Contempopranea 2010. Asistimos a la decimiquinta edición del festival de Alburquerque
(Fotos: Pilar Lisbona)
Intro
Verano de 1996, mientras los chicos de la calle de atrás volvían locas a las adolescentes de medio mundo, y las chicas picantes hacían lo propio con el género masculino, una pareja algo menos atrayente, ponía de moda en todas y cada uno de los chiringuitos andaluces, una canción que daría varias vueltas al mundo, “la macarena”.
Alejados de todo este ruido, y protegidos por la silenciosa presencia del Castillo de Luna, 6.000 habitantes de un tranquilo pueblo llamado Albulquerque, asisten con curiosidad al “I Festival Indie Contempopranea”, sin pensar que lo que un día fueron unas tardes de música protagonizadas por grupos como “psychotic foster” o “desperdicios N”, se convertiría en el festival de referencia de la escena nacional independiente, y llegaría a cumplir 15 años de presencia ininterrumpida, a los pies del ya no tan silencioso castillo.
Quince años durante los que el festival ha crecido de una manera consciente y controlada, mejorando a cada año y manteniéndose siempre fiel a su idea original, ganando adeptos edición tras edición, tanto por parte del público, como por parte de las bandas asistentes, que si a menudo ambos se sienten reconocidos bajo el nombre de “Contempopraneos”, bien podrían ser bautizados directamente como AMIGOS.
Y es que para quien viene año tras año a Alburquerque, de sobras sabe que no sólo viene por la música, hilo conductor del último fin de semana de julio (que en esta edición se ha alargado a tres días). Sino que viene principalmente por lo que año tras año se encuentra en un festival que no le ofrece ningún otro. Las sonrisas de cada uno de los asistentes, la simpatía de los lugareños, la ausencia de cualquier tipo de incidente, las ropas coloridas sin ser extravagantes, la felicidad rebosante de un camping que tiene vida propia, las tardes piscineras a la sombra de los pinos, los sabores ibéricos, los olores a la parrilla, las cañas en la plaza del pueblo, los momentos “cumbre”, el “hielo pa´los chispazos”, y el placer que da ver a grandes bandas, sin agobios, con el frescor del aire de la sierra, iluminados por cielo de verano, y a los pies de un castillo que ya escuchó demasiados blandir de espadas, y que ahora se siente feliz, escuchando a sus grupos favoritos.
En definitiva, un sentimiento claro por agrupar todos los significados que la palabra festival conlleva, y que en su apartado musical, tuvo en esta ocasión una de sus mejores ediciones, tanto en cartel, como sobre todo en la calidad de las actuaciones, con gratas sorpresas como las de Hola a todo el mundo o Julian Elsie, muchos conciertos excepcionales como los ofrecidos por The Pains of Being Pure at Heart, Maga, Dorian, o la mención especial a los 80 minutos sin parar de tocar ni un segundo de Los Planetas, y momentos que quedarán para el recuerdo, si bien más por su emotividad que por los conciertos en sí, como fueron la actuación de La Habitación Roja, (repaso total a su grandes éxitos), o el momento celebración del 15 aniversario mientras Tachenko estaba en el escenario. Por la parte negativa, creo que el único “pero” que se pondría poner, sería a la actuación de Sidonie, quienes siendo cabezas de cartel por tercer año consecutivo, salieron demasiado revolucionados y ofrecieron un espectáculo (en ocasiones bochornoso), con más presencia de bailes, y bengalas que de música en sí misma.
Pese a esto, otro año más Contempopranea fue un éxito, y cuando el domingo por la mañana el camping plegaba sus tiendas de campaña acostándose hasta el año que viene, pude comprobar, una vez más como las miradas y las sonrisas de la gente fueron de satisfacción plena.
Un dicho toma fuerza en el Contempopranea, “el que va, ¡vuelve!”
