Bilbao BBK Live 2012 – Kobetamendi (Bilbao)
La séptima edición del festival Bilbao BBK Live ha logrado consolidarlo como uno de los festivales de referencia dentro del panorama nacional e internacional, lo que se refleja en unas cifras de asistencia crecientes de año en año, rozándose en la presente edición la cifra de 110.000 espectadores, en gran parte gracias a la presencia en las dos primeras jornadas de una atractiva banda con capacidad para atraer grandes masas de público por si solas (Radiohead y The Cure) y que podía haber sido aún mayor de no ser porque el tercer y último día del evento no contaba con un referente tan claro, quedando comparativamente un poco huérfana a pesar de que en el cartel se inscribiesen los nombres de Garbage y Keane con el mismo tamaño de letra que los dos “pesos pesados” previamente mencionados. Las cifras de asistencia hablan por sí solas: 36.842 personas el jueves para ver a The Cure (que hace algo más de un mes ya habían actuado en el Primavera Sound), 39.476 personas el viernes para ver a Radiohead (en su única actuación en territorio español durante 2012) y “solo” 32.860 personas para ver a la dupla Garbage + Keane.
Jueves 12
El honor de inaugurar el escenario grande y el Festival en sí, recayó sobre los portugueses The Gift, quienes han publicado dos trabajos en algo menos de un año, Exploses (2011) y Primavera (2012), por lo que basaron su actuación en la presentación de temas de ambos discos, amparados por un gran mural en el que se recoge la colorida portada del primero de ellos. Eran los primeros instantes del Festival y la presencia de público no era aún elevada, pero los lusitanos trataron de agradar y su vocalista, Sonia Tavares, no paró un instante de tratar de animar a los allí presentes.
Paulatinamente se fueron iniciando las actuaciones en el resto de los escenarios y pudimos ver el comienzo de la de Belako, un grupo maquetero de pop-rock formado por dos chicos y dos chicas que obtuvieron por méritos propios el derecho a participar en el Festival al ganar el concurso de maquetas de la emisora EiTB Gaztea, pero cuya actuación quedo algo deslucida por algunos problemas con la fuente de sonido principal del escenario; a pesar de ello, dejaron buenas sensaciones y seguramente comencemos a escuchar el nombre con más asiduidad dentro del circuito musical independiente nacional.
Tras cerrarse la primera actuación del escenario principal, tenía lugar un particular duelo entre dos grupos nacionales: Lori Meyers abrían el segundo escenario del recinto casi a la par que los vizcaínos McEnroe hacían lo propio con la carpa, en la que se desarrollaron la mayor parte de las actuaciones nacionales a lo largo de las tres jornadas. Era de esperar que los granadinos, elegantemente ataviados de inicio como tienen por costumbre, congregasen mayor cantidad de público después de llevar casi una década en activo, lo que unido al carácter festivo de muchos de sus temas era motivo más que suficiente para atraer a la gente por muy pronto que fuese; si bien es cierto que su última referencia sigue siendo Cuando el destino nos alcance (2010) y aunque ya llevan dos años paseándolo a lo largo de la geografía nacional, esta sigue soportando el grueso de sus actuaciones con temas como “Mi realidad”, “A-ha han vuelto” o “Nuevos tiempos”.
En cambio, el concierto de McEnroe podía resultar a priori más atractivo, ya que presentaban el recientemente editado Las orillas (2012) y aunque el público no respondió como hubiese sido deseable, seguramente por mero desconocimiento, los de Getxo ofrecieron un concierto muy sólido, con un sonido muy envolvente, en el destacaron temas como “La cara noroeste”, “La Palma” o “Mundaka”, brillando con luz propia la personal voz de Ricardo Lezón.
Las actuaciones en el escenario principal prosiguieron con el trío inglés Band of Skulls, uno de los grupos más potentes de todos los que pasaron por el Festival, quienes ofrecieron una actuación más que correcta y aunque resultan difíciles de etiquetar, pudimos apreciar en su música claras influencias del hard-rock e incluso de la música heavy, algo que se reflejó en los frecuentes solos de guitarra de su líder, Russell Marsden, quien ejerce de vocalista en la mayoría de los temas, aunque en ocasiones cede esta tarea a la bajista Emma Richardson, lo que aporta cierta variedad en su sonido.
