St. Paul & The Broken Bones – The Alien Coast ([PIAS])
St. Paul & The Broken Bones es una banda de Alabama que desde 2012, a partir de un núcleo duro formado por Paul Janeway (cantante) y Jesse Phillips (bajista), ha evolucionado hasta convertirse en un numeroso grupo integrado, en función de las necesidades, por hasta ocho músicos. Lo suyo empezó siendo empezó siendo un soul clásico, con instrumentos de viento y un sonido cercano a Stax, llegando a grabar en Muscle Shoals. La voz de Janeway, a pesar de ser blanco, tiene un toque de black music que llama mucho la atención y le da unos matices sorprendentes a sus canciones, pasando de los desgarradores gritos a lo James Brown a las plegarias góspel. Los músicos son suficientemente buenos para que sus discos sean algo más que una imitación de gloriosos sonidos del pasado.
El último de ellos es The Alien Coast, un trabajo en el que el grupo da un pequeño paso adelante tanto en cuanto al concepto del disco como por lo que respecta al sonido. Paso que, en realidad, ya habían empezado a dar en su aclamado Young Sick Camellia de 2018. Aquí lo concretan añadiendo pizcas de psicodelia y de R&B contemporáneo para dar con un sonido más personal, menos sumiso a sus referentes. St. Paul & The Broken Bones se han tomado su tiempo y el resultado lo demuestra. La colaboración del rapero Randall Turner, así como la inclusión de elementos electrónicos, han expandido su sonido y lo han hecho más interesante. El concepto alrededor de The Alien Coast es la extrañeza, la sensación de sentirse diferente o fuera de lugar, y la música realmente juega a favor de la idea, siguiendo sendas fantasmagóricas, con letras crípticas y efectos hipnóticos. Hay muchas referencias mitológicas (“Minotaur”, “Atlas”) y distópicas, acentuadas por un sonido en el que se prescinde en su mayor parte de los arreglos de viento y metal para optar por un enfoque casi industrial, inquietante y oscuro.
Como contrapunto, “Popcorn ceiling” parece que vaya a deshacerse en nuestros oídos, con su sonido acuoso cercano al lo-fi. Sonido que contrasta con la efusiva invitación al baile que es “The last dance”, con hechuras de hit a lo “Crazy” de Gnarls Barkley o “Get lucky” de Daft Punk. Esa es prácticamente la única concesión a la comercialidad, si no entendemos como tal la triste belleza de la balada “Love letter from a Red Roof Inn”.
Un disco que no me atrevo a calificar de experimental ni novedoso, pero que sí ofrece suficientes matices y diferencias respecto a trabajos anteriores, moviéndose en terrenos no tan pisoteados y asumiendo ciertos riesgos, como para recomendar su escucha atenta sin perderse ni un detalle. Un movimiento que saca momentáneamente a St. Paul & The Broken Bones de la liga de los simples revivalistas para lanzarlos a unas carreteras secundarias mal asfaltadas y mucho más interesantes.