Jueves
Con los últimos rayos de sol poniéndose en el horizonte, temperatura agradable y ambiente más que familiar, daba la bienvenida al festival en torno a las diez de la noche, los terceros clasificados en el ya tradicional concurso nacional de maquetas del festival, Capitán Sunrise. Media hora de pop sin complejos, cargadas de felices melodías, “sha-la-las” y “shubi-dubis” que fueron una muestra clara para todos los primerizos, de lo que es el espíritu de este fin de semana.
Apenas cuarenta minutos después y mientras poco a poco se iba poblando la explanada, vendrían de manera consecutiva dos de las sorpresas más gratas del jueves, y quizá no me equivoco si digo que del festival. En primer lugar los curtidos extremeños Julian Elsie,de los cuales nunca había escuchado nada, y que me asombraron por medio de sonidos maduros a medio camino de la americana, el country, y el rock más oscuro, recordando por momentos a bandas como Lambchop o Calexico, y en ocasiones a grandes figuras como el grandísimo Leonard Cohen.Para dar pasado sin apenas descanso, a más o menos todo lo contrario, Hola a todo el mundo. El colorido, el mundo indio, el espíritu hippie, los sonidos que recuerdan a tienda “natura”, melodías que quieren parecerse a Love, y que afortunadamente lo consiguen en muchas ocasiones, provocando los bailes, las sonrisas, y los aspavientos desordenados por parte del público.
Media hora que convenció por completo a los cada vez más asistentes y que pese a una ligera falta de ritmo entre canción y canción (quizá acorde con el carácter de la banda), hizo que a través de sus sonidos peculiares, incluso confusos por momentos, se viviesen escenas que sonaron al pasado y que incluso recordaron a otros grandes, como lo son Simon & Garfunkel. Sin duda una banda a la que habrá que seguir de cerca.
Sin ningún tipo de agobios, y con un muy buen calentamiento, daban las doce de la noche, y con ellas para muchos, el momento más esperado de la velada. Por tercer año consecutivo (y por petición expresa de la banda, como confesó Agustín Fuentes en la rueda de prensa de presentación del festival en Madrid), aparecían sobre el escenario Marc Ros, Axel Pi y Jesús Senra, o lo que es lo mismo,Sidonie.
Y lo que se esperaba como momento cumbre de la noche, después de la gran actuación que cuajaron el año pasado (desquitándose a su vez de los problemillas que tuvieron hacía dos), se convirtió en sin duda la gran decepción de todo el festival. Pasados de revoluciones desde el comienzo, la banda catalana olvidó por completo la música, para representar a lo largo de casi hora y media (que se hizo larga), una especie de espectáculo más cercano a una escenificación de los iconos más tópicos del rock, que del pop o el rock en sí mismo.
Comenzaron con aires de grandeza dando demasiada importancia a dos de los temas más vulgares de la banda como son “viva el loco que inventó el amor”, y “la sombra”, canciones que quizá si no fuese por la efusividad del primer momento supondrían un pasaje mediocre en mitad del concierto, pero que pasaron de manera rápida, ocultadas por un sonido muy mejorable y por el griterío de la gente ante unas canciones si bien efectivas, demasiado facilonas. Fue entonces cuando echaron un poco la vista atrás y recuperaron de manera consecutiva “fascinado” (que continuó con lo explicado hasta ahora), “Sylvia” (en la que por fin sonaron algo decentes, ya más calmados y preocupándose más de tocar que de bailar), pero que sólo fue un espejismo, porque de manera sin duda precipitada, comenzaron a sonar los acordes de su excepcional y espectacular tema “giraluna”, que contó de nuevo con el show de Marc, en mitad del público, intentando hacer que se siente, pero que en esta ocasión no tuvo tanta aceptación como en otras ocasiones. Fue a partir de entonces (como si hasta entonces no hubiese habido ya suficiente), cuando empezó el verdadero espectáculo repetitivo, más que visto, y en ocasiones incluso insultante, de los tres amigos. Parones constantes entre canción y canción, bailes sin venir a cuento de Axel sobre la batería,( dando más aspecto de cabra montesa que de baterista de una banda seria), y la sensación de estar presenciando más una fiesta de final de gira de la banda, con la banda de vuelta de todo, y sin ganas de demostrar nada a nadie, que de dar un concierto ante unos de los públicos más exigentes que se puede tener en este país, el maduro, y más que cultivado público del Contempopranea.
