Entrevista: Alfredo González
“Dentro de treinta años me gustaría volver a escuchar mis discos y ver en ellos una fotografía honesta de mí mismo y del momento que vivía”
Paciencia y sabiduría. Como un faquir que traga esos cuchillos figurados de los que habla Alfredo González, la vida (la de un músico en particular) tiene esa capacidad de sorprendernos continuamente para la que todos debemos estar preparados en el buen y mal sentido. Con un espléndido álbum del que ya hemos hablado en estas mismas páginas, el asturiano refleja a su modo los avatares de alguien que observa de manera desencantada lo que acontece a su alrededor y lo interpreta lo más sinceramente posible. El placer de escuchar sus canciones y leer sus palabras es nuestro, y seguro que de todos los que se acerquen a ellas para descubrir a un artista justamente así, paciente y sabio.
La paciencia del faquir podría ser un símil con la misma del artista que intenta una y otra vez compartir su obra en un mundo tan inhóspito actualmente como el de la música. ¿Te sientes un poco de esa manera?
En parte sí. Cuando comencé a darle vueltas al título del disco pensé en la letra que Boni Pérez me regaló para la canción “Sopa de gran pena” donde uno de los versos dice: “pero tú y yo dormimos en la cama del faquir, nos despertarán los cuervos cuando pasen por aquí”. La imagen del faquir me sugirió que los músicos –los creadores, en general- también tragamos cuchillos metafóricos para “extraer” las canciones; y, asociado exactamente a lo que me preguntas, también pensé que tenemos una carga de paciencia muy necesaria en estos tiempos, donde la cultura se sitúa en el último lugar de la lista de prioridades.
Y en el camino recorrido desde tu primer disco editado en 2004, aquel estupendo La Vida de Alquiler, ¿qué has aprendido y a qué has tenido que renunciar?
Esta pregunta podría dar lugar a una respuesta muy extensa, porque han pasado once años ya, con lo bueno y con lo malo que tiene la experiencia. Pero voy a intentar ser breve: He aprendido que los sueños pequeños se cumplen y que los sueños grandes pueden acabar convirtiéndose en pesadillas. En cuanto a las renuncias, al intentar –desde 2009- vivir profesionalmente de la música, he renunciado a una vida quizá menos plena, pero sí más segura.
Hay mucha poesía en tus canciones, y en este disco abunda. Has compartido versos con gente tan interesante como Pablo Moro o Pablo Texón, otros nombres tan minusvalorados como el tuyo.
De la lectura compulsiva de poesía llegaron mis primeros poemas y canciones, le debo todo. Aunque había tenido la suerte de trabajar sobre poetas asturianos en el disco La Nada y Tú, nunca había pedido una letra en castellano y siendo consciente, como comentas, del nivel que me rodea, me apeteció pedirles ayuda a algunos maestros. No puedo estar más contento con el resultado.
¿Es un trabajo más sentimental pero a la vez más desencantado que los anteriores?
Sí, estoy de acuerdo contigo. Todos mis discos tienen la sentimentalidad muy patente, pero en este el desencanto es muy evidente. Acostumbro a decir que llorando no se llena la cuenta del banco, pero hay veces que uno no puede quitarse de encima las circunstancias y acaban saliendo en las canciones.
Y algo más eléctrico también. Las guitarras, a lo mejor por la producción de Paco Loco, suenan más limpias y ágiles que nunca.
Quería un disco más eléctrico y, tal vez, sucio, por dos motivos: Para dar fuerza a las canciones y para pegar un buen viraje, porque me gusta traicionarme un poco con cada grabación. Cuando tenía las canciones, en mi cabeza estaban muy producidas y no me veía capaz de encargarme yo solo del trabajo. Así que salieron varios nombres a la palestra y al final, por diferentes motivos, me decidí por Paco. Me parecía que era la persona ideal para hacer con ellas exactamente lo que no iba a hacer yo: darles la vuelta. La participación de Javier Vallina (del grupo Bueno) en la grabación, que se encargó de casi todas las guitarras y los bajos, acaba por darles ese punto que yo buscaba.
El piano sigue siendo tu mejor aliado en momentos tan sobrecogedores como “El mismo error”. Se puede emocionar mucho con muy poco, está claro.
Aunque toco también –malamente- la guitarra, mi instrumento es el piano y creo que cuando me vienen canciones duras siempre me dirijo a él. “El mismo error”, precisamente, es una canción que se me ocurrió una semana antes de ir a grabar, mientras jugueteaba con la guitarra y el papel. Pero en cuanto tuve el final (no me suele ocurrir, pero esta vez empecé al revés), para seguir escribiendo el resto de la canción me fui al piano. En mi cabeza estaba muy claro que una historia tan desgarradora tenía que ser en blanco y negro.
En “Sopa de gran pena” las imágenes son fáciles de identificar, sobre todo sabiendo que provienen del medio gráfico. ¿Cómo se adapta una canción de un cómic?
