Ramirez Exposure – Exit Times (Lovemonk)
Los caminos del arte son inescrutables. Muchas veces hemos oído a artistas afirmar que su obra, en el momento en el que llega a la gente, deja de pertenecerles. A veces ocurre incluso cuando las canciones apenas acaban de brotar de la vibrante mente de su autor o autora: aquello que significaban unos minutos antes parece haber cedido a la presión del aire, como lo hace el sistema respiratorio de un recién nacido.
Solo de esta manera se puede explicar que un disco como Exit Times, que toma su nombre de una organización que defiende la extinción humana como medio para salvar el planeta, y que fue concebido tras un periodo oscuro en la vida de su creador, se haya convertido en el organismo vivo y luminoso que es. Su autor es Víctor Ramírez, el hombre tras el proyecto musical que conocemos como Ramirez Exposure, un proyecto que parece diseñado para llevar alegría y ganas de vivir a nuestras vidas. Sí, por mucho que este disco fuese, al menos en su periodo embrionario, un susurro de desesperanza y nihilismo, ha acabado siendo, como casi todo lo que hace Ramírez, un rugido de júbilo mediterráneo y soleado. Si al salir del útero por primera vez se ha podido oír un llanto, es solo porque había ganas de vivir y salir adelante.
No es ninguna sorpresa que en el tercer álbum de Ramirez Exposure hayan vuelto a colaborar Ken Stringfellow y Brian Young, aunque en esta ocasión lo hayan hecho desde la distancia. Incluso así se nota su mano, embelleciendo aún más las ya por sí preciosas y extremadamente melódicas canciones de Víctor. “Bridges and roads”, que abre el disco, resume en tres minutos y medio lo que intuyo que ha podido ser el proceso creativo de Exit Times: la letra empieza tirando hacia un extremo, mientras que la melodía y los exquisitos arreglos de pop byrdiano lo hacen hacia su opuesto. No está claro quien vence, aunque lo que queda en la mente tras escuchar la canción es esa excelsa guitarra que le pone el broche final. El tema titular esconde cierto pesimismo tras, de nuevo, un envoltorio preciosista y cristalino. El disco ha sido grabado en casa, pero no es para nada un disco casero. Su sonido es espléndido, los arreglos, insisto, exquisitos, y desde luego se trata de un trabajo de espíritu global, que podría triunfar en cualquier sitio. Incluso en cualquier tiempo, porque es imposible no acordarse del pop más diáfano de los 60, de la psicodelia, del power pop o del pop más elegante de los 90 al escuchar los temas mencionados, “Vivid night dreams” o una “The rituals” que a algunos les hará recordar los tiempos de Sarah Records. Los teclados, sin ser excesivos, aportan su toque de atemporalidad.
Hay sin embargo en Exit Times un ligero poso de amargura, y una buena dosis de ironía. Dado que su autor ha estado trabajando estos meses de celador en un hospital, es posible que no pudiese ser de otra manera. Ciertos pasajes coquetean con una oscuridad hasta ahora casi inédita en los trabajos de Ramirez Exposure, y hay canciones como “The rituals” en las que es imprescindible leer la letra para no caer en la trampa de su pegadiza melodía. Sí, Ramírez tenía cosas que decir en el que quizás sea su disco más meditado, personas e introspectivo. La melancolía de “Dalingeria”, una especie de sunshine-pop que lucha por abrirse paso en un día nublado, es buena muestra de esta otra faceta menos distendida y gozosa de su autor.
Una faceta que, sin embargo, cuesta descubrir entre canciones tan maravillosas. Si en algún momento se concibieron con tristeza o desesperanza, ahora que ya son nuestras, de quienes las escuchamos, algunos decidimos que su papel consistiera en mejorar ostensiblemente nuestro desastroso verano. En hacerle frente a la oscuridad, a la que ya le hemos dado demasiada ventaja. Seguro que Víctor estará de acuerdo. Y si no… Lo siento, Víctor. Ahora Exit Times es nuestro tesoro.