Entre baile, trago de cerveza, chupitos, hacer cantar al público durante más de cinco minutos, y de nuevo bailecito, la banda siguió haciendo temas en su mayor parte de su último disco El incendio para alcanzar el momento pésimo, semidestrozando la canción de los stones “you can´t always get what you want” y lo que a un servidor dolió más aún, apalear sin escrúpulos uno de los mejores temas de la banda “on te sofá”, que sonó rápido, mal, y con voces alternativas de Marc, que sinceramente dolieron a más de uno. Después de un breve parón, salieron de nuevo para tocar “costa azul”, y “el incendio”, acabando con la enésima ida de pinza del concierto, mal ejecutada, que incluso tuvo la capacidad de herir dos sentimientos a la vez, el de los seguidores de los Doors (cuando durante más de cinco minutos maltrataron “riders on the storm” tirados por los suelos, e imitando sonidos sexuales) y el de los seguidores de los propios Sidonie, cuando al calor de una pequeñas bengalas (más propias de Nochevieja que de concierto de rock), apareció el líder de la banda en calzoncillos, para despedirse de un público que en ningún momento se lo agradeció. Después de ver unos de sus buenos conciertos de comienzo de gira, y después de ver este espectáculo un año después, creo que no me puedo hacer otra pregunta que no sea ¿Cuándo empezó la decadencia de la gira? O lo que es aún peor, ¿cuándo empezó la decadencia de la banda?
Por suerte para todos, los sevillanos Maga, salieron a continuación convencidos de cuajar un gran concierto, y así lo hicieron, y así se lo correspondió un público con muchas ganas de escuchar por fin buena música, y poder fundirse con la banda sobre el escenario, sin necesidad de sentir ningún complejo de inferioridad.
El trío, ayudado de manera exquisita y providencial por un cuarto componente a los teclados, sonó de manera insuperable desde su primera canción (“una piel de astracán”) hasta la última (“des-pi-de”). Casi una hora de una intensidad extrema, sin apenas descanso entre canción y canción, que hizo que el público estuviese totalmente volcado y activo en todo momento, disfrutando de cada una de las canciones que interpretaron y que gozaron del mismo protagonismo, tanto las del nuevo disco (que en ocasiones incluso dieron sensación de ser más aclamadas que las antiguas), como los temas míticos, y clásicos ya del pop nacional contemporáneo, como son “diecinueve” o “agosto esquimal” que finalmente tuvieron si cabe mayor acogida por parte de una explanada por fin radiante, y que vivió sin duda los mejores momentos de la jornada.
Cerrando el día y en el comprometido horario que va de tres a cinco de la madrugada, era el turno para los vallisoletanos Arizona Baby, y los murcianos Klaus&Kinski, que en ambos casos fundamentaron sus conciertos en su segundo disco como nos explican en la entrevista.
Conciertos casi antagónicos pero que gozaron ambos de una muy buena acogida, y que tuvieron por protagonista en su primera actuación el rock de hermandad, sureño, y contundente, fabricado sorprendente y únicamente a partir de dos guitarras acústicas, algo de percusión, y mucha alma, para hacerte sentir los orígenes del rock en las venas, cuando se escuchaba de manera contundente y agresiva los golpes de sus botas vaqueras contra la madera del escenario.
Definitivamente, Marina y Alejandro, salieron a un escenario que mantuvo su aforo hasta el final, para dar vida a su último y excepcional álbum Tierra, trágalos. Algo fríos en un comienzo, con la voz de Marina no todo lo inspirada que se puede, e irónica con los comentarios de las primeras filas del público, fueron deshojando canciones, y tomando temperatura para finalmente cuajar otro gran concierto, con el que se cerró el día en su fase de conciertos, y comenzó el turno de los primeros dj´s del festival, InBetween.
