Cuéntame una canción: «Holiday In Cambodia», de Dead Kennedys
No es plan de hacer aquí y ahora un compendio sobre la evolución del punk en cada área, por lo que bastará decir que, quitando los dos polos de Nueva York (en origen, cardaron la lana) y Londres (se llevaron la fama), las escenas locales de fuera de estas dos fueron cada una a su bola. Sin embargo, la Costa Oeste estadounidense se convertiría, casi por obligación, en el tercer polo más o menos reconocido. En Los Ángeles se cocería una intensidad y virulencia que daría con el hardcore propagándose por todo el país, incrustándose especialmente en el DC (Minor Threat), en Illinois (Effigies, Articles of Faith) y en Wisconsin (Die Kreuzen), mientras que otros puntos neurálgicos como Oregón (con Wipers como nombre a resaltar) o el estado de Washington miraban a un punk un tanto más comprometido y con menos guantazos. Y entre medias de esa línea, la bahía de San Francisco.
Sería faltar a la justicia si no resaltásemos la importancia de la escena de San Francisco dentro de todo el pifostio, tanto por sus geniales experimentos, como The Screamers, como por bandas pioneras como The Avengers o por ser, ni más ni menos, que el escenario más punk de todo el punk, en aquel 14 de enero de 1978 en el Winterland, donde un hastiado Johnny Rotten espetó, tras berrear «No Fun», aquello de “¿Alguna vez os habéis sentido estafados? Buenas noches” para dar carpetazo a los Sex Pistols. Toda esa energía concentrada tenía que salir por algún lado y quizá aquello fuera el casus belli que se necesitaba.
La historia de Dead Kennedys comenzaría en aquel mismo año de 1978. Quizá no fuera el motivo real, pero su formación, en un inicio barnizada por aspiraciones de rock surfero, acabaría orientándose al punk rápidamente acelerada por el ambiente y, sobre todo, por la figura de Jello Biafra, un tipo que había estado expuesto a una sobredosis de punk británico en su estancia en las islas y que no dudó en empaquetarla de vuelta a los Estados Unidos y a empezar a sentirlo en tierra patria especialmente de la mano de The Ramones.
A pesar de que quien inicia la mecha es un tal East Bay Ray, es una vez a bordo Jello Biafra cuando empieza su aventura, a la que pronto se uniría Klaus Flouride. Independientemente de la nómina de baterías y cambios circunstanciales de casi cualquier inicio, la personalidad arrolladora de Jello Biafra se convirtió rápidamente en el estandarte de la nueva formación de la escena punk de San Francisco, un grupo altamente político y de denuncia, que se serviría de la velocidad, la ironía y cierta cultura para poner los puntos sobre las íes de la injusticia social con su música.
Sirva de ejemplo su primer lanzamiento, «California über Alles», una sátira a base de surf contra el gobernador Jerry Brown y, en general, sobre esa supremacía californiana de lo cool con la que no estaban muy de acuerdo (“han venido a llevarse a tu sobrina nada guay”), pero que, y quizá más destacable, proveía de cierto frescor musical en ese punk ya casi estruendoso y que pronto se convertiría en marca de la casa.
Para entonces, Jello Biafra se había convertido en un clásico de los escenarios, atrayendo él casi tanto como la propuesta del grupo, y que no dudaba de extralimitarse en su afán casi autoparódico y teatral de mímica y extravagancia que, dicho sea de paso, no desentonaba en absoluto con la propuesta, como dirían ahora, holística de la banda. Como actor, Biafra no tenía rival, pero como letrista, todavía menos. Su activismo galopante, su increíble ironía y su preocupación por los temas de actualidad, el activismo del ya líder de Dead Kennedys comenzaba a traducirse en una dirección muy clara.
Sin casi un ápice de duda, ellos introdujeron en el punk de San Francisco esa vertiente más política que parecía haberse quedado por el camino en la celebración del primer punk californiano, aquel angelino más interesado en narrar los problemas de familias desestructuradas e imprimir un endiablado ritmo con el que patinar en las piscinas. Ellos elevaron a la enésima potencia el volumen de ese hardcore que seguía dándose de hostias, pero también lo hicieron con el altavoz de la denuncia como bandera.
Infinitamente involucrados con unas tendencias más cercanas al radicalismo de izquierdas (de todo lo de izquierdas que uno pueda ser en Estados Unidos), al cuarteto de La Bahía no solo no le importaba esa etiqueta y el riesgo que conllevaba llevarla bien a la vista en una escena que siempre estuvo más por la despolitización (a pesar de la enorme polarización que existió, y si no escuchen su «Nazi Punks Fuck Off»), sino que llevaban a gala ser los adalides del despertar frente a tanta tensión e injusticia social.
