Azkena Rock Festival 2012 – Recinto Mendizabala (Vitoria-Gasteiz)
El festival vitoriano producido por Last Tour International (diez años ha cumplido el Azkena Rock Festival) ha cerrado la edición del 2012 con una buena afluencia de público y grandes actuaciones, sobre todo en los escenarios más pequeños. Te lo contamos todo aquí.
Jueves 14 de junio
Primera jornada del Azkena Rock 2012 con una afluencia ya bastante notable (más de 12.000 personas según la organización), con colas bastante importantes para entrar al recinto y eso que el jueves sólo había dos escenarios de los tres en funcionamiento. Pero es que estaban a punto de empezar una de las atracciones y figuras del día, los neoyorkinos Twisted Sister. Su concierto fue todo lo que se cabía de esperar de ellos, clichés heavies para aburrir, poses guitarreras para la galería, gritos de guerra para el público y sus éxitos incontestables, entre los que estaba claro no iban a faltar: “I Wanna Rock” (ese himno generacional) o “We´re not Gonna Take it” convertido para la ocasión en “Huevos con Aceite”, se ve que el cantante Dee Snider siempre hace la broma a cuenta del estribillo en las actuaciones por nuestro país. Bromas aparte y conversaciones con el público, en las que el guitarrista hispano hacia las veces de traductor, el sonido fue bastante irregular y el grupo, musicalmente hablando, no cumplió las expectativas de muchos de sus fans que salieron bastante descontentos. Con todo y con eso, ver a Dee Snider y al resto de la banda, entre los que se cuenta el ex Dictator Marc Animal Mendoza, por el escenario siempre es un lujo.
Como muchas veces suele pasar, los mejores grupos y conciertos se suelen dar en las pequeñas plazas, en esta ocasión los que tuvieron la lucidez de dejarse caer por el escenario menor del Azkena pudieron disfrutar del set de los suecos Graveyard y su suerte de Rock setentero, pasado por el tamiz de la maquina demoledora que suelen ser los grupos nórdicos. Recuerdan gratamente a los grupos más oscuros de los setenta como Blue Cheer o, por qué no, a Pentagram. Lograron meterse a la audiencia en el bolsillo a los pocos minutos de actuación y tanto musicalmente como por estética bien podrían haber salido de una capsula temporal guardada en los setenta.
La inclusión de Status Quo como otro de los cabezas de cartel de esta edición ya había suscitado polémica en diversos foros, y creado la típica discusión pre festivalera a colación de si eran un grupo adecuado para el Azkena o no. Sea como fuere no hay que negarlos su parcela bien merecida en la historia del Rock, independientemente de sus altibajos a nivel creativo, que tire la primera piedra el artista que esté libre de ese pecado. La verdad es que la banda suena potente en directo y a pesar de la edad de los integrantes, con Francis Rossi a la cabeza, el grupo entero mantuvo el tipo durante toda la actuación, y lo dice uno que no es admirador ni por asomo de la banda británica. No pudieron faltar los éxitos “Whatever you Want”, “In the Army Now” o “Mean Girl” haciendo las delicias del público más “talludito” del Azkena, mientras los más jóvenes se preparaban para la “broma” del siguiente grupo.
Steel Panther, el nombrecito ya se las trae, provienen de Los Angeles (de donde sino) y reivindican, cuando no parodian, a formaciones míticas del “Sleazy” como Guns & Roses, Motley Crue o Poison. Lo suyo es el “Sleazy Glam”, así les gusta que les llamen a ellos, y el metal de los ochenta, que tanto daño hizo. Ver a toda la formación con sus pelucones, mallas ajustadas, bailecitos imposibles y sus poses, ya te deja de una pieza, pero darte cuenta de que en la primera parada, después de dos temas, el bajista Lexxi Fox empieza a maquillarse frente a un espejo de mano con su nombre, ya te da la idea de lo que has ido a ver. Independientemente de bromas, exageraciones y poses, (el cantante Michael Starr aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para preguntar literalmente, cuantas chicas tenían sus entrepiernas mojadas) el cuarteto es una máquina de Rock & Roll en directo y así lo demostraron con un show arrollador que sorprendió a los que no los conocían.