Resultó sorprendente descubrir la legión de seguidoras con la que cuenta Ben Howard, un joven cantautor inglés con influencias folk, que cuenta únicamente con un único disco editado pero con una ferviente masa de seguidoras que corearon sus canciones desde el inicio, a pesar del nefasto sonido con el que comenzó su actuación con acoples y frecuentes reverberaciones a partes iguales.
Mientras tanto, en el segundo escenario los británicos The Maccabees ofrecían una actuación sin fisuras, con buen sonido y ganas de agradar a todos los allí presentes, combinando a la perfección los temas de su último trabajo, Given to wild (2011) con éxitos de sus dos anteriores trabajos como “Love you better”, “Can you give it” o “First love”. Casualmente, ese mismo día cumplía años su bajista, Rupert Jarvis, y por ello, sus compañeros solicitaron a la audiencia que lo felicitasen entonando todos al unísono el típico “Happy birthday”, en un momento seguramente inolvidable para el homenajeado.
A su vez, en la carpa estaban tocando La Habitación Roja y a pesar de las horas, hay que reconocer que este escenario se les quedó absolutamente pequeño ante la gran cantidad de público que fueron capaces de congregar, ya que mucha gente tuvo que conformarse con asistir a su actuación desde el exterior. Los valencianos son un valor seguro de la escena nacional, que cuentan con un extenso repertorio tras más de tres lustros en activo, lo que les permite el lujo de de encadenar una ristra de potentes éxitos y acabar sus actuaciones dejando a todo el mundo con ganas de más; resultó curioso ver despedir la actuación con los acordes iniciales del “Friday I´m in love” de The Cure, justo antes de cerrarla interpretando “Ayer”, el primer single de su último trabajo, Fue eléctrico (2012).
Snow Patrol fue el primer grupo de la jornada que logró concentrar un gran número de espectadores en el escenario principal, no ya tanto por méritos propios, sino porque gran cantidad de gente que ya habían comenzado a pensar en conservar una posición aceptable de cara al posterior plato fuerte de esa noche. Los escoceses traían bajo el brazo su último trabajo, Fallen empires (2011) y el buen puñado de hits aptos para todo tipo de público, que vienen acumulando desde que con el lanzamiento de Eyes open (2006), algunos de sus temas les comenzasen a dar una cierta notoriedad. Su vocalista, Gary Lightbody, no paró de moverse un segundo mientras interpretaba temas como “Chasing cars”, “Run” o “Hands open”, exagerando de forma ostensible todos y cada uno de sus gestos cual “estrella de masas”: quien te ha visto en tus inicios y quién te ve ahora, amigo.
Era obligatorio pasarse un rato por el tercer escenario para al menos ver el inicio de la actuación del trío Jon Spencer Blues Explosion, con un Jon Spencer hiperdinámico al mando, quien no dejó un instante de contornearse, a la par que cantaba y rasgaba su guitarra de forma incendiaria. Una pena que tocasen inmediatamente antes que The Cure en un escenario diferente, ya que eso les restó mucho público potencial.
La expectación ante el concierto de The Cure era cada vez más grande según se iba acercando la hora de inicio programada, pero terminó por tornarse en impaciencia al llegar a retrasarse hasta una hora su comienzo debido a problemas técnicos con el teclado de Roger O´Donnell, quien llegó a terminar saliendo a tratar de ayudar a los técnicos en su resolución. Ante semejante imprevisto y al ver que la gente comenzaba a mostrar su descontento tras tantas horas esperando, fue el propio Robert Smith quien decidió salir a calmar a la audiencia, excusándose con unas breves explicaciones para dejar constancia de que ellos estaban allí presentes y preparados para saltar en escena, pero como la solución del problema se estaba alargando demasiado en el tiempo, al poco decidió volver a salir al escenario, pero en este caso equipado con una guitarra acústica con la que interpretó tres temas sin ningún otro acompañamiento: una pequeña rareza derivada de los inesperados acontecimientos y que sirvió tanto para calmar definitivamente al respetable, como para que fuese abriendo boca con lo que le esperaba a continuación.
