Entrevistas

Ainara Legardon

No siempre es fácil saber gozar de lo que se tiene y valorar el presente

El día que conocí en persona a Ainara Legardon los dos llevábamos camisa de cuadros. Inconscientemente los noventa afloraban debajo de nuestras indumentarias. Recuerdo que cuando empezamos a hablar de muchas cosas y tal me dijo que le dieran por culo a las entrevistas y a los rollos de artista y demás. Fue justo entonces cuando le dije que ni de coña, que justo a una persona así era a la que me encantaría entrevistar. Personas con fondo, arrojo y entrañas a la vista. Como todas las que muestra Forgive me if i don’t come home to sleep tonight (09). Canciones exigentes, secas y sin engaño posible, como las campurrianas, le dije.

Me llama la atención que entre tu anterior trabajo, Each Day A Lie (05) y este Forgive me if… (09) hayan pasado cuatro años. ¿Por qué te tomaste tanto tiempo para publicar material nuevo?

Me he tomado el tiempo que ha sido necesario, ni más ni menos. Tiempo para poner en orden el pequeño caos en el que estaba sumida entre el 2006 y 2007 y, cuando en el verano de 2008 todo estaba listo para grabar, sufrí una lesión de espalda que me obligó a cancelar cualquier plan musical durante casi un año. Tengo la suerte de tener mi propia discográfica, por lo que no han existido presiones contractuales de tipo temporal, y simplemente hasta que no he sentido la ilusión y las ganas de retomar la grabación, no lo he hecho.

Tu nuevo trabajo sorprende por su tono espartano, por su emoción desnuda, escupida sin ningún tapujo, casi violenta. ¿Cómo consigues enfrenarte a tus emociones y sobre todo a plasmarlas de una forma tan taxativa y directa?

Forma parte de un proceso de saneamiento…

¿Crees que los oyentes que consumen música como si fuera cualquier cosa pueden pararse a analizar y desentramar tu propuesta tan, digamos, exigente para los tiempos que corren?

Desde luego que no todos, y tampoco lo espero. Mi música está hecha con mimo, y con mimo ha ser escuchada para sacarle todo el jugo. Algunos sabrán sacárselo, dándole al disco las oportunidades que requiere y dejándose llevar por él, y otros se quedarán en lo más superficial. Soy consciente y tengo asumido que muchos oyentes se quedan a medio camino (“Eh! Ainara! el otro día me puse tu disco en el coche, y bueno, tuve que pararlo a la mitad, pero mola”…). Me tomo la molestia de editar discos para el resto de ellos, para los que se toman el tiempo necesario, se “abren de orejas” y se dejan llevar…

Líricamente sorprenden tus letras tan expuestas en ocasiones como en la bella “I won´t forget” o la quebradiza “Weightless” y el cripticismo con el que te guareces en otras como “Your own dirt” o “Stained sounds”. ¿Crees que decir lo que se siente a través de la música es el mejor ajuste de cuentas con las decisiones que uno toma?

Ajuste de cuentas, tirar de la cadena, sacar la basura, expiar las culpas… llámalo como quieras. El caso es purificarse por medio del sacrificio que implica la música.

¿Hasta qué punto tus canciones son exorcismo de las cosas que consideras errores o aciertos de tu vida?

Totalmente. Me ayudan a mantenerme cuerda y a aprender de lo vivido.

¿Podría una artista tan personal escribir canciones fabuladas no vividas en primera persona?

Supongo que sí, aunque yo nunca lo he hecho. Sí que algunas de las canciones están basadas en algo que he vivido en sueños, entretejiéndolo con retazos de realidad, pero siempre sin dejar de conjugarse en primera persona…

A través de tus letras descubrimos a una Ainara frágil, que necesita cobijo en sí misma y los demás, pero a su vez encontramos otra que te advierte de su peligro. ¿Existe esa dualidad, por otra parte tremendamente humana, dentro de ti en extremo?

Si, claro que existe. Una Ainara que, al igual que puede ofrecer mucho, puede arrebatar mucho también. Pido perdón por lo arrebatado, agradezco lo que se me ha dado y advierto a los demás y a mí misma de mi peligro, como bien dices.

Las referencias a la pérdida y la añoranza de emociones y seres son constantes en Forgive me if… ¿Sólo apreciamos lo que tenemos cuando ya no está? ¿Por qué somos tan tremendamente injustos con nuestro presente siempre?

Somos injustos con nuestro presente incluso cuando imaginamos situaciones que aún no han ocurrido. Cuando añoramos algo o a alguien a quien todavía no hemos perdido o fantaseamos con el día en que ya no podamos disfrutar de él, sufrimos tanto como cuando realmente lo perdemos. Nos basta con imaginar que lo vamos a pasar mal para pasarlo mal. Éste es uno de mis errores más frecuentes, y que ha dado lugar a muchos de los versos de éste y de otros discos. No siempre es fácil saber gozar de lo que se tiene y valorar el presente.

Los secretos y las mentiras aparecen de soslayo en tus canciones, como si no quisieran ser vistos, tal y como ocurre en la vida real ¿son el recurso más bajuno, a la vez que recurrente, del ser humano?

