Crónica del Bilbao BBK Live 2016, jueves
Mientras a orillas del Mediterráneo se libraba la guerra de festivales en toda su crudeza, en el Norte Last Tour International consolidaba el BBK Live como alternativa real al trono del indie. Año tras año se iban mejorando el recinto y los accesos, y sobre todo, el cartel ganaba coherencia y equilibrio. Aquellas ediciones con un cabeza de cartel por día y algunos acompañantes, han dado paso a un festival bien proporcionado, que además apuesta decididamente por traer cada año lo mejor del indie, sin abusar de elitismos absurdos.
Este año con Arcade Fire, Pixies, Foals, New Order, Hot Chip, Courtney Barnet o Grimes, pero también con Hinds, C. Tangana y Juventud Juché,el BBK Live, aunando juventud y leyenda, ha firmado el mejor cartel de su historia. El festival de Bilbao se ha convertido en el nuevo nuevo Benicassim, pero no cualquier FIB, sino uno de aquellos esplendorosos en los que comprabas orgulloso la camiseta del festival para presumir todo el año del cartel que llevabas escrito en la espalda. Dejando a un lado el inabarcable Primavera Sound, este año la referencia es, sin duda, el BBK Live.
Como no podía ser de otra manera con semejante cartel, el festival discurre como un tren a toda máquina. Ayer, en su jornada más electrónica, quien quiso no dejó de bailar en toda la noche, enlazando a Years & Years, con Chvrches, M83, New Order y French Films. Y por encima de todos ellos, el emocionante reencuentro con unos Arcade Fire al nivel de cualquier gran grupo de estadio y con mejores argumentos estilísticos. Veamos los detalles.
Comenzamos la tarde con Chvrches, que después de publicar su segundo disco (Every Open Eye, Virgin EMI, 2015), han dado un salto de calidad descomunal. A su concierto de ayer no se le puede poner un solo pero. Bailables hasta la extenuación, elegantes y adictivos, los escoceses son un gran grupo en su mejor momento, una combinación imbatible.
M83 comenzó con veinte minutos de retraso, pero pronto recuperó el tiempo perdido recurriendo a lo mejor de su último disco (Junk, Mute, 2016). En una línea de bailable distinción como Churches, Anthony Gonzalez fue enganchando al público a base de melodías mucho más accesibles que las de los escoceses. No obstante, no terminó de romper el concierto hasta que tocó “Midnight City” e hizo aparición el saxofón más coreado de la historia de un festival.
Y mientras los franceses de M83 hacían bailar sin aspavientos a quienes llenaban el escenario grande del BBK, las Hinds reunían a unos cientos de incondicionales en el más pequeño. Es curioso ver a sus fans de primera fila, mezcla de amigos del grupo con seguidoras extranjeras que adoran a las madrileñas como nosotros lo hacemos con grupos de otros países. En lo musical me sigue pareciendo que tienen aún mucho recorrido y no consigo ver un concierto que me enganche del todo. En todo lo demás,están a años luz de cualquier otro grupo nacional. ¡Viva Hinds!
A continuación New Order consiguieron emocionarme. Hay grupos grandes que vuelvan con más o menos decoro, y luego hay leyendas casi intocables. New Order forman parte de la historia de la música, por su propias canciones, y por las que heredaron de Joy Division. Y afortunadamente cuando las pasean, lo hacen con la dignidad que merecen temas de la relevancia simbólica y sentimental de “Blue Monday”, “Bizarre Love Triangle” o “Love will tear us apart”. Es cierto que llevan las mismas visuales desde hace varios años, pero es un tema menor. Y como gran novedad han incluido en el repertorio lo más destacado el notable Music Complete (Mute, 2015), que no desentona en absoluto frente a lo más clásico de su repertorio. Me imagino un caso de laboratorio. Alguien que, sin conocer a New Order, escucha por primera vez el Music Complete, le gusta, e investiga a sus autores. Debe ser la definición de la felicidad musical. Lo dicho, un concierto de ver con ganas de llorar de alegría, y por cierto, nada que ver con el circo que monta Peter Hook.
Arcade Fire llevaban tiempo sin tocar, así que confesaron ciertos nervios. No los aparentaron en absoluto. Todo lo contrario. Los canadienses dominaron el BBK con soltura y hasta cierta facilidad gracias a un setlist donde no faltó ni uno solo de sus hits. El público respondió con creces y el concierto fue una celebración contínua. Comenzaron fuertes con “Ready to Start”, para luego contemporizar con “The Suburbs”, y volver a lanzarse con “Sprawl II”. Así siguieron el resto del concierto, alternando crescendos (“Keep the Car Running”, “No Cars Go”), y momentos más recogidos (“My Body is a Cage”, “We used to waith”). Para el final, fuego a discreción con “Rebellion (Lies)”, una circense “Here Comes the Night Time” con cabezudos inlcuidos, y la apoteosis guitarrera de “Wake up”. Seguramente uno de los mejores grupos masivos que se pueden ver actualmente.
Como remate de la noche nos fuimos a seguir bailando con Hot Chip dedicados a su último disco (Why Make Sense?, Domino, 2015), pero sin escatimar ninguno de sus éxitos, así terminamos la primera jornada del festival en mitad de una auténtica fiesta.