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The Head & The Heart – The Head & The Heart (Sub Pop)

Este disco tiene algunas de las canciones más bellas que he escuchado en los últimos meses. Y no soy muy de expresarme en estos términos. Pero para hablar del disco de The Head & The Heart tengo que recurrir al saco de palabras que guardo arriba del armario y sólo bajo en contadas ocasiones.

El debut de esta banda de Seattle está muy bien hecho. Buenas canciones ejecutadas con maestría. No soy el único que lo piensa: hay al menos 10.000 personas más, más o menos las mismas copias que vendieron cuando tras ellos aún no estaba Sub Pop. Mejor dicho, cuando tras ellos no había nadie. Esto fue en 2010. Un año después, el sello ha tenido a bien reeditar el disco de sus paisanos y, con la excusa de que el disco ha sido remasterizado, alguna canción se ha vuelto a grabar y se ha añadido alguna otra en directo, nos lo cuela como un disco nuevo. Y nosotros encantados.

Porque el disco es una maravilla en sí mismo. Diez canciones de las que apenas sobra nada. Y, aunque hay que reconocer que puede pecar de cierto esnobismo y pretenciosidad en su forma, la verdad es que es un trabajo de enorme calidad. El manejo de las voces, la calidad de las composiciones y la instrumentación de The Head & The Heart son sobresalientes. Fruto de todos esos aciertos nacen canciones que, si bien están más cerca de revelarnos a qué huelen las nubes que la cantidad exacta de sal del sudor, rebosan intensidad.

Aunque el primer tema (“Cats and dogs”), por momentos, recuerda demasiado a Mumford & Sons, en cuanto comienza “Coeur d’Alene” con el teclado y la voz de Josiah Johnson, el déjà vu se desvanece. Tras ella llega “Ghost”, una animada huida hacia el pop guiada, esta vez de verdad, por el teclado de Kenny Hensley. La reposada y violinizada “Down in the valley” (con un crescendo terriblemente emocionante) sirve de preámbulo ideal para una de las canciones del disco. “Rivers and roads” es simple, pero crece con la voz de Charity Rose Thielen; sólo su irrupción brutal a los tres minutos justifica la corona de “Rivers and roads”.

La dulce “Honey come home” enlaza con otra de las canciones del disco: “Lost in my mind”. Otro tema, sobre perderse y avanzar, que crece a partir de una estructura vocal excelente y que posee unos picos de intensidad irresistibles; mientras siga funcionando, el trío de voces que forman Josiah Johnson, Jonathan Russell y Charity Rose Thielen es una gozada. El disco se cierra con la breve y apocada “Winter song” (otra vez las voces, y otra vez Charity), los interesantes virajes melódicos de la coral “Sounds like hallelujah” y los casi seis minutos de “Heaven go easy on me”, posiblemente la canción más predecible del debut.

Un disco sensacional. Sin más.

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