Viernes
La jornada del viernes de nuevo daba comienzo con uno de los protagonistas del concurso de maquetas del festival. En esta ocasión con un clásico del concurso, Nacho Casado, que en esta ocasión, en vez de con su tradicional banda (Ligre), lo hizo con su nueva formación La familia del árbol. Pop tranquilo que amenizó la tarde a los pocos contempopráneos que se acercaron a primera hora, y que sirvió de enlace perfecto con el concierto de unas de las voces más dulces con la que cuenta a día de hoy el panorama nacional, la de Anni B Sweet.
Un concierto que como nos cuenta en su entrevista, fue muy cercano, y con mucho encanto. Aprovechando los últimos minutos de luz del día, y con la bella visión de la puesta de sol desde el escenario, la banda sonó con un sonido excepcional, repasando la mayor parte de los temas, de hasta el momento su único disco start, restart, undo, pero que también contó con algunos detalles de nuevas canciones que esperamos con muchas ganas.
Desde el backstage mientras robábamos algún que otro saludo, y hacíamos alguna que otra entrevista, escuchamos la mayor parte del buen concierto de second, que sin duda fue el perfecto encargado para comenzar a animar la noche, y que sin duda que lo consiguió a través de los bailables y animados temas de su último disco. Contraste continuo de idiomas entre inglés y castellano, que daría la bienvenida, a la noche con carácter más extranjero que nunca antes había vivido el festival extremeño.
Y es que el marcado carácter nacional con el que siempre ha convivido el festival, poco a poco se va abriendo hacia buenos grupos extranjeros, y si en un comienzo simplemente coquetearon con los vecinos portugueses, en esta ocasión se ha despojado de cualquier tipo de tópico, y han sorprendido con un viernes de marcado acento inglés, protagonizado por los conciertos continuados de los míticos The Primitives, y los neoyorkinos The Pains of Being Pure at Heart.
Los primeros, a penas hace unos meses que han vuelto a pisar los escenarios, diecinueve años después de la salida de su último disco Galore. Y mentiría si dijese que soy un fan de la banda, que conozco su discografía completa, y que los compararía con coetáneos suyos como The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, o los mismísimos Smiths (quienes en su día ya se declararían fans de la banda). Quizá por ello, por mi desconocimiento, por las tablas, el buen sonido, y por lo sorprendente que es escuchar canciones que conoces sobre el escenario sin saber que son de ese grupo, por lo que me gustó (y creo que como a mí a todo el mundo) el concierto de los Primitives. Pop independiente llegado desde sus orígenes, sin complejos ni contemplaciones, y sobre todo muy profesional. Quién diría que la madura, y seductora Tracy. Tracy, ha estado tantos años sentada en el sofá, si bien podría parecer que ha estado conservada en el congelador, a la espera de que volviese llegar este momento. Ningún tipo de restos de óxido, ni de monotonía en un concierto directo, sincero, actual, y a la vez tan mítico, y lejano que hizo las delicias tanto de los más veteranos (que escuchaban boquiabiertos desde puntos estratégicos de la explanada y del escenario) como de jóvenes desconocedores, que vivimos por algunos minutos lo que fue el nacimiento de un estilo tan amado, y maltratado como es el Indie Pop.
Me gustaría ponerme por unos minutos en la piel de unos neoyorkinos, acostumbrados a los rascacielos, a las grandes masas urbanitas y en definitiva a la cultura XXL, en el momento de bajarse de la furgoneta y encontrarse un pueblo tradicional de la España profunda, a los pies de un castillo (único icono XXL).
