Tav Falco´s Panther Burns – Wurlitzer Ballroom (Madrid)
Dentro de una situación de sentido común y justicia poética este concierto tendría que haber estado hasta arriba de gente. Pero realmente daba igual, quien estuvo sabía a lo que iba. El argumento es sencillo: Tav Falco y sus Panther Burns son fuego puro.
Esto se refuerza aún más cuando hablamos de un músico que desde 1979 firma discos de rock´n´roll vibrante y que, con el tiempo, ha conseguido que su sonido y propuesta sea tan intensa como lo que quiere reflejar en sus canciones. Una propuesta que esta noche dejó como testigo a un concierto de esos que hacen que el frío se reduzca a cenizas para que, por una hora y algo de sonido y luz, todos lográsemos viajar hacia historias de desamores, truculentas andanzas o fogonazos carnales.
Sirviéndose de su nuevo álbum, «Conjurations: Séance For Deranged Lovers», como grata excusa, el norteamericano volvía a estas latitudes después de varios años de distancia y lo hacía junto a Giovanna Pizzorno, Grégoire «Cat» Garrigues, Raphaele Santoro y Laurent Lanouziére, robustos Panther Burns que arropaban a un Falco que, desde el principio, se adueñó de un escenario en el que zapatos rojos y dorados pisaban pedales y marcaban ritmos a su merced.
Sí, lo hizo desde el principio y con maneras de crooner de arrabal, con los ojos levemente maquillados para que, desde lejos, se resaltara una expresión que iba de la intriga a la entrega romántica según iban transcurriendo los minutos.
Desde la lascivia de «Oh How She Dances», con ondulantes contoneos de Giovanna Pizzorno, y «Real Cool Trash» hasta las reptante «Gentleman In Black» y «Blind Man», desde la conjura de «Garden Of The Medicis» y la alegórica «Where The Rio Del Rosa Flows» hasta la lúbrica lectura de «Funnel Of Love» y el misterio de «Lady From Shangai»… todo era rock´n´roll, blues, garage, hipnosis, magia y grosería, como deber ser. Y en medio, con la más absoluta naturalidad, arrebatos pasionales en forma de versiones como «Sway» o «Brazil», que además abrieron la puerta a un exotismo en el que era fácil pensar en las películas de aventuras de Simbad, Fantômas o The Green Hornet.
Encima, para que todo fuese aún más carnal, nos regaló una versión de ese gran tango que es «La Cumparsita». Pero lo que hizo grande el momento fue ver a un serio Tav Falco, con peine en el bolsillo de la chaqueta, dándole al tango cual dandy enardecido cogiendo de la cintura a una esbelta señorita. Sendos pasos tangueros para un instante mítico que describe muy bien el ideario de un tipo inmerso en ritmos y melodías que retrotraen a bares de sofás de terciopelo, motos fantasmales, mujeres de navajas en las ligas de las medias y una gran dosis de cultura. Hay que recordar que Falco es, además, fotógrafo, actor y realizador, con lo cual hay donde rascar.
Si esta crónica desprende entusiasmo es porque refleja lo que hubo aquella noche. Una reunión que tenía sabor a cita señalada. De esas que se recuerdan porque quién sabe cuándo se volverán a dar. El público, en el que entre los fans se podía ver al fotógrafo Alberto García-Alix, el diseñador y amo de los doo rags Olaf Ladousse, o a miembros de Fabuloso Combo Espectro, se entregó, gritó y bailó. En resumen fue una noche gozosa y propicia para calentar el cuerpo y la imaginación. Grandes Tav Falco´s Panther Burns, sin duda alguna.