La letra no es mía, es de Boni Pérez (letrista del grupo Los Locos), pero cuando me la mandó sí que investigué el cómic, pues no lo conocía. Boni es un escritor muy gráfico y tenemos universos creativos muy afines. Es la segunda letra que me envía para musicar –la primera se registró en el disco La Pena Abierta, de Silvia Quesada– y en los dos casos me ha salido algo parecido a una ranchera (en “Sopa de gran pena” la ranchera está muy deconstruida, pero juro que en mi cabeza lo es, jajaja).
A un compositor tan meticuloso como tú se le imagina acumulando en varios cajones letras, bocetos y temas por desarrollar hasta que se decide a meterse de nuevo en un estudio. ¿De qué bagaje te nutres para ir creando esas canciones?
Tengo muchas letras y bocetos guardados, sí. Voy nutriéndome de muy diferentes cosas, depende de la época. La lectura de un periódico, un libro, una entrevista a alguien que me guste, una película… Muchas veces se me ocurre una frase mientras voy en autobús –no tener carnet de conducir es un alimento muy bueno para el creador-, la apunto en un papel y puede quedarse ahí durante años. En otras ocasiones me obsesiono con ella y le doy vueltas en casa hasta que tengo, al menos, una estrofa. Y muchas veces encuentro canciones en las palabras que dicen los demás. Me gusta pensar que la diferencia entre quien sabe componer y quien no es que el compositor sabe encontrar la canción en quien no sabe que acaba de hacerla.
“Afuera todos roban” y “Mala gente que camina” podrían ser todo menos los temas de apertura de cualquier mitin electoral. También pareces más combativo últimamente, ¿o son los tiempos convulsos que vivimos los que te hacen serlo?
Siempre he sido un tipo muy vinculado políticamente con la izquierda –soy de un pueblo llamado Turón, en el centro de la Cuenca Minera asturiana, y aquí la lucha viene de sangre-, pero los tiempos acentúan mi condición. “Afuera todos roban” es una letra de Pablo Texón a la que yo le intenté dar una intensidad combativa con la música, y “Mala gente que camina” es una letra compartida con él que viene de un día en que desperté, muy cabreado, y me vinieron a la mente dos versos de Antonio Machado: “Mala gente que camina y va apestando la tierra”. Me quedé con el primero para titular la canción y el resto fue llegando gracias a Pablo y a la extraordinaria gestión de don Mariano Rajoy.
Porque un escritor, y los de canciones lo sois también, tiene que sentirse partícipe de lo que pasa a su alrededor y contarlo si se siente afectado de alguna manera.
Exactamente. La realidad es la que conforma mi modo de ser y, por tanto, de escribir. Dentro de treinta años me gustaría volver a escuchar mis discos y ver en ellos una fotografía honesta de mí mismo y del momento que vivía.
Has alternado formatos en esta gira, el típico set acústico en algunas salas combinado con las actuaciones con banda en otras. No vamos a preguntarte lo de siempre de en cuál te sientes más cómodo y tal, sino si crees que es la única manera hoy en día de seguir tocando en directo sin grandes perjuicios económicos.
Hoy en día es difícil, simplemente, tocar en directo. Cuando salió el disco tenía pensado realizar una gira de unos diez conciertos en formato de trío eléctrico. En el sello considerábamos que era necesario presentar las canciones con banda, aunque fuera en formato reducido, por las características de la grabación. Éramos conscientes de que iban a ser todo pérdidas pero no nos importaba. El problema fue que en muchos de los lugares que planteamos no llegamos ni a recibir una respuesta de las salas (eso en las que no tenían un alquiler desorbitado), así que nos quedó una gira más pequeña de lo previsto y tuve que alternar banda con acústicos –el circuito acústico sí lo tenía muy trillado y no hubo problema para cerrar las fechas-. Volviendo un poco a tu pregunta, no puedo más que reafirmar lo que comentas de que el formato individual es la única manera de no arruinarse. Desde el alquiler de la furgoneta, pasando por las dietas, el alquiler de sala o el hospedaje… Todo son gastos y es muy complicado no perder si no tienes un público que llegue, como mínimo, a las cien personas en cada ciudad.
Esta entrevista se publicará en torno a otra fecha histórica para nuestra maltrecha democracia, así que es necesario mojarse. ¿Ves posible un cambio real?
Aunque no hay que fiarse mucho de las encuestas, considerando que las hacen los medios del poder y que en las últimas elecciones han fallado, todo parece indicar que el PP volverá a ganar el veinte de diciembre. Solo espero que no puedan formar gobierno y tengamos otros cuatro años descorazonadores, pero me parece que a esta democracia –que no lo será plenamente hasta que se cambie el sistema electoral y los votos valgan lo mismo- le hacen falta unos años de madurez. Aún hay muertos en las cunetas y aún hay gente en el poder que viene del régimen anterior.
Muy grande Fredo!!