Ver a pocos metros a Bobby Liebling es una experiencia, su forma de cantar, a pesar de no tener una gran voz, sus gestos y sus ganas, te atrapan de manera que su actuación te puede parecer muy corta. Con él, único miembro estable de su formación, y sus Pentagram, llegaron las primeras polémicas del día entre el sector más metalero. Y es que, quizás, Pentagram no sean una banda de gran escenario y haya que disfrutar de ellos y sus canciones en una sala, el caso es que entre todos los que estaban descontentos con su set, había un denominador común; habían visto el concierto desde muy lejos del escenario. El cuarteto de Virginia prescindió de cualquier tipo de artificio sobre el escenario y simplemente con una iluminación sobria y sus cuatro componentes, fueron protagonistas de uno de los mejores conciertos de la primera jornada, en el que dieron buena cuenta de su escasa discografía, entre los que destacaron temas como: “Death Row”, “All your Sins”, “Sign of the Wolf” o la imprescindible “Forever my Queen”. Se les atribuye el dudoso honor de ser los padres del Doom Metal, no seré yo el que quite la razón a los más eruditos en la materia.
Llegaba la hora de un grupo de Barakaldo con una pequeña pero escandalosa legión de admiradores, tal y como demostraron durante su actuación en el escenario pequeño del festival. Lo del quinteto lo podríamos definir como Punk Metal con mucho cachondeo y actitud sobre las tablas, aunque imprimen un estilo personal, sobre todo en sus letras en castellano, es inevitable acordarse de los primeros Turbonegro, tanto en lo musical como en lo estético, aun así, el concierto de Porco Bravo hubiera sido merecedor de un público más amplio, aunque no sé si su propuesta es apta para todos los públicos.
Si hay un grupo valido para cerrar un festival esos son los norteamericanos con sangre irlandesa Dropkick Murphys, su mezcla de Punk Oi, música tradicional celta y Hardcore no suele dar tregua y sus componentes (unos diez en total en directo) no paran de moverse por el escenario, sabiamente decorado con motivos celtas por cierto. No hubiera estado de más que los técnicos se hubieran dado cuenta de que los violines de las dos chicas no se oían lo mas mínimo, pero no sé si a alguien le importó, porque la fiesta que se montan los de Boston, bajada de uno de los guitarristas a cantar con el publico incluida, y cover de “T.N.T” de los A.C.D.C casi al final, no es para estar muy sibaritas con el sonido.
Viernes 15 de junio
Que el Azkena ha ido convirtiéndose poco a poco y a lo largo de sus ediciones en un festival con un público mayoritariamente “metalero”, sobre todo en esta edición, es un hecho, y así lo demuestra la escasa afluencia de personal para disfrutar de una banda legendaria de la escena del Rock Australiano, Screaming Tribesmen. Sólo unos pocos cientos de personas acudieron a la llamada del guitarrista y cantante Mick Medew y la formación de su mejor disco “Bones & Flowers” que tocaron casi entero. Un asistente al concierto decía “Demasiado Power Pop para mi gusto”. Una pena.
Antes habían desfilado por los otros escenarios: la insufrible y sobrevalorada banda escocesa Gun, el ex Black Crowe Rich Robinson o los iruneses Lisabö con sus dos baterías en directo.
La orgía de guitarras metálicas comenzadas el día anterior con Twisted Sister recogía el testigo en esta jornada de jueves por una banda, de culto entre los “Metal Heads”; Black Label Society. Había ganas de ver a la formación liderada por Zakk Wilde a juzgar por la magnitud que iba cobrando el recinto techado del segundo escenario del Azkena, totalmente abarrotado de camisetas negras, muchas de ellas con los logos de BLS.
Con una puesta en escena entre lo Heavy, torres de Marshalls hasta el techo (suponemos que la mayoría de atrezzo) y lo sureño, terreno en el que se mueven muy bien Black Label Society, el guitarrista y cantante (único miembro estable del grupo) salió acompañado de los suyos, disfrazado de Indio, tocado con las plumas y todo. Seguro que alguien me lo podría explicar, yo, desde mi total desconocimiento, aun me pregunto a que podía venir eso. “Pret a Porter” aparte, el comienzo del concierto no pudo ser más energético con una banda en perfecta comunión con un público más que entregado y que se sabía al dedillo los temas. Lástima que su set fuera perdiendo fuelle a medida que iban pasando los minutos, hasta llegar a un solo de guitarra de los de tipo “masturbatorio” por parte del líder. Todos sabemos lo amigos que son los parroquianos heavies de este tipo de demostraciones guitarristicas, pero… ¿de verdad hacía falta estar diez minutos con la guitarra a cuestas? Prueba de lo que digo fue la desbandada generalizada del público que ocupaba las últimas posiciones del recinto.
