Yard Act – The Overload (Universal / Music As Usual)
Todo parece indicar que, a lo largo de la recién estrenada temporada, continuará el incesante goteo de grupos que en los últimos años vienen protagonizando un espléndido revival de post-punk y new wave en Reino Unido. Una tendencia copada por formaciones que, de uno u otro modo y de manera más o menos evidente, reivindican el legado de grupos como The Fall, Wire, Gang Of Four, Public Image Ltd. (PiL) y compañía, conformando una liga numerosa en la que, entre otros, compiten Squid, Dry Cleaning, IDLES, Shame, Porridge Radio, Fontaines D.C., Sleaford Mods o Black Country, New Road.
Ahora son Yard Act los que se suman a la partida, en base a un genial debut que, de un solo plumazo, los mete directamente en la lucha por el título. ‘The Overload’ (Universal, 22) muestra a un grupo que con frecuencia relaja la aspereza inherente al género, para caer hacia una versión algo más accesible, pop o “coreable” del asunto. Los de Leeds muestran suficiente flexibilidad como para oxigenar los parámetros básicos del estilo, en una decisión de lo más favorecedora. En cualquier caso, el cuarteto se muestra abrasivo en su mensaje tirando de lírica inteligente, irónica y crítica que apunta hacia el capitalismo y una sociedad enferma. El presente estreno es un engranaje en el que todas sus piezas parecen funcionar, amparadas por esa ejecución vocal de James Smith –tan sólida como sugerente– que gobierna once canciones repartidas entre notables y directamente espléndidas, volcadas en un disco redondo de apenas cuarenta minutos. Un triunfo concretado, por ejemplo, en el trío de ases que abre referencia, con la propia “The Overload”, “Dead Horse” y “Payday” arrasando a su paso. También destaca una “Tall Poppies” con ecos de Television, el ramalazo punk gamberro de “Witness (Can I Get) A?”, “Land Of The Blind”, el explícito spoken word de “Rich” y su marcada línea de bajo, “Pour Another” o esa “100% Endurance” que cierra el elepé mientras remite en la lejanía a The Strokes.
Yard Act son verticales y agresivos, pero también pegadizos e irresistibles desde el primer contacto, en una anomalía juguetona que los torna irresistibles y genera en torno a su música un tipo de adicción poco habitual. El combo tiene todo para convertirse en uno de los próximos grandes grupos de Reino Unido: actitud, mensaje, imagen, y una horquilla de influencias bien asimilada y suficientemente amplia pero que no pierde de vista el motivo principal. Y también, en base al contenido de ‘The Overload’ (Universal, 22), parecen poseedores de un talento desvergonzado para apostillar canciones directas a la yugular ante las que solo queda claudicar.