Télépopmusik – Angel Milk (EMI)
Sobre Télépopmusik cae una especie de maldición (que resulta curiosamente irónica unida al nombre del grupo), que es haber tenido éxito gracias a un anuncio de coches, quizá la mayor lastra que está cayendo hoy en día sobre la electrónica junto con la de los recopilatorios chillout de nombres y contenidos surrealistas. Desde luego, la canción que les popularizó, «Breathe», era una auténtica belleza, una buena mezcla de house, de downtempo a lo Bent o Zero7 y de ruiditos que parecían sacados del entonces en voga «clicks’n cuts». El disco que le acompañaba seguía bastante la estela de Air y demás grupos de electrónica tranquila de finales de los 90, y unos años después tenemos su continuación, Angel Milk, de una serie de canciones de corta duración y producción impresionante.
Ya el símbolo que representa al grupo en la portada da una pista: un hombre con cascos. El disco, precisamente, es para ponerse unos cascos y empezar a sumergirse en el bosque de la portada, con la efectiva «Don’t look back». Y a partir de entonces una muestra de todos los lugares comunes del chillout de los últimos años va recorriendo el disco en cortes de dos, tres minutos con pocas excepciones. Están las cuerdas melancólicas, están los sonidos sintetizados que parecen tonos telefónicos, están los samples reproducidos del revés, está la mujer susurrante, el vocoder, todo. Así que en cuanto a innovación, ninguna:
casi más cercano al pop electrónico que a cosas más arriesgadas como Telefon Tel Aviv.
El problema es que al disco le cuesta mucho tener una personalidad propia. Entre guiños explícitos a Massive Attack, Björk o demás iconos, uno se distrae y cualquier tipo de emoción propia que pueda evocar esta música se disipa. Pese a durar cuaretna y cinco minutos (el disco vende sesenta, pero los últimos quince son silenciosos), a partir de los veinticinco el sonido satura. Y, qué se le va a hacer, Alpha, Zero 7 o demás grupos de productores hábiles mencionados saben hacer esto mucho mejor, no porque mezclen mejor los sonidos, sino porque ellos sí que consiguen algo parecido a sentimiento, que se les pierde a Télépopmusik entre tanto cliché.
Es decir, uno más en las pobladas estanterías del chillout. Gustará a los recién conocedores del género, a quienes lo pongan de fondo para una cena especial, pero desgraciadamente Angel Milk no da mucho más de sí.