Algo totalmente diferente, en cuanto a planteamientos escénicos y duración de canciones, estaba aconteciendo en el escenario pequeño, situado a la entrada del recinto de Mendizorroza, se trataba del concierto de Galows, la banda de Hardcore Punk británica que (casi) estrenaba cantante, el vocalista original abandonó el grupo el año pasado. Wade Mcneil, así se llama el tatuado nuevo cantante, ya estaba saltando y cantando entre su público cuando llegue allí, de buena gana me hubiera quedado a ser cómplice de ese desenfreno pero una de las figuras de este Azkena estaba a punto de comenzar en el escenario principal.
Fotografiar a Ozzy es tan difícil como hacerlo a un guepardo, no por lo rápido que se mueve, no se vayan a creer, por los requisitos que pone su propio equipo de seguridad y, sobre todo, por esa extraña manía de rociar a las primeras filas y a todo el personal que haya en el foso con una espuma más densa que el puré de guisantes. Ozzy y su equipo técnico se decantaron por poner una pantalla gigante en el escenario, desde la que se lanzaban imágenes de Black Sabath con música de los mismos para ir caldeando el ambiente.
Ozzy, como ya se sabía de antemano a causa de la cancelación de Black Sabbath por la enfermedad del guitarrista Tony Lommi que fue homenajeado en un momento del concierto, salió a escena acompañado de sus “Friends”, entre los que se encontraría hacia la mitad del concierto el guitarrista y líder de los mencionados Black Label Society. Desde la distancia que me otorga el no ser admirador de la figura que nos ocupa, mire el concierto con objetividad, y no me equivoco mucho si digo que Ozzy Osbourne hizo poco menos que el ridículo. No es que nunca haya tenido mucha voz, pero ahora ya no se molesta demasiado en cantar, lo suyo no es la dignidad, la perdió inmediatamente después de sacar esa manguera de espuma dirigida con la que estuvo jugando la práctica totalidad del concierto. Sí, sonaron los temas archiconocidos de Black Sabbath y me dio la sensación de que la gente se lo pasaba de miedo, para un servidor era inevitable ver a un señor mayor jugando con una manguera como si estuviera en una playa de Benidorm. El que tuvo retuvo, dicen, no sé donde retiene Ozzy.
Durante el concierto del señor de la espuma, en el otro escenario activo estaban descargando su energía el grupo madrileño Lüger que dicho sea de paso no suelen fallar en directo, no me dio tiempo a ver apenas dos canciones, suficiente para saber que había hecho mal en perdérmelos.
“Mars Volta pueden dar un gran concierto o pueden aburrir a las piedras” me decía el Sr Gomez minutos antes del concierto de los mexicanos. Poco podíamos sospechar que sus palabras iban a sonar en nuestras mentes cuan maldición minutos después de que la banda liderada por el dúo Omar/Cedric comenzara su actuación. El caso es que no empezaron mal, pero poco a poco su actuación se fue diluyendo, alargando las canciones hasta la saciedad y con el cantante haciendo poses por el escenario como único nexo de conexión entre grupo y público.
Lamentable el momento en el que, después de haber estado jugando con uno de los operadores de cámara sobre el escenario, el cantante continuó actuando para dicho cámara sin saber que el realizador había pasado totalmente de él y las imágenes no estaban saliendo por las pantallas. La desbandada generalizada se fue haciendo patente hasta dejar el escenario principal con, apenas, unos cientos de fans.
Todos sabemos que Danko Jones es un pesado, en su último concierto en Madrid no fueron pocos los que le pidieron más de una vez que dejara de hablar y tocara más. Pero la verdad es que cuando el canadiense tiene que ir al grano, va. Y eso fue lo que hizo, sabedor de que era él que cerraba la jornada y que disponía de un tiempo limitado, acompañado por sus fieles escuderos: John Calabrese al bajo y Dan Cornelius a la batería, Danko Jones prescindió del consabido numerito de la horchata (en el que se bebe más de un litro del refresco sin pestañear) y habló al público menos de lo habitual.
No dejó de lado el homenaje habitual a los Rock & Rollers caídos: Joey, Dee Dee y Johnny Ramone, Joe Strummer, Ronnie James Dio, y así una larga lista que este año se ha visto ampliada por Adan Nathaniel Yauch o MCA, como quieran. Concierto ideal el del canadiense para finalizar el viernes.
Sábado 16 de junio
Con la poderosa mezcla de Folk y Punk que esgrime en directo el ex cantante de Million Dead; Frank Turner acompañado de sus Sleeping Sounds, llegué al recinto de Mendizabala, después de haber tenido de aperitivo en la Plaza Blanca a Dick Brave & The Back Beats. Frank Turner dio un concierto efectivo y sin concesiones a las paradas innecesarias o al aburrimiento y canciones como: “Long Live the Queen” o “Four Simple Words” hicieron saltar a un público totalmente entregado desde el principio de la actuación.