Tras la resolución de los problemas técnicos, lo cierto es que el grupo cumplió con las expectativas de sus más acérrimos fans, algunos de los cuales llegaron a temer porque el retraso disminuyese la duración de la actuación prevista por todos, y ofrecieron un concierto de casi tres horas en el que repasaron la gran mayoría de sus hits, que combinaron con otros temas de su extensa discografía para delicia de su seguidores; en total, casi 40 temas de los que dimos cuenta el día siguiente en esta noticia. Posiblemente, hubo quien saliese con la impresión de asistir a un concierto excesivamente largo, pero lo cierto es que The Cure no defraudaron y como se esperaba, dieron un concierto memorable en el que cada cual podrá destacar sus canciones favoritas en función de sus preferencias, personalmente me quedaría con: “A forest”, “Just like heaven” y “Lovesong”, cuestión de gustos.
No estaba del todo claro si el retraso de The Cure iba a modificar el horario de la actuación de Bloc Party, ya que el Festival tiene por norma parar la actividad en el resto de los escenarios durante la actuación de los cabezas de cartel, pero finalmente los británicos saltaron a escena siguiendo el horario previsto a pesar a pesar de no haberse cerrado la actuación en el escenario principal, lo que no fue óbice para que un abundante gentío aguardase su salida a escena. Como era de esperar, el concierto que ofrecieron tuvo sus puntos álgidos con la interpretación de los temas que rescataron de su álbum de debut, Silent alarm (2005), como las exitosas “Helicopter”, “Banquet” y “This modern love” o la deliciosa “So here we are”. Lo cierto es que a Kele Okereke y a sus compañeros, les resultó extraño tocar a tan altas horas de la madrugada aunque tuvieron que asumirlo y en todo momento se mostraron cercanos al público, incluso fue curioso oírlo saludar en euskera en el inicio de la actuación. Destacar que presentaron dos nuevos temas del que será su nuevo trabajo a la vuelta del verano, Four: “Real talk” y “Octopus”, muy en la línea de los temas de esta última etapa de su carrera.
Viernes 13
La segunda jornada se abría en el escenario principal con la actuación del grupo local Zea Mays, cuya baza principal es poseer una vocalista de gran capacidad lírica, que interpreta a la perfección temas de marcada influencia tradicional vasca. Al mismo tiempo, en el tercer escenario pudimos escuchar brevemente a los mexicanos Zoe, considerados como los precursores del rock independiente por aquellos lares y que lograron reunir una buena cantidad de espectadores pese a ser las primeras horas de la jornada.
Si se hubiese celebrado una competición para elegir la banda más elegantemente vestida, sin duda, Noah & the Whale estarían entre los finalistas y es que hasta su propio roadie iba vestido “de punta en blanco”. La verdad es que contaron con el apoyo de bastante público y en general la gente salió contenta con el espectáculo, aunque quizás se echó de menos el que lograsen trasladar ciertos detalles de sus discos, al directo. Durante el concierto comenzó a levantarse bastante viento, lo que parecía predecir que la jornada iba a complicarse sobremanera, pero todo quedó en un amago de temporal.
A continuación, Mumford & Sons lograron congregar gran cantidad de público en el escenario principal con su festiva propuesta, a medio camino entre el folk británico y el country americano, logrando que los allí presentes coreasen temas como “Little lion man”, “White blank page” o “The cave”, con la que cerraron su actuación; además, el grupo estrenó algunos de los temas (“Below my feet”, “Ghosts that we knew”, “Whispers in the dark”) que estarán incluidos en su nuevo trabajo, Babel, que verá la luz el próximo 24 de septiembre. Hubo temas en los que llegaron a juntarse casi una docena de miembros sobre el escenario, pero Marcos Mumford ejerció de perfecto “director de orquesta” elegantemente ataviado y aunque tenía dañada su mano izquierda y prácticamente no pudo tocar ningún instrumento de cuerda, fue capaz de meterse al público en el bolsillo con su personalísima voz rasgada. Al terminar la actuación, nos quedó la sensación de que sin duda iban a ser unos de los grandes triunfadores del Festival por como coreó y bailó la gente sus animadas canciones.
A continuación, en el segundo escenario se presentaban The Kooks con su tercer trabajo, Junk of the heart (2011), bajo el brazo y con el apoyo del público británico allí presente, que era mayoritario entre los asistentes foráneos; poco que destacar de uno de los teóricos “grandes grupos”, más allá de apreciarse su entrega y ganas de agradar a la audiencia, aunque en general su sonido resultó un poco monótono, destacando únicamente aquellos momentos en los que encararon alguno de los temas de su primer trabajo, Inside in / inside out (2006), que fue el que los puso en escena. Mientras tanto, en la carpa parece ser que Biggot logró congregar una buena cantidad de espectadores y dio uno de sus particulares y personales conciertos, para alegría de los allí presentes.
