Sleigh Bells – Treats (Mom & Pop Music)
El debut del dúo compuesto por Derek Miller y Alexis Krauss no puede dejar indiferente a nadie. Se trata de un trabajo grabado con los equipos de sonido al límite, con todos los diales en rojo, y que debe escucharse también a todo lo que dé el estéreo. Su pegona combinación de ritmos electro y hip-hop, sumada a la contundente guitarra de Miller – tan distorsionada que en ocasiones tiene un aire de death metal – y al entusiasmo vocal de Krauss resulta un cóctel tan interesante (para los connaisseurs de la composición musical) como arrebatador (para los que gusten de escuchar discos buenos).
La reflexión más inmediata que se puede hacer es que estos chicos se parecen un montón a la srilankesa M.I.A.; no sólo porque el disco esté publicado por su mismo sello, sino porque se reconoce en ellos una base de ritmos parecidos (aunque Sleigh Bells son sin duda más “white trash”, más blanquitos y menos rítmicos – pero también más viscerales) y un estilo de cantar similar, lleno de descaro y de furia adolescente. No obstante, Treats no es ni de lejos una versión alterada de cualquier disco de M.I.A.; es un trabajo con una personalidad propia, y una propuesta bien innovadora – y uno de los trabajos más instantáneamente disfrutables que se han escuchado este año. Está plagado de canciones realmente notables que comparten un estilo y una identidad clara; después de todo, la complejidad instrumental de Treats no da como para explorar demasiados territorios sonoros.
Pero dentro de su limitado rango de sonidos, encontramos un sorprendente abanico de estilos. El disco comienza con cuatro martillazos que por fuerza han de poner el culo del oyente a menearse – “Tell ‘em”, “Kids”, “Riot rythm” e “Infinity guitars”. Podemos encontrar también temas como “Rill rill”, una alegre ritmillo perfecto para cantarse en cumpleaños, picnics y demás ocasiones poco pretenciosas.
También encontraremos temas más serenos y profundos, como “Run the heart” y “Rachel”, en las que las melodías pasan a ser emotivas y el ruido disminuye levemente, pasando el protagonismo de la guitarra distorsionada a los teclados y sintetizadores. Y además, son canciones realmente excelentes, que demuestran que, aparte de innovación sonora y demás, Sleigh Bells también poseen un enorme talento para escribir buena música.
De hecho, es esto lo que realmente hace de Treats un disco que no puede calificarse de menos que de excelente. Está plagado de excelentes composiciones, de arreglos acertadísimos y de melodías escritas con mucha más sensibilidad de lo que el estridente sonido del disco puede hacer parecer. Por eso la delicada voz de Krauss (que provenía de una girl-band infumable llamada Rubyblue, algo así como unas Take That femeninas) navega con total naturalidad por entre la avalancha de ruido de las guitarras y bases rítmicas, y ese contrapunto deja momentos francamente brillantes, como en el tema que da nombre al disco, la excelente “Treats”. Y para conseguir que este disco, que combina ruidos infernales con frágiles rizos vocales, funcione, el sonido ha sido cuidado y mimado con muchísimo cuidado. La mezcla y producción del disco es simplemente, perfecta, y seguramente eso es lo que hace que “Treats” pase de ser un disco meramente interesante a ser, sin duda, uno de los mejores debuts de los últimos tiempos y – de largo – uno de los mejores discos del año.
Y una de las mejores maneras de comprobar con seguridad que estamos ante un grupo sólido es acercarse a ver a Sleigh Bells en concierto: uno de los espectáculos más energéticos y desenfrenados que se pueden ver hoy día. Imprescindibles, oigan.