El escenario Robin Gibb acogía mientras tanto a una formación que de haber estado en buena forma, hubieran sido llamados a ser una de las sorpresas de la jornada. El caso es que lo que presencié de actuación del cuarteto capitaneado por Sallie Ford (Sallie Ford & The Sound Outside) fue poco menos que una banda desdibujada sobre el escenario y algo perdida. Una autentica lastima ya que el único larga duración (Dirty Radio) del cuarteto de Portland es un compendio de Rock & Roll, Swing, Blues, Country y Pop que puede hacer las delicias de cualquier aficionado a la música.
Regresábamos al escenario Adam Yauch (el segundo en dimensiones del festival) para ver a otro renovador de eso que nos empeñamos en llamar “Americana”, Matthew Stephen Ward o M Ward como se suele presentar artísticamente. El cantante de Folk nos deleitó con un concierto a ratos intimista con temas como: “Watch the Show” o “Clean Slate” y a veces más gamberro en una línea más fiestera con temas tales como: “Magic Trick” o “I Get Ideas”. No me dio tiempo a ver si tocaba el cover que suele hacer de Daniel Jhonston, en el escenario pequeño comenzaba el Soul y el Rhythm & Blues de Lee Fields.
Lee Fields ha colaborado con bandas como Kool & the Gang o Little Royal y está en la tradición de los grandes cantantes de Soul y Rythm & Blues como James Brown, Ottis Redding o los Delfonics, en el 2004 se agenció nueva banda a la que bautizó como The Expressions y hasta ahora ha estado dando conciertos desde los tugurios más sudorosos a los festivales de Rock. Hay pocos artistas con tanta prestancia, estilo y saber estar que este tipo, lo suyo no es baladí, escuchar temas en directo como: “Money”, “Ladies” con la que aprovechó para “ligotear” con algunas féminas de las presentes (a sus años) o “My World” es una autentica maravilla. Poderoso Soul, R&B y Funk vía 70´s en mitad de una oleada de banderas confederadas que se aproximaban en el horizonte, ese es mi Azkena.
Que en la formación actual de Lynyrd Skynyrd sólo quede un miembro de la formación original (Gary Rossington a la guitarra) no parece importar mucho a los miles de seguidores que se congregaron en los alrededores del escenario principal. La banda de Rock Sureño por excelencia comenzó un tour a finales del pasado año sin fecha de caducidad, en palabras del propio cantante; J Van Zant, hermano del fallecido Ronnie Van Zant. Es curioso ver como la banda de Rock Sureño ha evolucionado a lo largo de los años hasta rozar en directo ramalazos muy Heavies. Los actuales Lynyrd no son tontos, aparte (claro está) de grandes instrumentistas y dieron a su masivo público justo lo que querían, esto es: un éxito tras otro, guiños, por parte del cantante, al publico de Vitoria, decibelios y ritmos pesados, y una puesta en escena rayana en lo hortera y desmedido, como demostraron en sendas interpretaciones de “Sweet Home Alabama” y, para finalizar, “Free Bird”. Sea como fuere, la franquicia conformada por el hermano del fallecido líder, el guitarrista original y unos cuantos amigos, cumplieron con creces las expectativas de los fans congregados.
En mitad del concierto de los de Florida me dio tiempo a acercarme al escenario pequeño una vez más, situado a escasos 200 metros, para constatar que no era el año de ciertos artistas. Quizás si algunos de los asistentes hubieran sabido que muchas de las bandas actuales de “Americana” o “Alt Country” le deben mucho a Dan Stuart, la desangelada escena de menos de cien personas viendo al que fuera líder de una de las formaciones más importantes de los ochenta en Norteamérica (Green on Red) hubiera sido menos alarmante. Dan Stuart lejos de amilanarse por esta situación, dio un concierto de lo más variado con su guitarra acústica y acompañado de la Sacri Cuori Band, alternando canciones de su último trabajo en solitario junto a otros clásicos de Green on Red. Le dio tiempo a bromear, cuando en uno de sus temas más acústicos se oía más a Lynyrd Skynyrd que a sus propios músicos, poniendo pose de guitarrista Heavy haciendo ademan de punteo, estuvo hablando en cuasi perfecto castellano (está casado con una española) y anuncio gira por nuestro país para octubre. No me lo perdería.
