Bunbury – Greta Garbo (Warner Music)
Cuenta Bunbury que el título de Greta Garbo para su nuevo disco estaba claro desde hace tiempo. La actriz sueca despuntó en Hollywood siendo una de las pocas excepciones que lograron triunfar en el cine mudo y en el paso al sonoro. A los 36 años, harta de la fama, decidió retirarse de los focos para siempre y vivió una plácida vida en el anonimato hasta los 84. Algo así cuenta el maño en una de las canciones capitales de su nuevo disco, «Desaparecer», en la que narra de forma velada el calvario vivido los últimos tiempos: «Tuve que ceder a la presión de la ocasión, salir del paso a lo Greta Garbo sin ofrecer una explicación».
Y no es que él anhele alejarse del mundo de la música como hizo la diva con la interpretación, sino que se vio obligado a dejar los escenarios el pasado año tras más de tres décadas sobre ellos. Una dura consecuencia para un músico que desde 1987 se ha paseado por medio mundo con Héroes del Silencio y en solitario. Algo provocado por el glicol, sustancia utilizada para generar en humo en los conciertos que le causó serios problemas de salud. Esta catarsis fue el punto de partida para un álbum en el que el «yo» toma protagonismo a lo largo de sus cuarenta minutos, alejándose de visiones más poéticas y sociales que asomaban desde tiempos de Palosanto (2013) y Expectativas (2017).
Reinicio -uno más-, cambio de piel y de esquemas -otro-, olor a transición y primer disco sin la compañía de Los Santos Inocentes desde 2008. Asociación con Adanowsky en las labores de producción y al bajo, para grabar en analógico unas canciones junto a Raoul Chichin en la guitarra, Victor Mechanick en los teclados y Guillo Morales Vitola en la batería. El reconocible halo de Bunbury que sigue creciendo como letrista, asoma en piezas como «Alaska», donde muestra anhelos de evasión, así como en la sentida balada «De vuelta a casa», una doliente y crítica «La tormenta perfecta» bañada en trazos elegantes de funk, o el tono melancólico de la fantástica «Autos de choque», otro de los puntos álgidos del álbum.
No queremos olvidarnos de la vibrante «Invulnerables», la polvorienta «Armagedón por compasión», el cierre nocturno «Corregir el mundo con una canción», ni de ese «El que se va sin que lo echen volverá sin que lo llamen. No te libraras de nosotros tan fácilmente» que proclama en «Nuestros mundos no obedecen a tus mapas», dejando claro que para nuestra suerte, tenemos Bunbury para rato.
Brutal. Sin palabras. Espero siga sacando discos como este