Blood Brothers – Young Machetes (Wichita / Sinnamon Records)
“El arte es un arma política”. Así de rotundo se mostraba Morgan Henderson -bajista de Blood Brothers– al hablar del compromiso moral que toda obra adquiere con el oyente y, por ende, con su capacidad para transformar el contexto en el que se manifiesta. Desde esta perspectiva, Young Machetes estaría de por sí legitimado: su crítica abierta al consumismo, la guerra, la política estadounidense y el desengaño y frustración supurante son muestra suficiente.
Ahora bien, en el plano estrictamente musical, la trascendencia del sexto trabajo de los de Seattle es más relativa. Tras el traspiés que supuso hace un año Crimes, edificado en un discurso accesible que no caló en su parroquia, Blood Brothers retoman la urgencia e histrionismo sónico del aclamado Burn Piano Island, Burn, pero con resultados no tan brillantes. Es de ley, no obstante, señalar las virtudes del hardcore culto y enérgico del quinteto.
Prometedor es el inicio con “Set fire to the face on fire”, donde el timbre modulado a la perfección de Jordan Bilie suena más agudo e histérico que nunca. La producción del capo Guy Picciotto (Fugazi, Rites of Spring) aporta el acercamiento más próximo y efectivo que han tenido a los autores de Repeater en “We Ride Skeletal Lightning”; “Vital Beach” irrumpe como un hitazo inapelable desde las primeras escuchas y la rítmica funky de “Spit Shine Your Black Clouds” acerca su sonido melodramático al nuevo rock orientado a la pista ofreciendo frescura.
Lamentablemente la influencia de At The Drive In y The Mars Volta se presenta incómoda en ocasiones y hace que “Camouflage, Camouflage” o “Rat Rider” sean un calco exagerado. Tampoco ayuda el bajón de revoluciones con los dos últimos cortes que cierran Young Machetes, once minutos de desidia e indiferencia que lastran muchísimo la escucha.