Coldplay – X&Y (EMI)
Será el disco más vendido del año. Sus conciertos se llenarán hasta la bandera y en sus momentos “emocionantes” habrá mecheros por todas partes. ¿Nos encontramos ante el álbum de 2005? Por desgracia no. Pero estamos ante el proyecto de marketing más importante de las últimas temporadas. Un disco calculado hasta el milímetro, donde cada palabra, cada nota, cada movimiento ha sido planificado con un objetivo: encumbrar a Coldplay a la cima de las bandas de estadio.
Y es que las cosas han cambiado mucho desde que la banda británica debutara con aquel lejano Parachutes (00), disco, que a pesar de estar concebido bajo los estándares más manidos del pop, contenía algún que otro momento brillante y se convirtió en un éxito. Su continuación, – A Rush of Blood to the Head (2002)– no lo fue menos, y a pesar de mover su discurso hacia momentos más líricos, el álbum llegó hasta los primeros puestos de las listas de ventas.
Tres años después y tras vender 16 millones de discos, llega X&Y, un trabajo según su vocalista “emocional y a la vez triste, pero esperanzador”, en el que muchos verán complejidad, densidad sonora, evolución, etc. No nos engañemos, de sus nuevas canciones tan sólo podemos decir que se parecen más a las de U2, que las de los propios irlandeses. Su base rítmica, guitarras, continuos falsetes,… convierten el sonido de los británicos en una máquina de producir temas basados en la épica post Unforgetable Fire (84) ; buena muestra de ello son “Square One”, “White Shadows”, “Low” o hasta “Talk”, que a pesar de contener un riff de guitarra emulando la melodía del gran “Computer Love” de Kraftwerk, parece tocada por Bono y compañía. Del resto del disco podemos destacar el single resultón (“Speed Of Sound”), las baladas marca de la casa “Fix You” y “X&Y” o el sonido menos recargado de “A Message”.
Una banda llega a ser grande cuando su estilo se convierte en personal, influyente e inimitable. Coldplay aún está muy lejos de conseguirlo.