Yo diferenciaría los secretos de las mentiras.

La mentira siempre ha sobrevolado mis trabajos. Como sabes, el anterior disco se tituló Each day a lie, “Cada día una mentira”. Las que nos cuentan y las fantasías que nosotros mismos elucubramos y finalmente queremos creer o incluso necesitamos creer.

En este disco, en cambio, me posiciono en el lado más consciente de la mentira perniciosa, en el lado del que la crea, y quien al final acaba salpicado.

Los secretos, en cambio, no salpican. Muchas veces aportan matices importantes o incluso conforman lo que somos. Está bien guardarnos dentro una pequeña parcela de nosotros mismos, totalmente privada.

Pasando al apartado musical, me han sorprendido la gran cantidad de detalles sutiles con un fin que contiene tu disco, la mayoría de ellos para crear inquietud en el oyente y, por otro lado el trabajo con las guitarras. ¿Estabas más preocupada en la faceta instrumental y cuidar la producción que en tus anteriores obras o siempre has mimado especialmente el sonido de tus grabaciones?

Quiero creer que siempre he mimado el sonido en cualquiera de mis grabaciones, si bien es cierto que en los discos anteriores contaba con un equipo más amplio de colaboradores. Chris Eckman se encargaba de la producción y Javier Ortiz del sonido “Brazil” que caracteriza las grabaciones de su estudio. Además, tenía a mi lado a un número más amplio de músicos invitados que imprimían su personal sonido en mis canciones.

Esta vez el equipo al frente de la producción lo hemos formado Paco Jiménez y yo, y hemos sido tan sólo tres músicos (Alfons Serra, Javier Díez-Ena y yo) los que hemos grabado en el disco. Buscaba un sonido sobrio, austero, con los detalles justos para enriquecer momentos concretos y siempre siguiendo la máxima de “menos es más”.

Tu disco ha aparecido justo casi a la vez que Irla Izan (09) de Anari, trabajos que en su concepción emocional y sinceridad cruda se dan la mano a mi entender. ¿Ves conexiones entre la obra de ambas?

Sí, desde luego me veo más cercana a Anari que a otras artistas con las que habitualmente, y yo creo que de forma errónea, se me compara.

Por cierto, que Winslow Lab, además de ser el sello bajo el que autoedito mis discos, sirve como plataforma para montar conciertos de artistas que realmente nos gustan. No solemos organizar muchas cosas, sólo tres o cuatro al año, y una de ellas va a ser, el 13 de marzo, la presentación de Irla Izan de Anari (con banda al completo) en Madrid.

¿Qué queda de la chica de 18 años que andaba por Salamanca en Onion y la mujer que muestra ese corazón lleno de remiendos que hermosamente decora tu última portada?(y no me digas que las consecuencias que motivaron esas costuras).

Queda la sensación de haber vivido momentos muy bonitos y de haber aprendido mucho, la mayor parte a base de cometer errores propios del candor de la juventud. Los remiendos demuestran que de vez en cuando aún me permito el lujo de tropezar (con elegancia, eso sí) en aquellas mismas piedras…

Y volviendo a los noventa, no puedo dejar pasar la oportunidad de que me digas lo que te marcó y significa para un espíritu profundamente “grunge” como el tuyo, por si alguien no se ha dado cuenta, la cantidad de bandas que nos encogían el corazón por aquel entonces.

La de los noventa fue sin duda una década clave para desarrollarme como músico y para llegar a ser la persona que soy ahora. Aún hoy, cuando necesito sentirme bien y para ello recurrir a algo que me traiga buenos recuerdos, me pongo discos como Ten de Pearl Jam, Dirt de Alice in Chains, Madseason, Screaming Trees, Soundgarden… y Afghan Whigs, que quizá sea la banda que más me levanta el ánimo y más “deseada” me hace sentir, a pesar de la oscuridad y lo obsesivo de sus composiciones… siento hacia ellos una atracción malsana…

Y del panorama actual ¿Qué artistas de cualquier faceta te han volado la cabeza recientemente?

El último disco/película/libro que me voló realmente la cabeza fue sin duda Into the wild (BSO de Eddie Vedder, peli de Sean Penn y libro de Jon Krakauer). De eso hace ya un par de años.

Hace algo más de tiempo, los trabajos de José González, y cómo no, su directo.

En cuanto a literatura, el año pasado me encantó Cineclub de David Gilmour.

Lo cierto es que últimamente nada me ha volado la cabeza de cuajo como estos artistas que te he mencionado, aunque sí que puedo afirmar que me han encantado los últimos discos de Kelly Joe Phelps, Pearl Jam, Neil Young (¡nunca falla!), Glorytellers… y bueno, ver de cerca los atunes de Ayamonte que pintaba Sorolla…

En directo, el último concierto en el que me emocioné de verdad fue el de Love Division en Moby Dick, el mes pasado.

Muchas gracias, Ainara. Siempre será un placer cauterizador arropar nuestros transitares con tu abrigo.

De nada. Siempre es un placer quemar heridas…

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