Como si de unos extras de una súper producción se tratara, de las primeras filas del escenario principal habían desaparecido banderas confederadas y sombreros de Cowboys (nunca entenderé porque llevas eso si no vives en los U.S.A) para dar paso a un público notablemente más joven y en consonancia con los siguientes artistas; My Morning Jacket. Los de Kentucky salieron al escenario con ganas y rabia, capitaneados por un Jim James prácticamente fuera de sí, alternando guitarra y voz y ataviado con una capa que hubiera hecho las delicias del mismísimo conde Bracula, tocando temas de calado entre sus fans como la estupenda “Holdin on to Black Metal”, para ir dando paso a un concierto con canciones que no hubieran podido faltar como: “Circuital”, “Dondante” o “Day is Coming”. Concierto completo el de My Morning Jacket que, a buen seguro, despejó las dudas de los más escépticos en cuanto a la inclusión de la banda en el cartel.
“Para ir a ver a un “Redneck” que impide que se saquen fotos en sus conciertos (Que se dedique al macramé en vez de al Show Bussiness) como es Hank 3, me voy a ver al segundo y último representante del día de la música negra; Charles Bradley”, pensé. No me equivoqué, el escenario más pequeño del Azkena volvió a darnos otra grata sorpresa acogiendo a otro grande que no paró en todo momento de mostrarse agradecido por la oportunidad de estar ahí. Su set fue una muestra de Soul a la antigua usanza desde la que se percibía la influencia de los grandes, como en el caso de Lee Fields, entrañable.
Si hay un grupo que han sabido sacar rédito a un disco, esos son The Darkness. Con su álbum debut del 2003; Permission to Land, se recorrieron medio mundo y hoy, aun, lo siguen explotando a esperas de que salga a la venta su nuevo trabajo; Hot Cakes. Su concierto fue todo lo que cabía esperar de ellos, las canciones incontestables de siempre: “Black Shuck”, “Growing on Me”, o “Get your Hands off my Woman” con las poses y saltos típicos del cantante/ guitarrista Justin y su peculiar voz, numerito ensayado final incluido del propio Justin cabalgando a lomos de uno del personal de seguridad entre el público.
El Azkena estaba tocando a su fin, pero daría tiempo a llevarnos una grata sorpresa todavía, el trió ingles Triggerfinger estaba descargando con furia inusitada cercana al Punk su Hard Rock Blusero en el escenario pequeño, delante de unas pocos cientos de almas que miraban boquiabiertos esa manera de tocar y ese estilismo elegante a la par que chulesco. Apúntenselos.
Mientras, en el segundo escenario la actuación de uno de los grupos que más ganas tenia de ver un servidor se veía deslucida por el comportamiento de algunos asistentes que no sabían muy bien de que iba la cosa. Brian Jonestown Massacre no son conocidos por ser simpáticos en el escenario ni por empatizar con los de enfrente, pero estar tocando delante de unos tipos que están lanzándote objetos y gritándote lindezas de todo tipo no puede ser objeto de gozo ni mucho menos. Con todo y con eso la banda de San Francisco aguantó el tipo y dieron un concierto más que correcto con su Psicodelia Pop que, para nada, pegaba como final de Azkena. Una lástima tener a este grupo para cerrar el cartel, no eran el más adecuado para esos momentos ni los presentes (en su mayoría y con todos mis respetos) eran audiencia para ellos. Esperaremos una mejor oportunidad para disfrutar de ellos.
Pero el Azkena es algo más que conciertos, a pesar de esa manía (inherente por cuestiones mercantiles, supongo) de poner cebos mediáticos en forma de viejas glorias, el Azkena son otros escenarios aparte de los grandes donde descubrir nuevas bandas y redescubrir viejos artistas en ocasiones caídos en el olvido para otros eventos, el Azkena son también historias, como por ejemplo la del grupo sueco, que no pidieron dinero a cambio de su actuación, sólo la bebida gratis y que les dejaran quedarse el resto de los días para disfrutar de los otros grupos, la de Charles Bradley casi llorando de emoción por ver a la gente bailando su música, a pesar de haber otras grandes estrellas a pocos metros de su actuación, la de Sallie Ford y su banda que se fueron corriendo tras su actuación, sin apenas recoger sus instrumentos, para ver la actuación de su amigo M Ward en primera fila, o la de los Screaming Tribesmen que sufrieron el robo de sus maletas y al ser preguntados por la organización si necesitaban algo, ellos contestaron que conservaban sus cepillos de dientes e instrumentos, lo suficiente para “rockear”, esas pequeñas cosas son, en realidad, el espíritu del Rock & Roll.
El año que viene nos vemos.