Al conocer la distribución horaria de los distintos grupos, llamaba la atención la inclusión de un proyecto tan poco mayoritario como el de Four Tet, alter ego del productor inglés Kieran Hebden, en el escenario principal a unas horas tan tempranas y previamente a la actuación de Radiohead, si bien es cierto que ya había ejercido previamente de telonero para ellos tras haber colaborado con Thom Yorke y realizar algunos remixes de temas del grupo; pero el hecho de estar ambas actuaciones casi solapadas en el tiempo (la preparación del escenario para Radiohead tuvo lugar antes de la actuación de Four Tet, al no haber tiempo material entre ambos grupos), llevaba a pensar en que quizás hubiese un nexo que las enlazase, como una posible colaboración vocal de Thom Yorke o una introducción paulatina de los distintos miembros del grupo , pero nada de eso sucedió y en su actuación, Four Tet se limitó a protagonizar una sesión de música progresiva desde una mesa, que amenizó (o incomodó) la espera de los exclusivos cabezas de cartel de esa noche, pues no vino excesivamente a cuento..
Los de Oxford salieron puntuales a su única cita en suelo español durante el presente año y completaron el contenido de su actuación mayoritariamente con temas de sus dos últimos trabajos, como era de esperar, aunque también contó con notorias referencias del pasado, siendo especialmente celebrados por los asistentes, dos de los singles del disco que los catapultó definitivamente a la fama, Ok Computer (1999): “Karma pólice” y “Paranoid android”. Siempre han sido una banda comprometida y Thom Yorke nunca se ha caracterizado por callar y esa noche volvió a hablar claro justo antes de interpretar “Myxomatosis”, cuando hizo referencia a la delicada situación por la que atraviesa nuestro país: “Recortes, recortes, no hay dinero, no hay dinero… Alguien ha robado vuestro dinero: los bancos”, un valiente gesto el que tuvo siendo el principal patrocinador del Festival, una entidad bancaria de la región. Destacar sin ninguna duda la calidad del sonido mostrado a lo largo de toda su actuación, la hiperactividad de Thom al mando de la nave moviéndose y contorneándose en la mayoría de los temas como nunca antes hizo en su juventud; finalmente, habría que resaltar de forma especial la puesta en escena, de lejos la mejor de todo el Festival, ya que situaron un “muro de pantallas” en el que se reproducían de forma acertada imágenes en vivo de los componentes del grupo en plena acción durante la actuación, que estaban siendo grabadas por una serie de microcámaras estratégicamente distribuidas en varias posiciones del escenario.
Para esa noche había previsión de lluvia, aunque esta no llegó hasta bien entrada la madrugada cuando el grupo había casi terminado el grueso de la primera parte de la actuación y al son de “Karma pólice”, comenzó a caer una fina llovizna que logró convertir en más bucólico el momento, si es que aún era posible. Posteriormente, fue realmente curiosa la introducción previa al “Everything in his right place”, que hicieron versionando el “After the gold rush” del genio canadiense, Neil Young; la apoteosis se desató entre los allí presentes cuando encararon “Paranoid android”, el último tema tras casi dos horas de concierto, que personalmente se me pasaron volando, lo cual no es mala señal del nivel al que estuvieron.
Al concluir la actuación de Radiohead, se reanudo al mismo tiempo la actividad en los otros tres escenarios y hubo variedad donde elegir: Vetusta Morla, Triángulo de Amor Bizarro y la electrónica de los franceses Etienne de Crecy. Quien escribe estas líneas se decantó por la actuación de los gallegos, que como suele ser habitual en ellos, ofrecieron un sonido muy contundente a nivel instrumental e incluso, se mostraron más incendiarios que de costumbre con sus proclamas (la buena de Isa se mostró bastante desinhibida y no tuvo reparos en comenzar a rajar de todo bicho viviente y supo culminar sus protestas con un acertado “Me cago en el PP”), si bien esa noche, resultaron prácticamente ininteligibles a nivel vocal para aquellos que no estuviesen familiarizados con sus letras; a pesar de todo, de las mejores actuaciones de todo el Festival, sin dejar de destacar que presentaron un nuevo tema que formará parte de su futuro tercer trabajo y que previamente a las sesiones de grabación, se titula “Follar”.
