Oasis – Don’t Believe The Truth (Sony)
Encontrarse hace 10 años en lo más alto del panorama musical internacional es una lacra que lleva persiguiendo a Oasis en cada nuevo disco que publica. Su capacidad de antaño para fabricar himnos, haber creado un puñado de temas que se encuentran entre las mejores canciones de la década de los 90 (“Live Forever”, “Wonderwall”, “Don’t Look Back in Anger”,…) y sobre todo, tener en su catálogo dos álbumes como Definitely Maybe (94) y (What’s the Story) Morning Glory? (95), hace que todas las miradas se fijen en ellos en busca de una nueva obra imperecedera.
Pero la fama no es buena compañera si no se sabe vivir con ella y desde entonces, la banda de los hermanos Gallagher ha estado perdida en la autoparodia de Be Here Now (97), en querer hacer algo innovador y quedarse a medio camino de la nada (Standing on the Shoulder of Giants (2000)) y en el “vuelta a lo mismo, pero varios peldaños por debajo” (Heathen Chemistry (2002)). Pero he aquí que cuando ya nadie esperaba nada de ellos, se sacan de la manga Don’t Believe The Truth y al menos, no defraudan. Que nadie se engañe, su nuevo disco no es la panacea, pero al menos se han quitado de encima los estribillos repetitivos hasta la extenuación, los largos desarrollos pretenciosos,… y nos entregan un trabajo cuya principal virtud es la inmediatez.
Si por un lado “Lyla” nos hacía presagiar un estancamiento definitivo, el tono macarra de “Turn Up the Sun”, el pop de minuto y medio de “The Meaning of Soul”, sonar a Oasis y frescos al mismo tiempo (“Guess God Thinks I’m Abel”, “The Importance of Being Idle” ) o recuperar la emoción (“Keep the Dream Alive”), es ya de por sí una buena noticia. Por no hablar de los guiños a la Velvet (“Mucky Fingers”) o Paul Weller (“Part of the Queue”).
Su mejor trabajo en 10 años.