Portada original del sencillo
«California über alles» no tenía que desgranarse para saber que señalaba la demencia política y social de aquel nuevo orden, al igual que tampoco lo necesitaba «Holiday In Cambodia», el segundo sencillo de la banda y un tema que no podía esta más ceñido a esa protesta constante en la que se desvivían los Dead Kennedys y que acabaría por convertirse en el auténtico himno del grupo. Este vería la luz en mayo de 1980 de la mano de Alternative Tentacles, la discográfica DIY de Biafra, en un formato de 3:53 de duración, algo más corta que la que aparecería meses después en el álbum, y que rápidamente se convirtió en imprescindible.
Este tema confrontaba y afrontaba directamente la política exterior norteamericana con una intensa burla hacia esa clase media estadounidense anestesiada, a la que le parece el todo en su vida haber salido del instituto o realizarse con una aparente vida confeccionada a base de consumo de Coca Cola y ocio de dudosa calidad. Curiosamente, para la primera idea, Jello Biafra decidió señalar directamente a un régimen comunista con el que dejar constancia de que su intensa militancia política, más escorada al color rojo, no permitía que ninguna atrocidad sistémica quedase impune, poniendo sobre la mesa quizá esa neutralidad que tanto se ha perdido con la polarización institucional actual.
En 1975 se había instaurado en Camboya la Kampuchea Democrática tras la victoria de los jemeres rojos sobre la República Jemer de Lon Nol en la Guerra Civil Camboyana. Tras casi cinco años de enfrentamientos, los militares financiados por Estados Unidos tenían que abandonar un país sumido en la pobreza y la destrucción y daban paso a una autarquía extrema liderada por el siniestro Pol Pot. El líder de los jemeres rojos acabó ese 1975 con la población de Phnom Penh, ordenando su total evacuación y dirigiéndola engañada hacia los campos de arroz que se convertirían en centros de trabajos forzados. Por medio, la población instruida y urbana, que suponía una amenaza para el nuevo régimen, acabaría, al igual que cualquier sospecha de oposición, decapitada por ramas de palmeras en todo el país: un tercio de la población total del país se estima que fue depurada por un dictador que solo caería en 1979.
Pol Pot
La cercanía temporal de estos hechos inspiró a Jello Biafra en una de las letras más clásicas del punk político, en la que la ironía y la denuncia se juntaban con cierta duda de si los Dead Kennedys apoyaban una intervención militar estadounidense o culpaban a la República Jemer de no haber sido suficientemente contundente. Fuera lo que fuera, la lírica hilvanada en «Holiday in Cambodia» azuzaba a diestro y siniestro a la simpleza estructural estadounidense (“has estado en la escuela por un año o dos / Y sabes que lo has visto todo / En el auto de papá, pensando que llegarás lejos”) y ponía cara a cara dos sistemas radicales y sus problemas.
“Es hora de probar lo que más temes / (…) / Unas vacaciones en Camboya”: Biafra emplea la figura de uno de esos chavales de instituto para su propuesta, que no es otra que enviarle a Camboya e invitarle a esas vacaciones en las que podrá darse cuenta de que sus problemas del primer mundo son una verdadera mierda comparado con lo que es el mundo bajo la atenta mirada de los jemeres rojos (“Trabajarás más duro con un arma en la espalda / Por un plato de arroz al día / Esclavo de los soldados hasta que te mueras de hambre / Y entonces tu cabeza está ensartada en una estaca”). Y es que, dentro de su extremismo, al final la metáfora ideal partía de esa ironía: “lo que necesitas son unas vacaciones en Camboya” para que se dé cuenta, como reza también en la primera estrofa, “el rollito que tienen los arrabales”.
Pero si la letra es magnífica en su función, la música es una auténtica fusión de esas influencias que se aglutinaban alrededor del logo que profesaba esa DK de inspiración un tanto esvasticizada. Los ritmos surf del inicio, herencia de East Bay Ray, se entremezclaban pronto con la endiablada velocidad de las guitarras y batería para imprimir un ritmo igual de surfero como de rockero que le venía perfecto a Jello Biafra para ir desgranando su propuesta vocal, siempre peculiar y nunca mal encajada. De hecho, escuchando con atención las coincidencias musicales y vocales, no hay ni un solo momento de zozobra en el resultado.
(Paréntesis. Sería interesante apostar por un momento si la carga surf que tiene «Holiday In Cambodia» es solo fruto del interés evidente de la banda en el género o si, de paso, es un guiño también a la música surf camboyana, aniquilada como todo bajo el régimen de Pol Pot. Esta escena se había consolidado como una de las mejores de la música surf fuera de occidente, y consiguió una notoriedad asombrosa, elevando a sus grupos y cantantes a estrellas. Quizá el ejemplo más claro fuera Ros Sereysothea, que no pasaría de 1977 (aunque nunca se supo oficialmente), y que elevó a los altares la música surf de Camboya/Kampuchea).
