Bill Callahan – Shepherd In A Sheepskin Vest (Drag City)
Bill Callahan supongo que nos esperará en algún lugar de este mundo. El está perdido en algún lugar buscando notas de algún pentagrama cósmico. Las notas de sus canciones fluyen, se escapan de nuestras manos, y se enredan haciendo remolinos de formas inesperadas. Estarán en algún lugar del cosmos, seguro. Bill siempre quiso hacer su particular “Astral Weeks”, y creo que casi está a punto de conseguirlo. Quizás ya lo consiguió en Sometimes I Wish We Were An Eagle y yo sigo esperando, plácidamente, que vuelva a aventurarse a superar lo imposible.
Bill es un tipo que ha dado con la formula de la genialidad. Cada disco que edita –Smog a parte- es un vademécum de cómo hacer formulas maestras mezclando notas, texturas, tímbrica, poesía, y sentimiento y curiosidad de entomólogo. Desde la publicación de este último disco han pasado cinco años. Años duros. Ha perdido a su madre derivado de un cáncer, pero ha suplido este sufrimiento con el nacimiento de su primer hijo, Bass, tras su matrimonio con la directora de cine Hanly Banks. Muerte y vida.
Extremos que tienen muchos puntos en común en esta obra maestra que es Shepherd In A Sheepskin Vest (Drag City, 2019), un trabajo en el que el de Maryland reflexiona sobre la vida y la muerte, y de su experiencia con ellas en primera persona. Me gusta la música que en su sencillez me transmita una sensación de complejidad, esa que lleva consigo abrirse en canal y exponerse sin pudor. Hay diferentes maneras de exponerse al oyente. Bill Callahan lo hace con metáforas cuyos significados hay que buscarlos arremangándose y zambulliéndose en los surcos de este remolino. No es fácil, pero la recompensa es un halo de oxigeno.
There was blood when you were born, and the blood was wiped from your eyes. This must be the light you saw, that just left you screaming, and this must be the light you saw before our eyes could disguise true meaning” preciosa metáfora de la vida, del nacimiento que canta arrastrando su voz en “747”; su nueva situation marital la canta a ritmo de country espectral en la preciosa “Watch Me Get Married”, y versos “How joyous to know what we knew was out there wanting to. Finally came home, let’s a spend a light year together. Oh, I know it’s a distance from here to the stars”. El amor, el sol de la mañana despereza a los amantes. Una suave brisa se enreda entre los cuerpos desnudos. La vida. “True love is not magic, It’s certainty and comes after centainly a world of mystery”. Versos que canta en “What Comes After Certainly” creando insospechados arabescos vocales, y acolchándolas con su estupenda forma de tocar la guitarra.
Bill se siente feliz de volver a escribir. Nosotros más. Es la manera que tiene de hacer inventario de las perdidas: “It feels good to be writing again, clear water flows from my pen!”. La naturaleza se confunde con la materia en la soberbia “Writing”. En “Circles” hace una elegía a su madre, y que mejor manera para honrarla que escribir “I made a circle, I guess when I folded her hands across her chest; she made a circle, I guess and a circle does what a circle does best with a face as stark as Genesis”. Un narrador de canciones extraordinario, único me atrevería a decir. Un album imprescindible.
Escucha Bill Callahan – Shepherd In A Sheepskin Vest
estoy de acuerdo en que es el disco del año. Es increíble lo que transmite