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50 años del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band

Poco podían imaginar George Harrison, John Lennon, Paul McCartney y Ringo Starr que, cuando decidieron tomarse unos meses de descanso tras una aparatosa gira (que a la postre sería la última), estaban cerca de concebir uno de los mejores discos de la historia, seguramente el más popular y muy posiblemente el de la portada más icónica, difundida e imitada: el inigualable Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. En realidad, en su mente estaba más presente la idea de la separación, temporal o definitiva. Así al menos se lo comunicaron a Brian Epstein, que estaba perdiendo ya el favor de la banda. Durante aquella separación temporal Lennon actuó en la película How I Won The War (Richard Lester, 1967) y conoció a Yoko Ono, Harrison profundizó en su estudio de la música y la filosofía oriental, McCartney compuso una banda sonora y viajó, mientras que Ringo Starr…bueno, Ringo no hizo nada especial, como siempre.

Fue McCartney el que tuvo la idea. En su cabeza se agolpaban diferentes sensaciones, como la imposibilidad de llevar sus últimas composiciones al directo, los problemas de su última gira, la identidad perdida de la banda y el peso del nombre de los Beatles. Un peso que les impedía, aparentemente, avanzar todo lo que ellos desearían en lo musical. Muchos temas de Revolver, el disco que habían publicado un año antes, ya resultaban imposibles de recrear en vivo. Y posiblemente, aunque lo hubiesen podido hacer, el esfuerzo no hubiese valido la pena porque nadie más allá de las primeras filas hubiese escuchado nada entre el griterío habitual de sus conciertos. ¿Por qué no deshacerse del peso de ser Los Beatles? ¿Y si crearan un alter-ego, una banda ficticia, y fuese esta la que grabase su próximo álbum? Ellos no necesitarían defender esas canciones en directo, al fin y al cabo no serían de los Beatles. De hecho tenían casi decidido no volver a hacer directos y centrarse en el estudio y todas las nuevas posibilidades tecnológicas que ofrecía para la experimentación. Paul McCartney decidió intentar algo parecido a lo que su admirado Brian Wilson había conseguido con Pet Sounds: hacer que el rock avanzara más de una década de un plumazo.

Además el disco tenía que girar alrededor de un concepto, y ese concepto tendría que ver con la propia banda, su historia. Pero no serían ellos, serían otros. ¿Qué nombre ponerse? En California abundaban los grupos con nombres largos: Quicksilver Messenger Service, Big Brother and the Holding Company, Captain Beefheart & His Magic Band, Frank Zappa & The Mothers of Invention… El nombre se les ocurriría más adelante: serían Sgt Pepper and his Lonely Hearts Club Band. Con estas ideas en la cabeza, entraron en el estudio en el otoño de 1966. La prensa y la propia discográfica, poco acostumbrados a que la grabación de un álbum durará más allá de unas cuantas semanas, empezó a presionar al grupo para que mostrara algo del nuevo material. Los Beatles reaccionaron con uno de los mejores singles de todos los tiempos: “Strawberry Fields Forever” / “Penny Lane”. Sin embargo el resultado comercial no fue el esperado, algo que visto desde hoy nos resulta casi imposible de creer, pero hay que tener en cuenta que, en apenas unos meses, los Beatles habían evolucionado tanto musicalmente que habían dejado muy atrás ya aquello que sus fans esperaban de ellos. Ellos no tenían la perspectiva histórica que tenemos nosotros.

Mientras la prensa los despellejaba anunciando que los Beatles habían perdido el rumbo artístico, estos seguían concentrados en el estudio experimentando con todo lo que tenían a mano: cintas al revés, grabaciones duplicadas y reproducidas simultáneamente pero a diferentes velocidades, sonidos orquestales, Mellotrones, tratamiento de las voces, manipulación de la batería y del resto de instrumentos, sonidos circenses, falsos directos, music-hall, psicodelia, jazz… Son tantas las innovaciones que vieron la luz por primera vez en Sgt. Pepper’s, al menos a un nivel comercial importante, que se podrían escribir varios libros sobre el asunto, como de hecho así ha sido. En cuanto a las letras, la mezcla entre referencias a las drogas y a la propia infancia de los Beatles, a la filosofía, la metafísica y las nuevas corrientes hippies, así como a las andanzas de la banda ficticia a la que habían cedido el protagonismo del álbum, anticipan lo que serían las típicas letras entre esotéricas y surrealistas de los grandes discos de la incipiente psicodelia.

