Polaroid
Quizá la gente no lo vea así, pero descubrir que tu propio disco te sigue sorprendiendo a medida que lo escuchas se trata sin duda de una buena señal
No es nada malo que un grupo de aquí, de los que podrías perfectamente acercarte a ver si no estás demasiado lejos de la ciudad donde darán el próximo bolo, te recuerde a tantas y tan buenas cosas que llevas escuchando en emisoras extranjeras (las nacionales, salvo honrosas excepciones, olvidan que una vez tuvo sentido el concepto de radio musical); y tampoco lo es que descubras que esas canciones tienen el empaque suficiente como para sonar en cualquier parte.
Y para llenarte de esperanza respecto al futuro del rock en este bendito país. Por eso charlamos con Polaroid, unos donostiarras que editan un primer disco largo y apuntalan dicha esperanza.
Decís que este es un disco de contrastes, de atmósferas por descubrir y de tardes pasadas por agua. ¿Cómo condensáis todo eso en solo 33 minutos de música?
Creemos que el trabajo ha sido un acierto. Quizá la gente no lo vea así, pero descubrir que tu propio disco te sigue sorprendiendo a medida que lo escuchas se trata sin duda de una buena señal.
«Temper the blanks» fue un EP producido y grabado en casa, en vuestro propio local, y ya apuntaba unas maneras nada domésticas, como si quisierais demostrar que no se necesitan grandes medios para transmitir un sonido potente.
Bueno, el empeño que pusimos fue enorme. Y por ese entonces creímos de verdad que las canciones eran buenas. Siempre hemos pensado que a base de trabajo y esfuerzo se logran grandes retos.
¿Esa apuesta por la autoedición es una necesidad, una actitud meditada desde el principio o una conclusión inevitable ante la debacle de la industria?
Siendo realistas, ahora mismo es una necesidad. Si mañana nos llamaran de una discográfica y nos plantearan un proyecto costeado, en el que nos permitieran mantener la independencia de la composición, seguramente lo veríamos con buenos ojos. Siempre hemos dicho que autoeditar tiene bastantes ventajas, pero también tiene muchísimos contras que son complicadísimos de sortear, y el primero es el económico.
Había temas, aunque menos redondos que los últimos que habéis grabado, muy en la onda de bandas como Editors o Interpol, con una base oscura que lo envuelve todo.
Sí, se ve en seguida que «Temper» es menos redondo. Y de Editors e Interpol, qué quieres que te diga, nos lo han comentado ya varias veces…
Ahora, con «The escapist», la sensación es como de superproducción, como si quisierais hacer una declaración de intenciones respecto a cómo queréis sonar realmente.
Para nosotros, la declaración la hicimos con «Temper». En «The escapist» ves cómo sonamos realmente. Se trata de un sonido muy definido, los pedales y efectos, el hueco entre bajo y guitarras, las melodías y cadencias de las canciones… En fin, yo creo que no se puede ir por ahí diciendo cómo quiere sonar Polaroid, sino más bie, «hola, somos Polaroid, y sonamos así». En cuanto a la producción, Haritz (Harreguy) lo hizo genial, fue muy elegante y cuidada y estamos muy satisfechos con su trabajo.
En la portada, un claustrofóbico pasillo de metro muestra la salida al final del túnel. ¿De quién o de qué quieren escapar Polaroid?
El disco es como una historia, un cuento en el que el personaje se aferrará a lo que siente hacia otra persona y la posibilidad de futuro que ve, para salir de sus miserias y abrirse hacia el mundo exterior.
Es un disco mucho más variado y creo que mucho más maduro, aunque sean solo ocho canciones. ¿Guardáis alguna más en la recámara para posteriores trabajos?
Dejamos de grabar algún tema, sí. En concreto hay uno instrumental muy potente que solemos dejar para directos, y a la gente le suele sorprender. Y también existen bocetos, borradores como los llamamos, que se podrían convertir en futuras canciones.
Seguimos viajando a ese mundo onírico y lleno de sensaciones encontradas que transmiten vuestras letras, desde el prólogo hasta el epílogo.
El mundo dentro de «The escapist» es un mundo, como bien dices, de sensaciones encontradas. A medida que transcurre la historia, las sensaciones se van acumulando, las letras te las hacen llegar en forma de metáforas e imágenes oníricas, y a veces no sabes realmente en qué punto del cuento te encuentras. Forma parte del proceso de redención del personaje que se quería plasmar.
Eso se refleja también en los vídeos: el del tema que titula el disco no es precisamente un cuento de hadas.
No lo es. Lo cierto es que la imagen y el modo en que se ha tratado en general el clip son totalmente coherentes con la atmósfera y el regusto del disco. Un acierto haberlo grabado en la Estación Internacional de Canfranc y con Javi Díaz.
Tampoco habéis perdido personalidad, y eso es importante en un primer disco largo. ¿Hacer rock alternativo hoy en día es equivalente a no hacer concesiones?
Si te refieres con eso a imponerte unos límites o directrices, todo lo contrario. El punto de partida se sentó, y ahora los recursos y la imaginación van desarrollándose con el tiempo y la experiencia del aprendizaje. Hoy hemos hecho esto, un disco un tanto conceptual, y sonamos así, y mañana esperemos que un poco mejor. Pero eso sí, siempre que haya algo nuevo que decir, o por lo menos con palabras y formas distintas al de los otros dos trabajos.
Una banda con unas influencias tan personales como las vuestras y esa manera tan convincente de plasmarlas, ¿cómo ve el futuro de la música en España, hay actualmente bandas que en unos años servirán de referencia para las generaciones venideras?
Sí, ¿por qué no? Referencias hay a puñados, aquí y fuera de España. Luego ya depende del que busca, escucha y juzga. Estamos en un periodo muy cambiante, en cualquier ámbito de la sociedad. La música va y viene, y todo se mueve y cambia muy rápido. Eso es complicado para perdurar siendo fiel a lo que haces, como lo hacían otros artistas del pasado. Por fiel me refiero a desarrollar tu estilo, no a cambiarte de acera cada año según la necesidad y tendencia del momento. Ahora vas y ya has vuelto, y tendrán que rebuscar mucho para encontrarte dentro de la vorágine de bandas que está dando a la luz nuestro tiempo.
Habéis retomado la gira en vuestra tierra (Euskadi), después unos cuantos bolos en Cataluña, continuáis en Burgos, Madrid… En verano muchas bandas sobreviven a base de festivales. ¿Es el momento para que Polaroid esté incluido en algunos de ellos?
Ojalá, pero la presencia en festivales está copada. Siempre decimos entre nosotros que si nos dieran la oportunidad de tocar en un escenario de festival al anochecer o ya cerrada la noche, con todas esas luces acompañando la atmósfera general de las canciones y un sonido potente, el show iba a ser bárbaro. Pero también lo dirán miles de grupos que no han tenido todavía esa oportunidad, por las razones que sean. Lo que está claro es que si no te avala nadie, no hay festival. Así que volvemos a las desventajas de la autoedición y autogestión, y de andar por este mundo pisando sólo con tus propios pies con una apuesta muy personal.