen atardecer conquistado a lo largo de una vida. La segunda, “No sueltes lo efímero”, tema titular que sirve de magno broche, ratificando el pulso de una obra confiada, convincente y con una capacidad de transmisión casi inédita para los tiempos que corren.

Estamos ante un tratado musical que, en su vestida sencillez, nos cuenta la victoria del amor y la bondad, de la esperanza tras el derrumbe, todo en el último minuto, donde el instante y la eternidad se funden y confunden en un abrazo más allá del tiempo y del espacio.

Escucha Pumuky – No Sueltes lo Efímero

 

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