En un arranque de ego, molestos por la reacción de la crítica ante el single de adelanto, Epstein y George Martin tomaron la decisión de no incluir “Strawberry Fields Forever” y “Penny Lane” en el álbum. A los Beatles no les debió parecer raro, a pesar de que empezaban a querer tener más control sobre las decisiones artísticas, porque al fin y al cabo la mayoría de sus singles de éxito se lanzaron solo en ese formato y no fueron incluidos en sus discos normales, al menos en las versiones británicas. Sin embargo fue una decisión que posiblemente cambió la historia del disco, ya que precisamente “Strawberry” y “Penny Lane” fueron las primeras canciones que grabaron en el estudio porque eran las que iban a marcar el tono, entre irónico, desencantado y nostálgico, de lo que iba a ser el disco. No fue así, y es difícil afirmar con certeza si esta decisión mejoró o empeoró el resultado final. Estamos tan acostumbrados a escuchar el Sgt. Pepper’s tal como quedó en su momento que es realmente complicado imaginarlo de otra forma, con otro inicio u otro final, con otra secuencia de canciones o quitando alguna de ellas para incluir las dos mencionadas.

Hablando del final.. ¿Existe algún disco con un epílogo más espectacular que “A day in the life”? Estratégicamente colocada después de que finalizara “Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band (reprise)”, la canción que teóricamente cerraría el círculo y el disco, “A day in the life” funciona como escena extra, como resumen de lo anteriormente publicado, quizás como anticipo de lo que estaría por venir. Es un verso suelto, un eslabón perdido, la culminación de todo lo que los Beatles habían aprendido y experimentado en los dos años anteriores. Poco hay que añadir sobre esta canción, sobre la que tanto se ha hablado y escrito. Solo comentar que se trata de una de las composiciones más complejas e innovadoras de la historia del pop, y que su mito se basa no solo en su complejidad y vanguardismo, sino en la capacidad de la canción para introducirse en la mente del oyente, para activar ese resorte interior que avisa cuando estamos ante una obra maestra; de conciliar, algo que pocas veces se consigue, lo novedoso y avanzado con lo popular.

Mención aparte merece la portada, una de las pocas en la historia de la música que posiblemente conozcan incluso aquellas personas que no hayan escuchado el disco. Tan legendaria como el propio disco, y asimismo imitada hasta la saciedad, empezando por Frank Zappa que no esperó mucho para copiarla, a su sarcástica manera, en su We’re Only In It For The Money de 1968. Una portada que removió los cimientos de la cultura popular al mezclar en ella a gente como Bob Dylan, Muhammad Alí, Marilyn Monroe, Oliver Hardy o Johnny Weismuller con diversos gurús hindúes, personajes tan controvertidos como Alesteir Crowley (y eso que se quedaron fuera Jesucristo y Hitler), y figuras de prestigio como Oscar Wilde, Stockhausen, Jung, Einstein, Edgar Allan Poe o Karl Marx, entre otros muchos. Una portada cuyo génesis explica perfectamente Xavier Valiño en su recomendable libro La Cara Oculta de la Luna (Editorial Milenio, 2016), y que ha dado lugar a innumerables ensayos y libros como Esto No Es Música (José Luis Pardo, Galaxia Gutenberg, 2007), que parte de la portada del disco como base para un extenso análisis de la cultura pop y sus implicaciones filosóficas en el malestar que, a juicio del autor, impregna la cultura de masas del siglo XXI. Una portada, además, mil veces analizada y escrutada por los fans del grupo, muchos de los cuales creen ver en ella signos y mensajes ocultos, cuando no directamente señales de maquiavélicas conspiraciones, como aquella que, según la leyenda, sustituyó a un fallecido en accidente Paul McCartney por un doble casi perfecto.

Para finalizar, y como seguro que habréis escuchado mil veces este disco, damos por concluido este artículo repasando el Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles pero en la voz de otros artistas. Hemos intentado no recurrir a las que hicieron los Bee Gees y Peter Frampton, que protagonizaron una película de infausto recuerdo basada en el disco de los Fab Four. Nos hemos centrado en recreaciones eternas como la que Joe Cocker hizo del “With a little help from my friends” o la versión de “Lucy in the sky with diamonds” por parte de Elton John, junto a otras menos conocidas y curiosas. Para terminar, rendimos un emotivo homenaje a nuestro admirado y ya añorado Chris Cornell, que cierra el artículo cantando “A day in the life”.

Esperamos que esta selección os sorprenda y os guste.

1. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (Jimi Hendrix)

2. With A Little Help From My Friends (Joe Cocker)
3. Lucy In The Sky With Diamonds (Elton John)
4. Getting Better (Kaiser Chiefs)
5. Fixing A Hole (Easy Stars All Stars)
6. She’s Leaving Home (Al Jarreau)
7. Being for the benefit of Mr. Kite (The Residents)

8. Within you without you (Sonic Youth)
9. When I’m 64 (Cheap Trick)
10. Lovely Rita (Travis)
11. Good Morning Good Morning (The Triffids)
12. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (Reprise) (Stereophonics)

13. A Day In The Life (Chris Cornell)

2 comentarios en «50 años del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band»

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