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Crónica: Atlantic Fest viernes 26 de julio

Comenzó el primer día del Atlantic Fest con sorpresa, tanto en su formato como en la ubicación. Este año se comprime todo en un espacio más pequeño, ideal para no perderse nada, mientras se favorecen y se agradecen el buen número de actividades infantiles, pensando en ellos como apasionados musicales también, y dando un sentido familiar y de futuro a la música y al propio Atlantic Fest. Hay que saber crear afición, ahora y en los próximos relevos generacionales.

Ya sobre el escenario, se presentaron los grupos noveles del momento empezando por Confeti de Odio, a quien el escenario se le quedó un poco grande, no deja de ser una apuesta arriesgada poner a una sola persona con su móvil, disparando las bases para abrir el Atlantic, y aunque empezó con cierto aire apático (sus sintonías melancólicas son propicias para este estado), supo remontar hacia el final gracias a canciones como «Hechizo» o «Hasta romper el móvil», incluso hacernos reír con «Pocos likes». Lo que no sabíamos es que la divertida «Tu puta barba» naciera en Galicia, según contó él mismo era «alguien más alto y más fuerte”, y por eso agradeció que no estuviera entre el público. Confeti de Odio supo transmitir finalmente su buen pop, cargado de ironía millennial, asequible para todos los públicos, y plagado de burlas diferenciales.

Chelsea Boots fue el grupo que menos se hizo notar, su música fácil de melodías bien hechas no acabó por encajar entre el público. Curiosamente, se daba menos incluso por Albany, pero fue ella la primera en despuntar y hacer entrar en calor al público, bien por sus bailes con su pareja, Hoseo BBy, quien subió a cantar con ella, o bien por la cercanía con el público al que animaba a bailar y menear el culo, logrando acercarlos a pie de escenario. «Caigo», «Papi Ponte» o «David Civera», fueron celebradas incluso por aquellos que las desconocían por completo, incluso hubo lugar para la espontaneidad con premio, Albany invitó a cantar a dos adolescentes que andaban celebrando su repertorio en «Articuno». Dentro del género urbano en el que se enmarca, sin duda alguna Albany es un punto de inflexión al que se debería prestar más atención, su ligereza sabe abordar corrientes mas profundas como en  «Caigo»: «si a esto le llamas vida, no quieras saber que es la muerte».

La cosa no fue tan bien para Cariño, uno de los grupos más esperados por el público, quienes tuvieron problemas de sonido durante casi todo el concierto y donde el escenario, la parte de arriba de uno de los puestos, no les acompañó en absoluto. Pese a esto, todos pudieron disfrutar con sus melodías popi, junto a sus letras descaradas y satíricas, sobre todo Lucas de la Iglesia (Confeti de Odio), que se subió al escenario en un par de ocasiones.

Mientras el alma más bailable, luminosa y divertida de Cariño esquivaba algunas gotas caídas del cielo, la carpa donde tocaban Cupido se fue llenando desde media hora antes del inicio, se presentía que iba a ser un gran concierto y no decepcionaron. Ya en el FIB estuvieron imponentes, pero en el Atlantic consiguieron un punto más de ación para sus canciones y puesta en escena. Desde el minuto uno empezaron con energía y supieron conectar a la perfección con el público, cuyas primeras filas estaban ocupadas por adolescentes, hecho insólito en el Atlantic Fest. El contraste de generaciones era notable y su efecto fue muy positivo, Cupido sirve de nexo entre personas de diferentes edades y clases (a servidora le fascina ver como los pijos o pijas perrean, se arriman a chonis y canis, y viceversa). ¡La magia de la música! La conexión entra Cupido y púbico fue de flechazo en flechazo, una atracción tan magnética que por momentos parecía que la plataforma se viniera abajo, y no es para menos, todas las canciones de Préstame un sentimiento mejoran una barbaridad en directo, «Milhouse», «Telepatía», muy grande, y «Autoestima», fueron cantadas y sentidas por todas las allí presentes. Al acabar el concierto era casi imposible no tararear «Y yo que pensaba que tu cuerpo, -o, -o, -o / Era un laberinto sin salida, -a, -a, -a / Pero era cuando estaba dentro, -o, -o, -o / Ahora lo veo desde arriba, -a, -a, -a». Cupido es mucho más que un grupo de trap, pop y urban, la aventura conjunta de Solo Astra y Pimp Flaco enamora con ese tipo de hits que levantan prejuicios y barreras musicales, siempre tan necesarios.

El final de la noche no dejó indiferente a nadie, La Zowi siempre da que hablar y la división de opiniones es abismal. Entre el empoderamiento y lo burdo, su espectáculo, más que un concierto en sí musicalmente hablando, es crudo y casi pornográfico. El cambio de escenario por riesgo eléctrico favoreció la asistencia de público, que no esperaba para nada lo que allí iba a suceder. Y La Zowi aprovechó el factor sorpresa, ella y sus dos bailarinas pusieron toda la carne y mucho más sobre el ardiente escenario que montaron, mandaron apagar las luces para que la timidez no fuera un impedimento a la hora de perrear, subiendo a un “desgraciado” al escenario para empaparlo en agua y bailarle al más puro estilo show girls. Luego, bajaron del escenario para hacer twerking con el público, e incluso besaron sacando a pasear la lengua, a una muchacha predispuesta a pasárselo bien. La Zowi estuvo bien acompañada tanto en el escenario como fuera, a la vez que Albany se marcó un tema con ella, Cariño estaba entre las primeras filas. ¿Provocador o provocativo? La Zowi es simple desnudez y ganas de llamar la atención, incluso en su frivolidad, entre tanta carne, y a tenor del favor desinhibido de buena parte del público, su intención y acción no es tan distante de aquel necesario escándalo que Las Vulpess con «Me gusta ser una zorra», activaron en su momento, o la más reciente saga The Hole y su caliente arte sobre los teatros. Eso sí, no hay porque vetar al género masculino a la hora del contacto…

Foto: Atlantic Fest

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