Chris Cohen – Chris Cohen (Captured Tracks)
Buceo en el bandcamp del artista de Los Angeles y me encuentro con información jugosa para saber la fuente de inspiración de este su tercer disco: “My parents got divorced while I was making this record,” he says. “They were married for 53 years and my father spent most of his life in the closet, hiding both his sexual identity and various drug addictions. For me it was like being relieved of a great burden, like my life could finally begin.” It is this sense of truth and freedom that is woven into the very fabric of the record even as it grapples with complicated emotions. Indeed, a core truth of the record is what at first seems like a simple idea: “I hoped that by writing about what was closest to me at the time, I might share something of myself and where I came from.” Este revelador descubrimiento es la espina dorsal que sostiene el cancionero maravilloso de “Chris Cohen” (Captured Tracks, 2019).
Con un sonido mercurial, lleno de capas de efectos de sonido que envuelven y enturbian el pensamiento, el angelino conmueve de nuevo con este dechado de virtudes como compositor pop. La infancia revisitada en la pieza que abre el disco, “Song They Play”, que recuerda sus experiencias en el negocio de la música desde la óptica de un niño (su padre es productor de música), con guitarras centelleantes que son pura ambrosía. En “Edit Out”, tema que trata el divorcio de sus padres, resuenan ecos de tropicalismo cálido, en otra evidencia de la maestría como soft pop writer a la altura del mejor Todd Rundgren. Todo es dulce y envenenado, y Chris insiste en mirarme medio extrañado o desafiante, en el primer plano de la portada del disco.
“Green Eyes” coquetea con el AOR, y podría ser una canción que se acoplaría fenomenalmente en algún disco de Ariel Pink o de Hall & Oates, y entretanto “Sweet William” rememora al mejor Thomas Dolby ochentero.
La psicodelia circular de “House Carpenter” es digna de los experimentos campestres de Ducktails, “Twice In A Lifetime” tiene un solo de guitarra que encandila y parece recurrir a la suave ventisca de Pat Metheny Group. Cierra el disco con “No Time To Say Goodbye” gran tonada con los Fleetwood Mac de los 70 esperándole en el horizonte. Grande.
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