Volpina + D’Donnier (Ambigú Axerquía) Córdoba 01/07/23
Otra vez la terraza del Ambigú. De nuevo el emplazamiento requerido para estas ocasiones, cuando unos amigos presentan disco y otros cuantos van a verlos y escucharlos encantados de que proyectos tan interesantes echen a rodar con tan buenas expectativas. El tiempo dará o quitará razones para el optimismo, si tenemos en cuenta que tal vez no sea la mejor idea en un mundo que cada vez presta más atención al ruido que a las nueces el aventurarse en avatares discográficos de riesgo manifiesto. De ahí que las noticias de un nuevo paso en ese sentido, arriesgado pero firme, en una ciudad con una escena que se retroalimenta como único recurso para proclamar sus virtudes, deban ser recibidas con el júbilo y la algarabía inherentes a cualquier alma inquieta que vea en la cultura y más concretamente en la música la tabla de salvación, a veces única, para salvar a la civilización occidental de un naufragio que se vislumbra cercano.
Dejando disquisiciones filosóficas aparte y apelando a la propia esencia del nuevo acto, en esta ocasión doble, presentado en nuestra segunda casa, es admirable la perseverancia de algunos artistas de ya largo recorrido en continuar una carrera con tantas intermitencias como las circunstancias le obligan a forzar. David Donnier, músico francés de nacimiento y cordobés de adopción y convicción, mantiene el tipo más que dignamente después de disolver –o dar descanso indefinido, como se suele decir en estos casos- a His Bones, el grupo en el que se apoyaba para hacer canciones inquietas, inspiradas al mismo nivel en ritmos latinos, folk americano, new wave o el sello propio de alguien que habla cinco idiomas y ha vivido a uno y otro lado del mapa sobreponiéndose a crisis creativas de todo tipo, que nunca se replanteó si su aportación era realmente necesaria o si tanto sacrificio podría significar el fin de su empeño creativo. Reduciendo a la esencia sus canciones, en principio nada fáciles de interpretar a guitarra acústica y voz, preparó un set en el que balanceaba lengua materna y filias anglosajonas, doblando y sampleando voces y cuerdas, disparando bases y sorprendiendo incluso a quienes ya sabíamos de sus poderes. “Kids”, “Modern times”, “Danser”, “Up to you”, “Dope”, “Unpredictable”, por citar algunas, son piezas en las que se entremezclan tantas cosas que se hace difícil llegar a conclusión alguna, más allá de calificar la maniobra como justamente reza el último título, impredecible y repleta de expresividad. La dupla franco-británica de “Pour te dire/Sunshine” habla alto y claro de su vocación cosmopolita, y los homenajes a sendas féminas bautizadas “Emma” y “Julia” le sirven para situar su pequeña historia sentimental en unas canciones que enlazaron un directo con un falso halo de improvisación y mucho más recorrido del que pueda parecer. Un artista a redescubrir y apreciar en la medida que se aprecian los tesoros personales, esos que solo muestras a seres de confianza.
Había ganas, muchas en el caso del aquí narrador, de comprobar cómo Volpina, probablemente la banda más interesante surgida en la reciente escena pop cordobesa, defendían de manera oficial –hubo otro reciente intento, en peores condiciones sonoras y logísticas, cuando aún el disco no estaba en la calle- el pequeño repertorio incluido en Lecciones De Vuelo, un EP de seis temas llenos de bonitas guitarras, bases rítmicas encantadoramente sencillas e historias personales extrapoladas a los motores que siempre han movido el mundo de la creación: El amor como base de todo lo que nos ocurre, el peso de los recuerdos y el anhelo de vivir eternamente. Las eternas contradicciones del ser humano reflejadas en la voz y el bajo de Migue Pérez, otro nombre clave para cerrar el círculo de la escena musical cordobesa, compositor de todos los temas, secundado por la guitarra rítmica de David Paz, la solista de Ismael Delgado (el eterno compañero de viaje desde que fundaran Los Esclavos, banda de corto recorrido a la que la fortuna no sonrió como merecía) y la batería de Mario Cano. Gente preparada, amantes del pop de toda la vida pero también de la música con esquirlas y fuego contenido. El ejemplo palpable es un tema fabuloso titulado “Cómo volar” en el que revolotean las sombras del post rock y gana terreno e intensidad en directo, pero no podemos pasar por alto un himno como “Tampoco es para tanto lo nuestro”, una canción que podría sonar en Radio 3 o ser recomendada como el penúltimo must en cualquier revista online (o en Mondosonoro, por citar alguna de las que resisten editadas en papel). La sencillez y el encanto de escuchar en directo “Tiempos de paz”, “Harrison viene a verme” con los coros de Pilar Montero, colaboradora también en el disco, “Resort” o el otro single clarísimo, un “San Miguel alto” que es todo un homenaje a Granada, la ciudad donde el autor vivió y forjó el tremendo bagaje que le ha llevado a seguir en la lucha durante tantos años. El nuevo empeño, y esperemos que definitivo, incluye la revisión de “A balón parado”, clásico de Tarik y La Fábrica de Colores, referente indispensable de la banda, y algún anticipo de las inminentes canciones, ya grabadas a la espera de edición en los próximos meses, donde hablan de lo que habría sido de la ciudad sin ellos, de si realmente aún quedan cosas por deshacer o de cómo una semana puede significar todo un mundo, por aquello de que el tiempo y el espacio son relativos.
No sé si esta podría haber sido una puesta de largo, si es que el término sigue siendo válido a estas alturas, aunque solo por el hecho de reafirmar el estado de gracia que lucen algunas propuestas locales, apuntalado con grabaciones más que decentes y agendas en las que poco a poco se apuntan más fechas y actuaciones, merece la pena asistir al (re)nacimiento de cada nuevo proyecto con la misma ilusión que sus creadores. A Volpina y D’Donnier, el agradecimiento por no perderla nunca; a la sala, el brindis porque nunca dejemos de apostar por ella. A nuestra manera, ganaremos siempre.
Fotos: Antonio E. Molina