Posteriormente, tuve tiempo de acercarme a ver como Vetusta Morla concluían su actuación ante la gran mayoría de los asistentes y aunque los temas más íntimos y personales como “Copenhague” o “Maldita dulzura” destacaron por encima del resto, los más coreados por sus seguidores son aquellos que cuentan en sus estribillos con sonidos onomatopéyicos fáciles de tararear al estilo de “lalalá y lololó”, lo cual me hizo recordar porqué no son un grupo por el que sienta especial predilección, no así la gran mayoría de los asistentes, que parecieron salir encantados de una actuación en la que el público volvió a conectar con los madrileños y que siempre será recordada por el “Gabon Donostia” con el que desacertadamente saludó su cantante, Pucho, al inicio de la actuación, ya la tercera edición en la que estaban presentes el cartel del BBK.
Sábado 14
La última jornada del Festival se inició con la actuación del grupo Corizonas en el escenario principal, quienes dadas las horas de la tarde trataron de animar al personal a base de animadas canciones, pero algunos asistentes preferimos decantarnos por ver en acción al dúo canadiense PS I Love You, quienes se mostraron un tanto hieráticos mientras ejecutaban su característico sonido dual a base de guitarras distorsionadas y potente batería, muy en la línea de grupos como No Age o Wavves.
Un activo Eli “Paperboy” Reed, dejó buenas sensaciones sobre el segundo escenario rodeado de una compacta banda que complementó acertadamente su envolvente voz; al mismo tiempo que el de Boston, tuvieron que salir al ruedo una de las autenticas revelaciones del Festival: The Inspector Cluzo´s FB Horns, quienes ofrecieron un solvente y animado espectáculo de la mano de su líder, un autentico “animal del escenario” al que el público no paró de reconocer su absoluta entrega e hiperactividad, quien estuvo en todo momento acompañado de la festiva sección de vientos que lo arropa en escena.
The View hicieron doblete ese día, ya que pasado el mediodía habían ofrecido un concierto gratuito de una hora de duración en pleno Bilbao, concretamente el centro cultural y de ocio AlhondigaBilbao y a última hora de la tarde antecedieron en el escenario principal a los dos supuestos cabezas de cartel de esa noche, con una actuación más que correcta en la que demostraron porqué no son la típica banda de indie-rock practicado por adolescentes, al completar su sonido con claras raíces folk. Antes hubo la opción de poder ver a Glasvegas y Supersubmarina, cuyas actuaciones se desarrollaron a la vez dando opción a elegir: los escoceses sorprendieron con su primer largo y sobre las épicas composiciones de este recayó el peso de llevar a buen puerto su actuación, ya que su segundo trabajo no está a su altura y sus canciones no resisten la comparación; mientras tanto los andaluces, con un sonido mucho más accesible para el público general, también lograron que la carpa en que actuaban se quedase pequeña en un concierto que tenía como incentivo la presentación en directo de su recientemente editado segundo trabajo, Santacruz (2012) y donde destacó la dedicatoria de la canción “XII” a la diputada Andrea Fabra, siguiendo su mismo libro de estilo: “Que se joda”.
Keane presentaban su cuarto trabajo, Strangeland (2012) en el escenario principal y ni el paso de los años ni la incorporación de un cuarto miembro a su formación han hecho cambiar un rasgo que los definió desde sus inicios: la total ausencia de guitarras en sus canciones, lo que resulta un hándicap ya que su sonido es tremendamente genérico y bastante aséptico en general, por muy elegantes y nítidos que puedan llegar a sonar. Hay que reconocer que su líder, Tom Chaplin, ha aprendido a lo largo de estos años a moverse algo sobre el escenario y llenar este vacío instrumental dedicándose casi en exclusiva a cantar (no se pueden negar sus facultades vocales) y a contentar a sus seguidores paseándose de un lado a otro en ciertos temas, mientras en otros abusa del postureo típico al que invitan sus dulces baladas. A pesar de todo el repertorio abarcado, sin duda los temas más coreados fueron aquellos que les dieron a conocer con su primer trabajo, Hopes and fears (2004) y es que no han logrado componer a lo largo de este tiempo ninguna canción que consiga hacer sombra a “Somewhere only we know” y “Everybody´s changing”.