Tras hablar un rato con ellos, creo que esas sensaciones fueron buenas desde su llegada, pero insuperables después del gran concierto que dieron, y que tanto complació a todos y cada uno de los asistentes. Los americanos, comenzaron algo tímidos, con un nuevo tema que sirvió de calentamiento para la hora larga de concierto que cuajaron, con un sonido incluso mejor que el del disco, y en el que repasaron casi en su totalidad su primer y único álbum, sintiéndose sorprendidos, al comprobar que una masa enfervorecida cantaba una tras otra, todas y cada una de las canciones, creando un ambiente excepcional, pero realmente peculiar, pues sin duda que es muy divertido poder escuchar en escasos metros, diez o doces acentos distintos de inglés, y sólo uno de ellos Estadounidense. Sonido excepcional, intensidad absoluta en las canciones, y un concierto que se pasó volando, (pese a la ligera falta de ritmo entre canción y canción), por medio de constantes guiños en castellano hacia el público, y a través de unos temas muy rodados, entre los que se mezclaron algunas nuevas canciones en las que a penas se notó diferencia. Para acabar la fiesta, y terminar por convertir en fan a cualquier despistado que se estuviese comiendo un bocata sin saber lo que escuchaba, los neoyorkinos tiraron de un final apoteósico, con temas como “Higher than the stars” , “Hey Paul”,” Everything with you” o “Gentle Sons” (si no recuerdo mal), que literalmente hicieron explotar en gritos, y coros futbolísticos (muy recurrentes ahora que somos campeones del mundo), que como anteriormente mencionaban, encantaron a la banda.
Por si esto aún no había sido suficiente, la gente, extasiada y exhausta, no daba crédito cuando después de una cerveza fresquita, miraba el horario del festival y veía lo que aún quedaba por delante, La Habitación Roja, y Dorian (supliendo la ausencia por enfermedad de Joe Crepúsculo).
El caso, que los valencianos, pese estar en plena presentación de su último disco, Universal, (del que se han escuchado muchas crónicas dispares), salieron decididos a conquistar al público con un concierto cargado de los grandes temas de la banda, la mayor parte de ellos perteneciente a sus primeros discos. Comenzaron rugiendo con clásicos como “Largometraje”, “Agujeros Negros”, o “Mi habitación” y continuaron durante todo el concierto basándose básicamente en la misma fórmula que tanto tiempo les lleva dando buenos resultados, compuesta de sonido excepcional, clásicos queridos por todos, y mucha pasión (en ocasiones incluso en exceso por parte de Mark, bajista de la banda). Pese a esto, y pese al buen concierto que dieron, curiosidades inexplicables de la música y los públicos, el respetable que seguía llenando la explanada pese a estar animado, y disfrutando, en ningún momento llegó a alcanzar las cotas de entusiasmo que por ejemplo habían alcanzado sus predecesores, o Maga la noche anterior. Sea como fuese, y pese a no terminar de ligar del todo con el público (quizá por culpa de un discurso ya de sobras conocido por todos los allí presentes), la veterana banda cuajó un concierto más que digno, e hizo feliz a mucha gente interpretando temas, que siempre son agradables a cualquier oído.
El final de fiesta (obviando al divertido espectáculo “hago unos bailes mientras pongo las canciones que más me gustan como si estuviese de copas en el salón de mi casa” de los Chicos Malos), estaba reservado para Dorian, y para otro gran concierto como los que llevan dando desde que comenzaron la gira de su tan aclamado último disco.
La respuesta de los Marc, Belly y compañía, no pudo ser mejor. Los de Barcelona estuvieron literalmente inconmensurables, y consiguieron que los asistentes terminasen por gastar hasta la última de las fuerzas que aún les quedaba. Concierto basado en la ciudad subterránea, pero en el que no faltaron temas que no pueden faltar nunca como “te echamos de menos”, o “a cualquier otra parte”, uno de los temas que sirvieron de cierre, y que sin duda se convirtió en uno de los momentos más álgidos y emocionantes de todo el festival.
