Discos

1999: Jon Spencer Blues Explosion – Acme Plus (Matador)

Los discos que cambiaron nuestra vida

La publicación en 1999 de Acme Plus corona, con una serie de acertados remixes y de material inédito de enorme calidad (nada que ver con los habituales restos de caras B) la edición, un año antes, de un disco que nadie que aprecie la animalidad de la música rock puede dejar de conocer, escuchar y reverenciar: Acme, de Jon Spencer Blues Explosion.

Acme Plus es un disco gigante; seguramente una de las mejores expresiones de la esencia del rock’n’roll publicadas en casi dos décadas. Tras quince años sacando discos con Pussy Galore y más tarde con la Blues Explosion, siempre fiel a su particular punk-blues – tan brutal y directo como electrocutarse en la ducha -, Jon Spencer consigue concentrar en este disco las esencias de su peculiar estilo musical, en que el músculo y el empuje priman muy por encima de la estructura, la composición o la lírica; no obstante, a diferencia de alguno de sus trabajos más crudos e impenetrables, en Acme Plus encuentra la confianza y la inspiración necesarias para incorporar sonidos e influencias mucho más amplias y así componer un serie de canciones excelentes, llenas de buenas melodías y de riffs acertadísimos, que añaden al derroche de sudor y sexualidad musical un toque de calidad indiscutible. La combinación, gracias a la impecable ejecución y a la evidente confianza en sí mismo que emana de la figura titánica de Jon Spencer como guitarra y voz, resulta lisa y llanamente memorable.

El carácter de la edición completa de Acme Plus empieza desde el primer segundo de la salvaje “Wait a Minute”, toda una declaración de intenciones que marca el ritmo para el resto del disco. Este tema, que no estaba en la edición original de Acme, es sin duda uno de los platos fuertes del disco junto con clásicos de distintos tipos como la brutal “Bacon” o la psicodélica “Magical Colors”. Temas de melodía más funk como “Blue Green Olga” o “Heavy” hacen de Acme Plus un disco más accesible que otras obras de la Blues Explosion, y junto con temas más experimentales y/o humorísticos como “Heavy”, “Soul Trance” o “T.A.T.B.” acaban de dar a esta magna obra su carácter peculiar: fiestero, desafiante, y sobre todo descaradamente directo y personal.

Otros cortes más puramente eléctricos, como “Electricity”, “Confused” o “New Year” conforman una columna de temas que destacan por su energía y velocidad, y que aún con el toque extra de dinamita que Jon Spencer le da – cual rey Midas – a cualquier cosa que toca, no dejan de ser canciones rockeras que podría componer cualquier paleto de Michigan con una guitarra mal afinada y una sobredosis de anfetaminas. Pero conformados dentro de la exquisita colección de canciones que resulta Acme Plus añaden el empuje necesario para poder calificar a este disco de bombazo en todos los sentidos. Lo directo de sus sonido, sus preciosistas arabescos punk y la enormidad de su energía y su descaro nos transportan directamente a los tiempos en que la música era simple y personal; a la época en que éramos bellos y el rock’n’roll podía cambiar el mundo; antes de las complicaciones existenciales de los cantautores melancólicos, antes del brit-pop, el new-rave y el post-rock, antes de que el rock se convirtiera en una fuente de imitaciones destinadas a hurgar en los bolsillos de los desilusionados pero siempre esperanzados fans.

Con todo, es fácil argumentar que Acme no brilla demasiado, a nivel musical, por encima de demasiados grandes discos. Jon Spencer Blues Explosion no son Nick Cave, ni Wilco, ni Massive Attack, ni siquiera Pulp; sin la menor duda, existen docenas de grupos capaces de editar discos de sonido mucho más esmerado y de canciones mejor elaboradas (aunque en este disco sí hay unos cuantos temas realmente buenos), pero en cambio presenta una serie de cualidades que, cual alineación de planetas, se combinan muy raramente en un mismo disco.

Primero, el acertadísimo punto de equilibrio que la banda neoyorquina encuentra entre el rock bien crudo – con su habitual formación de guitarra eléctrica, otra guitarra (aún más eléctrica) y batería -, un funk-soul sabroso, inteligentes estructuras de blues, remotos toques de electrónica y la arrogancia lírica heredada del hip-hop. Con tantas cosas por en medio, seamos sinceros, es muy fácil pifiarla. Y quizá Jon Spencer no sea el músico más genial de la historia, pero está clarísimo que en Acme Plus la clava al cien por cien. ¿Pura suerte? Pues quizá, ¿pero quién va a quejarse?

Segundo, el alma de este disco nace de una banda en la cima de su autoconfianza. La arrogancia y el sentido del humor (que no la bufonería) inundan todos y cada uno de los temas – incluso en remixes de artistas invitados como David Holmes o Moby – y dan a Acme Plus un carácter muy personal y absolutamente arrollador. Acme Plus es un desafío al mundo de la música; el vehículo perfecto para el inconformismo de un Jon Spencer que en todas y cada una de sus obras reivindica la visceralidad por encima de la intelectualidad, la interpretación personal y pasional de los géneros musicales por encima de la reinvención efectista. Este disco predica la palabra de Jon Spencer: para hacer rock’n’roll lo único realmente esencial es muchísima arrogancia, guitarras distorsionadas y un par de pantalones de cuero apretados.

Tercero, en Acme la banda neoyorquina se esmera al máximo en la ejecución y producción del disco; logran un sonido compacto pero de gran profundidad, y dejan un poco de lado el irrenunciable y omnipresente purismo eléctrico de sus discos anteriores para buscar una mayor variedad instrumental, un estilo algo más juguetón y ‘groovy’ que combina maravillosamente con su natural contundencia. El resultado es algo difícil de explicar pero tiene el innegable efecto de hacer que, sin importar el recuerdo que uno tenga del disco, siempre sea una delicia volver a escucharlo. Como efecto secundario, deja a cualquier disco que uno escuche a continuación a la altura del betún – afortunadamente, esto no dura más que unas pocas horas.
Aquellos que ya conocieran este olvidado disco no podrán resistir la compulsión de volver a escucharlo inmediatamente, y no cabe duda de que van a sentir exactamente la misma descarga de energía que la primera vez que lo escucharon. Y para aquellos que no lo conocieran, este disco puede planearles un interesante test: al escucharlo por primera vez, lo correcto es pensar “si tuviera una banda de rock, ÉSTE es el disco que me hubiera gustado hacer”. En caso contrario, debe concluirse que uno no tiene corazón y que haría mejor en labrarse un futuro en campos como el marketing, la administración pública o el diseño de compresores industriales, y dejar la música en manos de tipos capaces de regalarnos discazos como este Acme Plus.

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