Jello Biafra, siempre atrapado en el exceso y en la pantomima, rozaba sobre el escenario la autoparodia cada vez que interpretaban esta canción. Casi siempre con el torso desnudo, él, que había recibido clases de interpretación y le habían arrojado zapatillas, no perdía la ocasión de añadir más dramatismo al tema en cuestión dando rienda suelta a una serie de movimientos, muecas y aspavientos que representaban a ese chaval estadounidense de clase media que iba conociendo qué era eso de la vida y que, en plena redada jemer, acaba fusilado y por los suelos. Aquello formaba parte del espectáculo, pero también destilaba táctica de guerrilla escénica para que nadie se olvidase de aquello, a pesar de que a muchos les importaba bastante poco.
La portada del sencillo se sumaría al caos, convirtiéndose en un elemento anecdótico que hoy, a buen seguro, provocaría urticarias woke. En ella se reproduce una fotografía en la que se ve a un varón descalzo a punto de atizarle un sillazo a un ajusticiado colgando de vete a saber dónde. Si lo que buscaban era impactar, está claro que la imagen elegida era más que acertada, con esa expresión de resignación del cadáver y la energía del sillazo en el aire, pero, sobre todo, con las sonrisas de beneplácito del respetable.
No habría nada malo (entiéndanme) si la fotografía en sí hubiera sido tomada en Camboya. Sin embargo, ante la ausencia de fotos de ejecuciones y demás barbarie jemer, Dead Kennedys optaron por usar la ya entonces icónica imagen tomada por Neal Ulevich en las protestas y masacre de la Universidad Thammasat, en Bangkok, del 6 de octubre de 1976, y por las que consiguió el premio Pulitzer en 1977, y poner así en relieve la brutalidad, a pesar de errar en el país, la etnia y la orientación política de los eventos. Bueno, la intención era lo que contaba y de eso se trataba.
Meses después apareció el primer elepé de Dead Kennedys, Fresh Fruit for Rotting Vegetables, que incluiría una versión regrabada del tema, algo más largo y con una introducción que bien podría haber sido compuesta en la cresta de una ola. En ese inmenso álbum se encontraría con sus sencillos antecesor y predecesor, además de con un buen puñado de escupitajos de velocidad endiablada y puñetazos al tabique nasal.
Portada icónica para un elepé imprescindible
«Holiday In Cambodia» alcanzó el estatus de leyenda muy pronto, pasando casi inmediatamente al panteón de temas punk, a pesar de su evidente retraso cronológico (¿existió punk después de 1978?) y como una arista intocable del hardcore más intelectual y comprometido. Como toda historia buena en el rock, el cuento tiene que acabar en los tribunales.
Y es que la relación de Jello Biafra con el resto de Dead Kennedys acabó yéndose al garete, citándose en los tribunales por los derechos de sus canciones en lo que siempre el cantante ha defendido como una venganza por no ceder el tema para un anuncio de Levi’s Dockers a los que acusó de explotación laboral. Hubiera sido un giro un poco irónico que «Holiday In Cambodia» hubiera acabado como sintonía de la industria textil estadounidense, pero no menos irónico que la multa de 200.000 dólares y pérdida de derechos sobre las canciones que acabó sufriendo en los tribunales el bueno de Jello.
En esta lista de Spotify ponemos banda sonora a este artículo:
Ficha técnica:
Composición: Jello Biafra, East Bay Ray, Klaus Flouride, Bruce Slesinger y D. H. Peligro (acreditado posteriormente)
Producción: Geza X.
Discográfica: Alternative Tentacles.
Fecha de grabación: 1980.
Fecha de lanzamiento: Mayo de 1980 (sencillo), 2 de septiembre de 1980 (versión del álbum).
Letra:
So, you’ve been to school for a year or two
And you know you’ve seen it all
In daddy’s car, thinking you’ll go far
Back east your type don’t crawl
Playing ethnicky jazz to parade your snazz
On your five-grand stereo
Braggin’ that you know, how the niggers feel cold
And the slums got so much soul
It’s time to taste what you most fear
Right Guard will not help you here
Brace yourself, my dear
Brace yourself, my dear
It’s a holiday in Cambodia
It’s tough, kid, but it’s life
It’s a holiday in Cambodia
Don’t forget to pack a wife
You’re a star-belly snitch, you suck like a leech
You want everyone to act like you
Kiss ass while you bitch, so you can get rich
But your boss gets richer off you
Well, you’ll work harder with a gun in your back
For a bowl of rice a day
Slave for soldiers till you starve
Then your head is skewered on a stake
Now you can go where people are one
Now you can go where they get things done
What you need, my son…
What you need, my son…
Is a holiday in Cambodia
Where people dress in black
A holiday in Cambodia
Where you’ll kiss ass or crack
Pol Pot, Pol Pot (x3)
Pol Pot, Pol Pot, Pol Pot, Pol Pot (x4)
And it’s a holiday in Cambodia
Where you’ll do what you’re told
A holiday in Cambodia
Where the slums got so much soul
Pol Pot!
Súper interesante reportaje. Gracias por estas cosas