Garbage han vuelto y Shirley Manson parece no haberse ido nunca, ya que ella solita con su actitud y presencia llevó las riendas de una actuación que sirvió para recordar algunos momentos memorables de sus dos exitosos primeros trabajos, tal y como “Stupid girl”, “I think I´m paranoid” o “Special”, que combinaron con algunos de los temas que conforman Not your kind of people (2012), el trabajo que ha supuesto su retorno discográfico tras siete años de silencio y del que dedicaron la canción “Big bright world” a España con la esperanza de que supere las dificultades que actualmente sufre. Sin duda, el tema estrella de la noche iba a ser “Push it” y en plena interpretación sufrieron una incidencia mayor, ya que el sonido externo se fue por completo para sorpresa del público, aunque el grupo supo llevarlo con gran profesionalidad al seguir interpretándolo a pesar de las dificultades hasta el retorno del sonido tras casi un minuto de apagón, aunque una vez concluida la canción, se vio salir a Shirley bastante enojada y especialmente a Butch Vig, quien abandono su batería “insonorizada” arrojando las baquetas con rabia mientras maldecía en arameo. Todo hacía pensar que el grupo no volvería a saltar al escenario, pero finalmente volvieron para interpretar dos temas más, ya que en palabras de la cantante, “no merecíamos un final así” y terminaron cerrando su actuación de forma triunfal con la conocida “Only happy when it rains”. Resaltar la presencia de un quinto miembro al bajo, como refuerzo de la formación para el directo; un directo que sin duda logró encumbrarlos como los verdaderos “cabezas de cartel” esa noche, a pesar del desafortunado incidente previamente descrito..
Para poner el cierre a las actuaciones del Festival, la opción mayoritaria fue dirigirse al segundo escenario para ver en acción a unos “renacidos” Sum 41, que ofrecieron un concierto dentro de lo esperado en este tipo de grupos de punk-pop vitaminado: energía a raudales y cierta complicidad e interacción con algunos de sus más fervientes asistentes, combinando sus más recientes canciones con algunos de sus temas más conocidos como “Still waiting”, “Fat lip” o “In too deep”, que fueron los que realmente desataron la locura entre los espectadores. Para aquellos que tuviesen reparos en revivir “viejos pecados” de adolescencia, nada mejor que la propuesta de guitarras mezcladas con tintes tropicales que ofrecieron los ingleses Jonquil como cierre en el tercer escenario, una incorporación de ultimísima hora, en sustitución de The Black Belles.
En definitiva, destacar el hecho de que el Festival lograse soportar con creces la coincidencia de fechas con un grande entre los grandes, como es el FIB, aunque para lograr ponerse a su altura no debe centrarse sólo en el cartel, sino que aún debe competir en los servicios ofrecidos a los asistentes: las zonas de acampada son claramente insuficientes (de ahí que la Organización incluya la frase: “con derecho de acampada hasta completar aforo”, para evitarse problemas y reclamaciones) y no hay ningún tipo de control en su acceso por lo que no fue raro escuchar a gente comentar que algún “amante de lo ajeno” había rajado su tienda llevándose sus macutos al completo. Por otra parte, el número de inodoros y duchas también se queda corto (o directamente no existe) en las zonas de acampada para el número de asistentes, no así en el recinto donde hubo abundantes urinarios, lo que no evitó la formación de colas en el caso de las cabinas cerradas, destinadas fundamentalmente a las féminas.
En cambio, hay que destacar el entorno natural en el que se celebra el Festival (Kobetamendi / monte Kobetas) y el hecho de celebrarse en el norte de la Península permite acampar en mejores condiciones que en otros lugares donde también se celebran festivales, lo cual el cuerpo lo agradece. La organización dentro del recinto es correcta, aunque la gente se quejó de las grandes colas que había para intercambiar dinero por vales de compra y a nivel logístico, simplemente destacar que en ciertas franjas horarias, el servicio gratuito de autobuses quedó totalmente desbordado ante la afluencia de gente, por lo que llegar al recinto llegó a convertirse en una especie de odisea para algunos.