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The Waterboys (Sala La Riviera) Madrid 15/09/22 

Antes de actuar en el Visor Fest de Murcia y en el Teatro del Generalife de Granada, Mike Scott y sus Waterboys hicieron parada en la madrileña sala La Riviera, aprovechando la ocasión para sugerir que bien podrían estar viviendo su mejor momento como banda. No en cuanto a popularidad se refiere, claro, siendo como son un grupo irremediablemente asociado a la década de los ochenta (Scott reconocía, en una entrevista realizada por el firmante para el medio amigo Mondo Sonoro, que “de alguna manera, el éxito de nuestros viejos discos juega en nuestra contra”), pero sí en términos efectivos.

El escocés ha sabido mantenerse vigente como autor e intérprete, así como rejuvenecer su sonido sin, primero, caer en esa caricatura habitual en otros compañeros de profesión desfasados y perdidos; y, segundo, sin traicionar los motivos mismos de su música. Y esa misma esencia es la que ofertó el quinteto a orillas del Manzanares, en el que fue un grandísimo concierto protagonizado por rock tan clásico como sin duda vigente y al margen de modas irritantes, que en uno u otro momento se nutrió con pinceladas de blues, country, folk, y hasta alguna que otra insinuación de hard-rock. Resulta, además, que The Waterboys siguen lanzando discos notables como ese ‘All Souls Hill’ (22) que vio la luz en abril, con los que su autor certifica una y otra vez que su madurez artísitica goza de excelente salud.

Si el día antes James habían sufrido en sus carnes la cuestionable acústica de la sala,The Waterboys superaron dificultades y lograron un sonido poco menos que impecable, lo que unido a la no menos intachable ejecución del grupo sobre las tablas y el carisma incorruptible del propio cantante, certificaron un triunfo sobre el que no caben dudas. El viejo Scott hizo gala de un momento envidiable, con esa voz rota luciendo una mezcla de potencia y solera que en la práctica resulta irresistible. Más de cien minutos de rock tradicional, auténtico hasta la médula, con pinceladas de espectacularidad (sobre todo centradas en la necesaria y pintoresca figura del teclista «Brother» Paul Brown), pero sin atisbo de artificialidad y apostando por una pureza fuera de lo común.

El repertorio fue repartido entre clásicos de los ochenta y noventa como “This Is the Sea”, “The Pan Within”, la preciosa “When Ye Go Away”, “Be My Enemy”, “All The Things She Gave Me” o “Glastonbury Song”, y temas más recientes e igual de convincentes del tipo de “Where The Action Is”, “Ladbroke Grove Symphony” o “My Wanderings In The Weary Land”. Por su parte, “The Lake Isle Of Innisfree” y “Nashville, Tennessee” conformaron el tramo blusero de la noche, mientras que la todavía emocionantísima “Fisherman’s Blues” echaba el cierre al grueso del concierto. “The Whole Of The Moon” –convenientemente actualizada pero respetuosa con respecto a la original de 1985– y la bella “How Long Will I Love You?” certificaron, en los bises, la exquisitez del asunto en cuestión.

A su paso por Madrid, ante una audiencia fiel y en una sala que a punto estuvo de agotar el papel gracias al público de cierta edad, el cantante y sus The Waterboys rozaron la excelencia, dejando para el recuerdo una actuación sencillamente impecable. Una velada en la que confluyeron (en inteligente harmonía) pasado y presente, clasicismo y vigencia, todo al seguro amparo de esa presencia escénica que da un buen puñado de décadas en el negocio. Mérito también derivado de afrontar una nueva edad creativa con tanto gusto, talento y carencia de miedo como viene haciendo el legendario Mike Scott.

 

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