Sábado
Con las fuerza flaqueando, y por culpa del buen ambiente que se vivía en el camping, (parte también imprescindible del festival) llegamos el sábado a la última parte del agradabilísimo concierto de Underwater Tea Party. Que pese a llevar ya más de un año girando con su último disco, fue refrescante escucharles por primera vez y de esta forma compensar la ausencia del año pasado con un concierto de muchos quilates, y dejando en el aire la inquietante pregunta de por qué estos chicos no suenan más en los cascos y las bocas de la gente, con el pedazo de sonido que tienen. Seguro que es cosa de tiempo, y que será con su esperado tercer disco, donde terminen por explotar tanto como banda, como entre el público.
Así que como llegamos algo tarde, no tardaron en comenzar los grandes y emotivos momentos de la última jornada del festival. Los encargados de abrir con dicho plato fuerte, no podían ser otros que unos de los más clásicos del festival, los zaragozanos Tachenko.
Salieron Vinadé y Puente entre aplausos y vítores, y con la humildad y la simpleza que les caracteriza, centrados durante el concierto únicamente en cuajar la enésima soberbia actuación en el festival extremeño, y así lo consiguieron, al igual que muchas otras bandas de esta edición, basándose en las melodías de su último trabajo Os reís porque sois jóvenes. Fue en torno a la mitad del concierto, cuando el público poco a poco se iba calentando, cuando la banda paró, y se dio paso a la celebración oficial del 15 aniversario del contempopranea. Por allí aparecieron el director del festival Agustín Fuentes, el resto del equipo del festival, un contempopraneo asistente a las 15 ediciones (del que nadie nunca dijo como había demostrado la tan difícil hazaña), y el carismático y querido Julio Ruiz, como maestro de ceremonias. Tartas, velas, cumpleaños feliz y palabras de agradecimientos y buenos deseos por parte de todos, y otra buena segunda mitad de concierto, eficaz, coreado, sensato y con un final tan esperado, como sólo lo puede ser “amable”.
Llegaba a continuación el esperado concierto de Los Planetas. Curiosidad pura por parte de todos los que llenaron la explanada( momento sin duda de máxima asistencia de todo el festival), por saber cómo serían los conciertos de esta asentada y mejorada fase de la banda, con evidentes rasgos flamencos, y marcada por grandes conciertos (olvidando los altibajos en directo de antaño).
Y la respuesta no pudo ser más rotunda y firme, que la de 80 minutos sin un solo segundo en el que el sonido dejase de salir por los amplificadores. Quizá para algunos, cuyas predilecciones vayan más por el espectáculo sobre el escenario, y la puesta en escena fuese el concierto más coñazo de su vida, pero para la inmensa mayoría, la constante oscuridad sobre el escenario, y el mejor sonido de una banda, que aunque parezca imposible consigue superarse en cada concierto, fue directamente de las sensaciones más placenteras que uno haya vivido escuchando música. Pese a lo que me podía esperar, las canciones de su opera egipcia, apenas duraron los tres primeros temas, que coincidieron precisamente, con los tres primeros del disco, y que de manera rápida mostraron la buena aceptación que está teniendo el disco entre la gente, escuchando los griteríos de todo el mundo en “un pobre granaíno”.
Así que una vez pasada la presentación oficial, comenzaron con un repertorio a medida para festivales, que después nos confesaron que habían estrenado el día anterior en el Low Cost, y que tema tras tema revolucionó al personal, comenzando con “corrientes circulares en el tiempo”, y dándole muchísima importancia a su anterior disco (la leyenda del espacio), que de manera rápida se ha ganado el adjetivo de imprescindible en muchas de sus canciones, como por ejemplo “reunión en la cumbre” o “alegrías del incendio” que sirvió para cerrar la primera parte del concierto, después de repasar canciones de si no todos, casi todos sus discos, entre las que destacaron “el artista madridista”, “santos que yo te pinté” o un delirante ”toxicosmos”. Tras breves minutos, volvió la banda al escenario, para conceder a todos los asistentes, su tradicional final apoteósico a cargo de las aclamadas “un buen día”, y finalmente “pesadilla en el parque de atracciones”. Momentos inolvidables, corazones a mil, y el sonido que se te metía directamente en los pulmones para hacerte temblar todo el pecho en un concierto en forma de canción. que sólo tuvo un comienzo, un fin, y reitero, ochenta minutos de duración sin interrupción. Algo épico, algo que nunca había escuchado con anterioridad, un concierto, sencillamente inolvidable.
Poniendo el contrapunto a la mencionada oscuridad planetaria, llegaba el turno de los actuales batidores del record Guinness a la banda más presente en los carteles de los festivales españoles de dos años a esta parte. Y es que si el año pasado daba la impresión de que cartel que se veía, cartel que encabezaba Love of Lesbian, lo de este año creo que ha rozado no sé si lo cómico o lo aburrido, (y aún tienen la poca vergüenza de decir en la rueda de prensa, que el éxito del futuro de los festivales, pasa por la variedad en los carteles, ¿tendrán valor?) Una pregunta: ¿quién no ha visto a Love of lesbian en los últimos 18 meses? La respuesta, creo que es fácil:, “quien no haya querido”, porque seguro que por oportunidades, no ha podido ser.
El caso que quizá después de haber presenciado el mismo concierto cuatro o cinco veces justo en un año (pues tampoco se quisieron perder el Contempop del año pasado) es difícil que algo te sorprenda, y quizá no sea demasiado parcial. Pero el caso es que en mi opinión, es una banda con una necesidad clara de descanso, nuevas canciones, y renovación. Sus shows empiezan a parecer demasiado mecánicos, y la espontaneidad que mostraban en un principio, parece estarse convirtiendo en obligaciones. Ahora me quito la camiseta, ahora me pongo unas gafas y voy a cantar con el de los teclados, ahora pongo pose tierna para esta canción más tranquila, ahora hacemos un baile nuevo que nos hemos inventado, y terminamos bajando con el público a bailar “algunas plantas” mientras suena por los altavoces. Creo que se han pasado de vueltas (de giras, quiero decir), y confío que una de mis bandas predilectas, sepa parar a tiempo, y no rayen un disco tan bueno como es 1999, para encerrarse un poco, dejarse y dejarnos descansar de LOL, para volver a tener ganas de asistir a un concierto de la numerosa banda.
Para cerrar el festival dos actuaciones que si en un principio parecería que tendrían que ir en orden inverso, la verdad que definitivamente no estuvieron nada mal en su orden, aunque a los segundos (Los Punsetes), les costase mantener un poco el ritmo, no sé si por las horas que eran (4.40 am), por lo difícil de mantener el nivel de unos predecesores de tanta calidad, y tan fiesteros comoDelorean, o simplemente por el espíritu serio, irónico y apagado de la banda.
Un dupla que si como era de esperar no aguantó el tirón de Los Planetas + LOL, sí que tuvo una gran cantidad de seguidores, y que en su primera parte (Delorean), no dio más que motivos para no dejar de bailar, bailar, y bailar. Sonidos increíbles en cada una de sus canciones, y perfeccionismo en las manos de cada componente para dar la nota electrónica del festival, a través de sin duda uno de los mejores grupos actuales en este modo de entender la música. La segunda parte, a cargo de Los Punsetes, supuso un final de fiesta, si no precisamente lo más fiestera del mundo, sí que con un buen sabor de boca, y dejando claro que los mejores momentos ya se habían vivido.
Se acababa otra edición del festival, y el sabor de boca creo que no podía ser más agradable. Conciertos y más conciertos con una media de calidad altísima, gracias a la consciencia por parte de todos los grupos, de que el público del contempopranea es de los más expertos y exigentes, y que con el objetivo de satisfacer a dichos maduros asistentes, consiguieron momentos inolvidables, con rasgos de mitiquez, como los conciertos de Dorian, The Pains…, Los Planetas,o Maga.
Un aniversario perfecto, que aunque sea difícil, seguro que superarán en su decimosexta edición.
¡GRACIAS POR TODO CONTEMPOPRANEA!